Ana María Olabuenaga fue la cabeza del grupo
de publicistas que hicieron época en la agencia Leo Burnett, llevándose
más de 120 premios por su nivel de creatividad en 1993-1994. Fue Vicepresidenta
Creativa de la agencia BBDO (ubicada en el cuarto sitio a nivel nacional), y
ahora está al frente de la creatividad de Terán TBWA, la agencia
de El Palacio de Hierro. Es creadora del novedoso concepto que publicitó
al Vodka Smirnoff y de los anuncios Soy Totalmente Palacio.
Ana María afirma, en forma por demás categórica, que el
boom de la publicidad mexicana de 91-93 nunca existió. Eso es falso,
dice, en México siempre se ha hecho buena publicidad. En todas las épocas
hay algo memorable. Lo que pasa, remata, es que la mayoría de la publicidad
es mala, en México y en el mundo.
JOSÉ ANTONIO FERNÁNDEZ: He platicado con
gente que te conoce desde hace tiempo y me han dicho que nunca te imaginaron
de publicista porque desde siempre te vieron como intelectual. Enlazo dos preguntas,
la primera: ¿de dónde viene esa línea intelectual?
ANA MARÍA OLABUENAGA: De entrada me duele
la pregunta porque suena a que ya lo hubiera perdido. Y me parece que todos
los seres humanos debemos interesarnos y estar al tanto de la parte humanista,
de las artes y de las cuestiones sociales, al menos eso es lo que entiendo por
intelectual. Para mis padres siempre han sido importantes los estudios, especialmente
para mi papá, y creo que ellos me lo fomentaron desde niña.
J.A.F.: ¿Los publicistas pierden la posibilidad
de ser intelectuales?
A.M.O.: Por supuesto que no y por eso te dije
que me dolía lo dicho en la primera pregunta. Esa pregunta supone que
los publicistas son gente superflua, banal, interesada en el glamour y en cosas
de ese tipo.
Sé que somos muy mal vistos, pero en el día-a-día nuestra
labor es mucho más compleja de lo que se ve desde afuera. Yo jamás
pensé en ser publicista porque también la veía así.
De hecho entré a la publicidad por hambre. Siempre la evité por
lo que presupone tu primera pregunta, pero luego de trabajar en muchos lugares
(televisión, cine, etc.) me quedé sin empleo y mi hermana Tere
me dijo que probara como redactora en una agencia porque a mí me gusta
escribir. Ya adentro me di cuenta que esto es un trabajo serio, pero como el
resultado final muchas veces tiene humor y se nota divertido, la gente cree
que es simple. Pero no, aquí hay que trabajar con mucha disciplina. Esto
es muy complicado.
J.A.F.: ¿Qué tan cierto es que los creativos
juegan el papel clave en las agencias de publicidad?
A.M.O.:Creo que los creativos sí son
el eje central de la publicidad porque son los responsables del producto final,
aunque hay que entender que esto es un trabajo en equipo porque todos somos
importantes en una agencia (por eso todos cobramos sueldo).
J.A.F.: ¿Y qué fuerza tienen hoy en día
los que están a cargo de la mercadotecnia?
A.M.O.: Evidentemente cada vez son más
importantes porque las técnicas se han sofisticado y son más precisas.
Es difícil encontrar hoy una compañía que realize alguna
actividad publicitaria si no tiene una investigación que la preceda y
la esté monitoreando. Aunque creo que se está abusando mucho de
eso. Me parece que los publicistas somos al final del día consumidores
y tenemos un sentido común básico que nos dice si algo es correcto
o incorrecto.
El problema es que como la economía en el país está tan
mal, muchos anunciantes se quieren cubrir como sea y están echando mano
de las investigaciones a costa de su sentido común y el de otros 40 profesionales.
Yo les he dicho: vamos a darle el 50% de la razón a las 7 señoras
que están resolviendo el cuestionario de mercadotecnia, y a nosotros
que juntamos más de 120 años de experiencia profesional, el otro
50%.
El problema es que si a una de esas 7 señoras investigadas se le ocurre
decir: ¡ay, cómo que se ve gordito!, ahí se acabó
todo.
Hoy, lo subrayo, se abusa de la mercadotecnia.
J.A.F.: ¿Cómo se maneja el poder dentro
de una agencia? ¿Quién lo tiene?
A.M.O.: Depende de la agencia. Unas se orientan
más hacia el lado creativo y otras hacia el ejecutivo (de la administración
de la cuenta).
J.A.F.: ¿La tendencia en México?
