|
Taco |
|
Editorial publicado en la Revista Telemundo el 26 de febrero 2018 |
|
Por José Antonio Fernández Fernández
En el salón de clases del posgrado de Alta Dirección se dio una de esas discusiones largas y acaloradas, un grupo defendía la siguiente idea: todo tipo de negocios y gobiernos deben siempre ver en el cliente el fin último de su razón de ser. Es un gran acierto, estaban convencidos, de que la frase: "el cliente siempre tiene la razón", sea su guía más luminosa y máxima.
Otro grupo del salón de clases consideraba que lo más importante en los negocios e incluso en la administración de los gobiernos, debe ser siempre la rentabilidad y la administración por encima de todo: "sin rentabilidad no hay negocio, y sin administración no existe un buen gobierno. El dinero es el dinero, y ya no le den vueltas".
•
Cuando la discusión estaba al rojo vivo, uno de los alumnos pidió la opinión de otro alumno al que apreciaba por ser muy sensible. Lo invitó a que diera su punto de vista sobre la polémica, observó que se resistía a levantar la mano para pronunciarse a favor de uno u otro grupo. Le dijo: "comparte lo que estás pensando, siempre que participas ayudas a dar lucidez a los temas que tratamos. Hazlo ahora".
El alumno aceptó decir lo que tenía en mente, se puso de pie y empezó a exponer su curiosa disertación. Primero que nada, agradeció las palabras de reconocimiento de su compañero. Dijo que, sin duda, le parecían exageradas, pero que por supuesto le eran muy motivantes.
Los más de 90 alumnos del salón de clases guardaron silencio y se dispusieron a escuchar al único alumno del posgrado que no estaba de acuerdo ni con unos ni con otros.
•
La exposición del alumno inició con un letrero que escribió en el pizarrón: "Taquería, El Taco". Luego empezó a contar la siguiente historia: una tarde, en una taquería se dio una discusión. Unos comensales protestaron porque los tacos se los habían servido fríos y medio mal hechos. El mesero regresó los tacos a la cocina y pidió que los recalentaran. Volvió a la mesa con los tacos calientitos, y los clientes le dijeron: "qué diferencia, ahora sí están buenos, desde que los ves se sabe que están calientitos". Cuando el mesero se acercó a la caja, le dijo el cajero al oído: "los clientes siempre tienen la razón".
El mesero entró a la cocina y el cocinero le confió: "no se los recalenté, les cociné nuevos tacos y les escogí la mejor carne. Pero me va a regañar el jefe porque les puse queso y carne de más, me va a decir que así no sale el negocio".
La persona de la limpieza de la taquería que observó lo sucedido entre clientes, mesero, cajero y cocinero, se acercó al mesero y le dijo, hablando en tono como de maestra con libro en mano: "no te sientas mal, compadre, saliste regañado y creo que hasta andas medio confundido, porque unos te dicen una cosa y otros, otra. Lo que te pasó nos deja una lección a todos: en esta taquería no se trata de que el cliente sea el que tiene la razón, tampoco se trata de que el jefe se ahorre queso y bistec nomás por ganar más dinero. Al rato va a querer dar tacos sin tortillas para bajar los gastos. Aquí lo que hay que hacer es un buen taco, eso es todo. Un buen taco es nuestro trabajo. Si hacemos un buen taco, todo camina".
•
El mesero vio a los ojos a su amiga de la limpieza, y le preguntó con cierto tono socarrón: "¿y cuál es el taco de tu trabajo, el taco de la limpieza?" Aquí su respuesta, era una mujer sabia: "Pues que todo esté rechinando de limpio. Cada quien haciendo bien su taco y todos felices" (J.A.F.)
|
|