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Dos |
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Editorial publicado en la Revista Telemundo el 11 de abril 2025 |
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Ojos muy vivos, mirada despierta. La conversación sucede frente a un cielo estrellado en un terraza de Madrid, con el horizonte colmado de luces de ciudad. Nunca duermen las grandes metrópolis.
Soltó en ese momento una afirmación compleja de comprender, en una primera vuelta. Lo dijo así: al final de cuentas, solo hay dos caminos para encontrar el destino. Imaginaste desde niño tu destino y tu intención fue certera, es lo que haces. El otro camino es el que la vida te va llevando, como en el juego de la carambola. Quizá pensaste en algún momento que querías ser médico, pero el día que cocinaste unos buenos tacos o una rica paella, alguien te sorprendió al comentar: “ahora ya sabes a lo que te puedes dedicar”.
Dos caminos que en realidad se entrecruzan todo el tiempo. Se cruzan y mezclan. La voluntad terca vence mil y un obstáculos, muchas veces lo hace en zonas de niebla, no se ve más allá de medio metro. Ni las luces de carretera sirven de guía. Es desesperante el no saber en dónde te encuentras. Si alguien te toca, hasta puedes brincar del susto.
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Siguió hablando de los dos caminos: en realidad esto de los Dos Caminos es pura intuición, no lo escribió nadie nunca antes en ningún libro, es solo una forma de explicar por qué hacemos lo que hacemos.
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Me gusta saber que los Dos Caminos van juntos, prefiero verlos así, aunque sé que existen los químicamente puros, personalidades que de niños imaginaron ser tercera base de un equipo de beisbol, y eso son. O quienes se vieron de presidentes, de porteros de un equipo de fútbol, o los que sabían que su vida sería dedicarse al buceo, a tocar la batería por siempre o a ser profesores de primaria, maestras de kínder, catedráticos en una universidad, y justo a eso dedican su vida.
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Pero creo que aún quienes vieron de forma anticipada su destino, sé que torearon tormentas y relámpagos, que oyeron muchas ocasiones el NO magnificado, que alguna vez pensaron en tirar la toalla y mejor probar otra cosa, como en la película Belleza Americana: "por favor, quiero dedicarme a freír papás en un restaurante de hamburguesas, solo eso".
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Dos Caminos nos definen, el nuestro y el del otro, siempre el otro frente a lo nuestro, vamos juntos. Es la frase de Ortega y Gasset la guía de vida mayor: Yo soy yo y mi circunstancia. El otro es la circunstancia, obligatorio decir los otros, las otras. Y el yo es uno solo, ¿o soy yo muchos yos? ¿Cuántos yo puedo conocer a lo largo de mi vida? Creo que varios, no existe un solo yo. Es bonita la figura del poliedro que ilumina bares y discotecas con un crisol móvil de luces de mil colores, hipnotiza.
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Soy y somos Dos Caminos, soy y somos la suma de lo que queremos ser y lo que quienes nos rodean nos animan a ser cada vez que escuchamos sus críticas, sus malas opiniones, sus buenas vibras y sus mejores ánimos, sus análisis y su vibra buena, que es la que más nos alimenta.
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Los Dos Caminos nos persiguen, nuestra guía es el querer y el escuchar la frase que nos dice: "es por ahí, ve, te irá bien". Y entonces nos lanzamos a construir nuestra vida. Hay que poner cada ladrillo, cada día.
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Dos Caminos que nos indican el “no estamos solos”, siempre alguien nos acompaña, de lejos o de cerca, con o sin afecto, con alegría o metiendo el pie. Hay tantas variantes en el recorrer de una carambola, son Dos Caminos que nos labran. Y nos sentimos felices cuando llegamos al lugar, es algo difícil de entender, pero eso es la felicidad. Y nos sentimos agradecidos de quienes nos dijeron esa bonita frase: “sigue por ahí”. Y también cuando nos escuchamos en silencio frente al espejo: “Me siento bien, sentirse bien es único, sublime. Da vida".
Los Dos Caminos ubican, el que nosotros creemos para nosotros mismos y el que los otros labran también para nosotros, y a su vez nosotros labramos el camino para otros, somos el otro todo el tiempo y somos el yo también. Ayuda el cielo estrellado para entender esos Dos Caminos, una intuición casi imposible de explicar (JAFF)
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