Por José Antonio Fernández
Presentador: Encargan a un guionista imaginar Dos situaciones
en las que se noten dos comportamientos distintos de la
autoridad. El objetivo es producir un video en el que se
comprenda lo que sucede cuando la autoridad actúa de forma
correcta y cuando su falta de inteligencia, sensibilidad y ética
provoca desconcierto, confusión y caos. En ambos casos, el final
debe dejar claro lo importante que es la autoridad para las
personas.
Situación 1: Cuando la policía llega al sitio en el que dos
personas acaban de chocar con sus autos, la expectativa es que
(la policía) primero se cerciore que no hay lesionados. Si no los
hay, el paso a seguir es pedir la licencia a los conductores y
preguntarles si cuentan con seguro de auto. En el caso de que
quienes chocaron muestren su licencia y confirmen que tienen
seguro contratado, entonces la policía debe pedirles que llamen
al seguro y si es posible muevan sus coches para que obstruyan
lo menos posible el tráfico. Hasta ahí la labor de la autoridad.
Puro sentido común.
Si los que chocaron no cuentan con seguro y el golpe es menor,
entonces la policía deberá procurar que lleguen a un arreglo
inmediato, lo que significa que quien golpeó pague al otro. Si no
hay arreglo, entonces la policía deberá llevar a los dos
conductores con el ministerio público para que el caso se
resuelva legalmente ante un juez.
Voz Locutor: Así se resuelven a diario una buena cantidad de
conflictos entre ciudadanos. En la Situación 1 la intervención de
la autoridad colabora en primera instancia para que se llegue a
un acuerdo. Sabe la policía que su conducta es clave en el
momento del conflicto porque es la autoridad.
Situación 2: Pero qué sucede cuando la autoridad, en vez de
ayudar para que el problema se solucione, con una autoritaria
actitud lo agranda. Imagine el lector que la policía llega al lugar
del choque y no se cerciora si hay lesionados, sino que
directamente pide a los conductores sus licencias. Después no
les pregunta lo que sucedió, sino los regaña por ser malos
conductores. Y luego, para colmo de males, de forma totalmente
soberbia la policía decide darse media vuelta sin aceptar ninguna
opinión al tiempo que ordena a los automovilistas que ahí
esperen y que no muevan un dedo sin su autorización. Se da el
clásico abuso de autoridad. Horror. Miedo.
Voz Locutor: Por supuesto, cuando la autoridad llega y mete el
desorden, entonces el desorden aterra como si fuera un huracán.
Desalienta a los ciudadanos, los enfrenta y además siembra el
miedo en la vida de todos.
Voz Locutora: Cuando la autoridad se dedica a poner el desorden
y no el orden, a regañar a todos los que se le ponen enfrente y a
no escuchar, a descalificar a quien le cuestiona, a burlarse de
quien piensa distinto y tercamente se niega a reconocer sus
errores, entonces el caos aparece y los líos se magnifican como
nunca antes.
Voz Locutor: La autoridad moderna es la que comprende cómo
hacer uso de su poder para no inflar de poder al que no lo debe
de tener. Es mejor autoridad la que escucha, estudia, hace
diagnósticos a alta velocidad y encuentra soluciones que se
apoyan en el sentido común. Es buena autoridad la no autoritaria
y la que no pierde autoridad.
Voz Locutora: La experiencia dice que cuando el conflicto en una
casa, en una colonia, en una ciudad, en una empresa o en un
país se convierte en un caos al que no se le encuentra el freno,
es que alguien lo provoca -comúnmente la autoridad mayor- sin
que quizá los demás se den cuenta de quién es el responsable.
Presentador: Nunca hay que olvidar que el poder de la autoridad
es muy grande, ¡enorme!, tanto que puede voltear de cabeza a
un país completo. Y cuando se da el caos, quienes sufren lo peor
del conflicto sienten alivio cuando de pronto en escena aparece
una nueva autoridad. En ese momento, el caos puede
desaparecer como por arte de magia porque nace una
esperanza: que esa nueva autoridad tenga la actitud descrita en
la Situación 1 (J.A.F.) z
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