A.M.O.:Creo que el poder lo tienen, y cada vez
con más fuerza, los clientes. A todas las agencias nos encantaría
poder ser socios de nuestros clientes. Hacerles recomendaciones, ser escuchados
y llegar a una negociación (que a veces se logra). A mí en lo
personal cada vez me queda más claro que somos proveedores, no socios.
El cliente es el que tiene el dinero y él decide finalmente.
J.A.F.: ¿Hay censura en la publicidad?
A.M.O.: Es complicada la pregunta.
Creo que hay autocensura. De hecho me parece que hay autocensura en todas las
cosas que decimos y hacemos los mexicanos porque así nos relacionamos
con el mundo. En las agencias se oye: jamás nos metamos
con la madre, nada de religión, no le pongas anillo de casado al personaje
porque se puede pensar que es la casa chica...
A eso súmale los criterios de censura de los clientes más los
que salen en las sesiones de mercadotecnia, en las que si una señora
comenta: ¡Ay, es que parecen como amantes!, entonces hay drama completo.
Pero todo esto es parte del ser mexicano.
Alguna vez alguien me preguntaba qué le falta a la publicidad mexicana.
Le respondí: más que faltarle algo le sobran cosas. Sobre todo,
le sobran miedo y palabras.
J.A.F.: ¿Usamos muchas palabras?
A.M.O.:Muchísimas. Es el eufemismo sobre
el eufemismo. Le damos una de vueltas increíbles para decir un no quiero.
Somos un país solemne y creo que nuestra publicidad lo refleja.
J.A.F.: Del 91 al 93 se percibió una época publicitaria en México
muy buena. Una especie de boom con ideas arriesgadas, divertidas y de alto nivel
creativo. Pero a partir de 94 y 95 se da una caída casi vertical de esa
tendencia y lo que se pudo haber ganado se ha perdido.
Incluso hoy ha cambiado la atmósfera para la creatividad. ¿Crees
en el boom y en esa caída de la creatividad?
A.M.O.:Estoy totalmente en desacuerdo. Ojalá
tú lo digas por que yo lo he declarado sesenta veces y nadie lo publica.
Es interesante lo que planteas porque muchos creativos lo piensan así.
Yo creo que en este país siempre se ha hecho buena publicidad y también
mala, al igual que en todo el mundo. Si tú recuerdas, en los años
sesenta la publicidad de Volkswagen era fresca, divertida y maravillosa. En
todas las épocas han existido publicistas que se rompen el cuello para
tratar de sacar la mejor idea, lo más entretenido. Siempre ha habido
buenos publicistas.
Eso del boom del 91 al 93 yo no sé quién lo inventó. Seguramente
fue algún publicista que se sacó un premio en ese tiempo. Yo no
creo que sea cierto ese boom. Dime cuáles son las grandes campañas
del 92 al 93. Si me dices tres o cuatro son muchas. Lo que pasa hoy es que por
la crisis económica del país estamos viendo más anuncios
promocionales, que son meramente explicativos, y hay menos dinero para dedicarlo
a la publicidad y a las producciones.
J.A.F.: ¿Sucede en todos los países del
mundo?
A.M.O.: En todos. La española es, en su
mayoría, como dicen ellos, una mierda. Los mejores comerciales se los
llevan a San Sebastián, eso es todo. Este es otro mito que me desespera.
J.A.F.: ¿Cuál mito?
A.M.O.: El que dicen que la publicidad española,
brasileña, chilena y de otras partes del mundo es muy buena. Tú
prende la televisión en esos países y te encontrarás comerciales
que pueden ser mejores que los nuestros, pero la gran mayoría son malísimos
y hasta pésimos.
J.A.F.: En la pintura, arquitectura y el cine los caprichos
llegan a ser muy criticados, pero también son grandes aportadores de
ideas y consiguen revoluciones. Es difícil que los artistas logren hacer
sus caprichos porque los apoyos cuestan mucho trabajo, son actitudes de altísimo
riesgo. Y estoy hablando de los caprichos en sentido artístico y creativo
de la palabra, no de las rabietas ni de los caprichos tontos.
¿Se pueden hacer caprichos en publicidad?
A.M.O.: Sí existen, lo que sucede es que
es muy caro este negocio. Yo puedo decir: esta es la idea más maravillosa
y quiero hacer este comercial de televisión de esta forma. Y el cliente
me va responder: muy bien, fílmalo con tus ahorros.
