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Griegos |
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Editorial publicado en la Revista Telemundo el 13 de abril 2012 |
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En pleno inicio del Siglo XXI, los griegos vuelven a ser noticia
para el mundo. Entraron en quiebra y tienen contra la pared a los
más ricos. Han sufrido regaños de todo tipo, se han peleado
entre ellos y no encuentran qué hacer con su tremenda crisis
provocada por una inmensa deuda.
Los griegos se propusieron vivir dentro de la Comunidad
Económica Europea y, valientes que son, aceptaron todo tipo de
condiciones. Querían vivir mejor, pero no encontraron la
fórmula.
A los griegos les han dicho de todo en los periódicos. Que si son
unos irresponsables, que cómo fueron a contratar tanta deuda si
no tenían cómo pagarla. Hasta flojos les dicen.
Lo cierto es que los griegos son 11 millones, producen más de
300,000 millones dólares al año, tenían hasta antes de su
tremenda crisis un nivel de desarrollo humano considerado muy
alto y un producto interno por habitante dos veces y medio más
alto que el de México. Vivían bien.
Pero hoy nada importa, no es suficiente que ahí esté el Partenón
ni las enseñanzas de Sócrates, Aristóteles y Platón. Tampoco que
Grecia sea la cuna de la democracia. Que se hayan dedicado ha
pensar cómo vivir mejor y que su influencia de pensamiento sea,
al fin de cuentas, parte importantísima de la vida moderna. Hoy
los griegos están señalados porque no pagan sus deudas, y ese
no pagar trae locos a todo los europeos y al mundo entero.
Muchas preguntas deben responder los países ricos, antes de
seguir regañando a los griegos. Para empezar, deben contestar
quién o quienes fueron los que les prestaron tanto dinero.
También deben explicar qué cálculo de qué endemoniada
calificadora llevó a pensar que los griegos sí podrían cargar tan
pesado paquete, que hoy por supuesto no sólo ellos deben
pagar. Igualmente sería bueno revelaran quién los obligó a
entrar al nuevo sistema europeo exigiéndoles cambiar de
sistema en unos cuantos años.
Los políticos griegos tuvieron tanto temor por el terrible
endeudamiento en el que estaban metidos, que se ha
comprobado ya que ocultaron las cifras negativas de su
economía. Pensaron que podrían salir adelante, pero el desastre
los alcanzó. Mintieron -imagino sin temor a equivocarme- por
miedo a las calificadoras, a los países más ricos, a los
poderosos, a los multimillonarios, a los banqueros y también a
su población. Y por pánico a la triste realidad. ¡Momentos de
total desconsuelo han vivido!
Fácil sería criticar a los griegos, como fácil fue que dentro y
fuera se criticara a México en su horrible crisis de 1982, cuando
también los bancos internacionales respaldados por los países
más poderosos nos dieron préstamos y préstamos que no
pudimos pagar porque el precio del petróleo cayó de 35 dólares
por barril a sólo 5... y los intereses se fueron al cielo. Pagar era
imposible. Esa película ya la vimos.
Hoy que los griegos están en crisis y que son señalados por el
mundo, yo apoyo a los griegos. Los defiendo y comprendo. Estoy
de su lado. Los más poderosos no los pueden abandonar.
Seguramente los griegos cometieron muchos pecados
económicos, pero lo hicieron a sabiendas de quienes les
prestaban el dinero. Tan es así, que alemanes, franceses e
ingleses están tratando de encontrar soluciones. El desfalco
griego podría hacer quebrar economías de donde salieron
justamente buena parte de los préstamos. O los protegen, o
todos se van al abismo. El destino hace justicia con su propia
mano.
Los griegos nos vuelven a dar una gran enseñanza en el Siglo
XXI: el mundo ideal, el de Platón, está siempre en nuestra mente,
es al que aspiramos llegar, pero es imposible alcanzarlo si
contratamos como guías a fanfarrones y estafadores.
Productores tienen en los griegos de hoy, una nueva gran odisea
(J.A.F.)
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