Por José Antonio Fernández
Érase una vez un país que fue conquistado por extranjeros. Lo
dominaron por 300 años. Les fue fácil porque ese país no era tal,
quienes ahí vivían se encontraban totalmente divididos cuando
llegaron los conquistadores.
La división era tan profunda, que
incluso algunos de sus habitantes se aliaron a los mismos
conquistadores.
Después de esos ¡300 años!, un pequeño grupo se reveló.
Cuando decidió levantarse contra el dominio conquistador, se
dio cuenta que la inconformidad era de la mayoría. En no
más de
una década consiguieron el primer gran acierto: independencia.
Ya sin los conquistadores, el reto de los independientes era
ponerse de acuerdo. Entre traiciones y soberbias, se quedaron
sin la mitad de su territorio, ¡una tragedia que todavía duele!
Y
es que unos pensaban que había que ir hacia la izquierda, otros
a la derecha y algunos más se fueron por el centro. No faltaron
los que querían regresar al pasado, se veían chiquitos en el
plano de la historia. Tan chiquitos que hasta fueron a buscar un
emperador (“primo” de los conquistadores que los tuvieron 300
años sometidos) para que les gobernara.
Cuando ese emperador
llegó al territorio luego de cruzar el Atlántico, el líder máximo de
los inconformes, un abogado que había sido pastor de ovejas, no
dudó y mandó su fusilamiento. Fue el segundo gran acierto que
fijó un rumbo y creó un lema: nosotros podemos.
Una muerte
violenta ayudó a marcar un camino de confianza para quienes
vivían en ese territorio.
Una vez que el regreso al pasado quedó atrás, entonces el
siguiente pendiente era claro: ahora había que quitarle a la
religión su enorme poder. Los sacerdotes controlaban escrituras
públicas, unían en matrimonio, registraban a los niños y además
sabían los pecados de ricos y pobres. Su influencia en el poder-
poder era enorme. Gobernaban.
El abogado, ex pastor de ovejas, también se convirtió en el
personaje que quitó el poder político real a los sacerdotes de
manera definitiva. Le declararon la guerra al pastor de ovejas,
pero los derrotó. Los quitó del poder que gobierna. No tuvieron
opción. Su poder terrenal, el de los sacerdotes, quedó en influir a
los poderosos y al
pueblo, a veces lo consiguen.
Por cierto, en este territorio fantástico, el poder de esos
sacerdotes es rebasado ampliamente por el poder espiritual que
tiene una imagen femenina que sí es venerada y no cuestionada.
Acompaña la vida de los habitantes de ese territorio en todo
momento, en las buenas y en las malas. No traiciona y siempre
reconforta.
Sigo con la historia: luego de fusilar al emperador y quitar el
poder político real a los sacerdotes, ese pastor de ovejas abrió la
puerta para que se diera en ese territorio una primera época sin
conflictos. Fue entonces que arrancó una nueva era de
orden y
progreso con otro gobernante que pintaba bien. No hubo graves
conflictos y sí hubo avances durante unos 20 años, el gusto no
duró más porque ese gobernante afrancesado se fascinó con el
poder y decidió eternizarse en lo que quería convertir en trono el
mayor tiempo posible. Regresaron los conflictos mayores y
se
armó tremenda revolución. De ahí surgieron ideas brillantes de
personajes bigotones que influyen hasta hoy en otros territorios
de ese planeta. Tuvieron que pasar algunos años para que
los
conflictos terminaran. Entonces fue cuando llegó un militar, gran
líder y muy inteligente que pacificó totalmente al país: repartió
tierras, organizó a todos, defendió riquezas naturales que se dan
bajo el suelo, las nacionalizó, y arrancó una segunda época sin
conflictos. Otros
lo sucedieron con tino. La cultura floreció. Se dieron grandes
artistas que todavía llenan museos en todo ese mundo. Hicieron
cientos de películas que se siguen viendo. Nació la televisión con
un modelo único en el planeta.
El gusto les duró unos treinta años a los habitantes de esas
tierras. Después llegó una época de
cerrazón y volvieron los conflictos, persiguieron a los jóvenes y a
los opositores con rabia y
se dieron otra vez caminos confusos. Regresaron los de la mente
chiquitititita. Hubo crisis tras crisis, hasta que cuando el Siglo XX
terminabala estabilidad económica regresó.
La política, que para esos tiempos
prometía ser creativa, se extravió, tomó el peor de los caminos:
militarización. Los conflictos aumentaron. Fue entonces que de
pronto llegó otro personaje y desde la silla de mayor poder
cambió en días la atmósfera.
¿Será quien inicie una tercera gran época sin conflictos, creativa?
Vivir sin conflictos ilumina el horizonte.
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