Lo que sí me ha sucedido varias veces es que una vez filmando un comercial
he llegado a hacer dos versiones. La del cliente y la propuesta de la agencia.
Con las dos versiones terminadas he hablado nuevamente con el cliente para que
las vea y yo defienda nuestra postura. He pedido hacer una investigación
para que exista la prueba con el consumidor, y en ocasiones me he quedado con
la copia de mi versión en el cajón porque nadie la quiso poner
al aire.
J.A.F.: ¿Dicen que existe mala relación
entre los creativos de agencia y los productores de comerciales?
A.M.O.:No, no es cierto. En lo absoluto. Mis
mejores amigos son productores. Lo que sí sucede es que cuando trabajas
con un director por primera vez, no te entiendes. Los productores son profesionales
y con ellos se hace trabajo en equipo.
J.A.F.: ¿Influyen los productores en la creatividad?
A.M.O.:Rarísima vez. Aunque si a la hora
de la filmación el productor o el director encuentra opciones y te las
presenta, a lo mejor cambia un poco la idea creativa original. En el proceso
de filmación siempre tiene que haber aportaciones, es lógico.
J.A.F.: ¿Piensas en la estética cuando
haces una campaña publicitaria?
A.M.O.:¡Claro!, ¿pero en qué
sentido me lo preguntas?
J.A.F.: Sé que tienes buena relación con
la cultura, partiendo de esa base quiero saber si cuando haces publicidad tienes
preocupaciones estéticas.
A.M.O.:¡Claro que sí! Yo creo que
es un deber del publicista.
Te voy a poner una ejemplo: qué poca de los publicistas de este país
que hacemos espectaculares tan horribles. El periférico está lleno
de espectaculares que lo afean, lo mínimo que deberíamos de hacer
es
ayudar al paisaje. Igual es con los comerciales de TV. En el caso de los anuncios
promocionales debe hacerse un esfuerzo y presentarlos en forma entretenida y
agradable, cuidando el manejo de la luz y toda la producción.
J.A.F.: ¿La ética se lleva con la publicidad,
o no?
A.M.O.: Esta es la parte medular y por eso somos
tan mal vistos (por eso tu primera pregunta). Te lo voy a demostrar. Yo puedo
decirle a un consumidor en un comercial: señores, aquí tienen
este café que además de ser delicioso cura el SIDA y también
lo previene. Tome una taza de este café y jamás tendrá
que preocuparse del SIDA.
Cuando la gente se dé cuenta que es mentira, la marca morirá,
no la voy a poder revivir de ninguna manera y yo tendré que cambiar hasta
de giro. Claro que te puse un ejemplo extremo, pero nos sirve para explicar.
El consumidor me va a creer una vez y me va a comprar, y si no es cierto lo
que digo la caída será espectacular.
No conviene faltar a la ética publicitaria.
J.A.F.: Eso es desde la perpectiva funcional de los
productos, pero desde el punto de vista psicológico: ¿los publicistas
pueden o no hacer feliz a la gente?¿Pueden incomodar al público?
A.M.O.: La publicidad informa, no crea necesidades
y no te puede hacer feliz. Al niño yo le puedo decir: ¡qué
crees!, hay unas nuevas y ricas papitas que traen estos maravillosos juegos
que son muy divertidos! Y el niño luego de comprar me puede responder:
las papas saben horribles y los juegos me aburren. A estas alturas del partido,
no creo que nadie se crea lo de la güera en el coche deportivo en la cúspide
del volcán.
J.A.F.: ¿Cuál fue tu primera relación
agradable con la publicidad?
A.M.O.: A mí me gusta escribir. Cuando
entré a esto diseñé un comercial en el que planteaba una
idea con un cierto tipo de cuchillos muy especiales. Yo era redactora. Tres
meses después llegó la casa productora y me dijo: aquí
está el cuchillo del anuncio. ¿Así es? ¿Así
te lo imaginaste?¿O era con mango plateado? Cuando me trajeron ese cuchillo
que yo había puesto en un papel, me dije: esto me encanta.
Fue una experiencia maravillosa. Aquí lo que te imaginas puedes hacerlo.
J.A.F.: ¿Con qué campaña sentiste
que tu medio te reconoció?
A.M.O.:Con la de Smirnoff (El mensaje está
en la botella).
J.A.F.: Fue muy arriesgada.
A.M.O.: Soy una terca, la defendí y salió.
Se siente cuando sabes que estás en lo correcto. Aunque estés
poniendo en juego tu trabajo, sabes cuando haces buena publicidad y es el momento
de defenderla.