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Mareados |
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Editorial publicado en la Revista Telemundo el 08 de abril 2009 |
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Quien ha viajado en auto por la zona de Mil Cumbres, en la carretera Puebla-Veracruz, o en la ruta que lleva de Tapachula a San Cristóbal de las Casas, seguro habrá sufrido tremendos mareos si le tocó hacer el recorrido en el asiento de atrás. Atravesar una ruta con mil curvas, es una mala broma de la naturaleza y de los ingenieros que diseñaron y construyeron el camino. El horizonte se mueve todo el tiempo, el paisaje cambia de punto de vista en cada momento y el pasajero que va atrás siente que el estómago no puede con el esfuerzo, como que grita y se descompone. Los ojos se voltean. Hay que cerrarlos hasta con las manos para sentir algo de alivio. En el peor momento de las curvas, el pasajero de atrás llega a sudar frío y a ponerse de un color casi blanco. Para el que va manejando el automóvil no hay problema. No hay mareos. Sólo requiere de aire suficiente, y algunos ni eso necesitan.
La tremenda crisis que padece el mundo en este 2009, tiene un parecido a lo que sucede con las zonas de muchas curvas. Enlisto algunas semejanzas:
1) En la crisis como en las curvas, quien va al volante es el que se la pasa mejor. Para empezar es el único en el auto que seguro no padecerá mareos. Es el que sabe qué tan peligroso o no está el camino. Sabe, porque lo siente por dentro, cuando una curva se vuelve peligrosa y puede reaccionar. Es el único también que tiene la posibilidad de controlar la velocidad según sea su cálculo. Los demás sólo pueden gritar, aguantarse, protestar, rezar o reclamar, pero es imposible que modifiquen velocidad y modo de manejo.
2) Los pasajeros que no van manejando, particularmente los que van sentados atrás, pueden llegar a pasársela muy mal en zona de curvas. Todavía quien logra sentarse de copiloto en la parte delantera, tiene posibilidades de vivir un viaje más o menos cómodo, aunque en zona de curvas debe de ir muy atento viendo el camino y recibiendo aire para no terminar con esa terrible sensación del mareo mayor. La que enloquece la mente y el estómago. Llega a ser infernal.
3) Los que no van al volante en zona de curvas, al igual que en tiempos de crisis, no la pasan bien. El único buen lugar para hacer una travesía en zona de curvas, es el que tiene el volante en las manos. Sucede lo mismo en los aviones. Mientras que el piloto controla el avión a placer, aún en momentos de tormentas eléctricas y negros nubarrones, los pasajeros padecen, sufren, las turbulencias porque no saben qué es lo que está sucediendo. No ven los pasajeros el rumbo, no saben por qué el avión cambia la ruta y no comprenden qué sucede cuando el fuselaje empieza a temblar y menos aún cuando el vuelo cae en una terrorífica bolsa de aire.
La crisis de hoy es de los Estados Unidos, no es de México. Los mexicanos, todos, vamos sentados en la parte de atrás. De octubre a la fecha, nos hemos puesto una de las mareadas más grandes de nuestra historia. Hoy no tenemos el control. Nuestra opción es aguantar y no enloquecer, no deprimirnos y esperar a salir de la zona de curvas. En las crisis de 1976, 1982, 1988 y 1994 éramos los mexicanos, con nuestro efecto tequila, los que logramos marear al mundo entero. Hoy son los norteamericanos los que van al volante y no dejan que nadie más sea el piloto. Sufrimos el efecto gringo que llevó a la presidencia a Barack Obama. Esperemos sea buen piloto. Sabe que lleva mucho pasaje.
Entre tanto, habría qué pensar cómo le hacemos para no viajar por mucho más tiempo, como país, en el asiento de atrás de un automóvil que, por lo que se ve, es conducido por norteamericanos (J.A.F.)
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