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Por José Antonio Fernández Fernández
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Katia D'Artigues es la periodista más creativa,
original e imaginativa de México. Su estilo muy suave le permite preguntar
cualquier cosa, cualquiera, y que el entrevistado se sienta en un ambiente
en el que pueda responder sin temor a ser enviado al paredón. En cada
uno de los espacios en los que colabora siempre ha encontrado la manera de
aportar ideas únicas, novedosas y
atractivas. Es una mujer muy femenina.
Sabe del valor de la imagen y jamás la olvida. Igual en su columna en
los diarios, en la que inicia con una foto comentada (lo que nadie había
hecho antes), que en sus espacios de televisión,
en los que siempre ha encontrado la manera de sorprender al espectador y mantenerlo
atento. Lo hizo cuando participaba, junto con Andrés Roemer, en el programa
Entre lo público y lo privado. Ahí dejó huella.
Antes aportó en el programa Círculo Rojo de Canal 2, con Carmen
Aristegui y Javier Solórzano,
en el que se abrió espacio con su
ingeniosa sección Contra Reloj, y ahora de nuevo marca audiencia y hace época
al frente del programa de entrevistas Shalalá, que es ya una emisión
emblemática de TV Azteca y Canal 13.
En Shalalá formó un equipo de primera línea. Comparte la
conducción con Sabina Berman, una mujer inteligente que se toma siempre
en serio. Las dos dedican una hora o más a explorar el alma de los entrevistados.
Se olvidaron de esa terrible mala costumbre de la televisión
comercial de formular preguntas rápidas para encontrar respuestas rápidas.
En Shalalá saborean cada noche el arte de la conversación y
nunca se vuelven jueces de sus entrevistados. Hacen periodismo con estilo
propio, lo que siempre se agradece.
José Antonio Fernández: En internet, junto a la columna que publicas
en El Universal, aparece todos los días un texto
breve que te retrata. Ese texto me llamó la atención. Dice varias
cosas de tí. Apunta el texto que no querías ser columnista política,
pero sí monja, ingeniera, arqueóloga, historiadora, filosa... filósofa
y escritora. ¿Es verdad que tu primera opción fue ser monja?
Katia D'Artigues: Quise serlo como una semana
y media. Después lo olvidé. En El Universal me pidieron que hiciera
un texto para que me presentara a los lectores. Yo nunca he sido muy partidaria
de las cosas formales. Todo lo que dice ese texto es cierto. He querido ser todo
eso y más. Cantante, maestra,
astronauta, motociclista.
Una de las cosas que me gusta de mi vida es que me imagino haciendo munchas
cosas. Sin duda he encontrado en el oficio diario del periodismo una manera
fantástica
para acercarme a cualquier cosa que sea de mi interés. Tengo este enorme
privilegio de entrevistar a diferentes personas y eso es algo único. Puedo
entrevistar a políticos o hacer reportajes en Guaymas sobre recursos acuáticos.
A mí lo único que me falta es tiempo, horas en el día.
José Antonio Fernández: ¿De dónde viene tu deseo
de ser periodista?
Katia D'Artigues: Yo creo que es algo que se
dio y al mismo tiempo lo busqué. No tengo antecedentes familiares de alguien
que se hubiera dedicado al periodismo, en todo caso hubiera sido química.
En mi familia hay muchos químicos, empezando por mi papá. En mi
casa hay una vocación científica.
El primer culpable de mi acercamiento con el periodismo, y digo culpable
como de broma y no, fue mi papá. De niña yo tenía muchos problemas
de socialización. Yo era una niña muy seria, estúpidamente
responsable y odiosa. Era de las que le preguntaba al profesor: ¿ya
va a checar la tarea, maestro? ¡Imagínate!
Al ver mi manera de ser, mi papá me propuso que escribiera un periódico.
Su idea era que yo me acercara a mis compañeros del salón. Le hice
caso y armé mi primer periódico. Estaba en sexto de primaria. Le
puse el nombre de La Estrella Informativa. Un nombre cursi, cursi, cursi. Mi
papá entonces estaba haciendo
una maestría en el Tec. Me platicaba cosas de su maestría y yo
traducía eso que me contaba. También incluía notas de sus
anécdotas en mi periódico.
Mi mamá mecanografiaba lo que
yo escribía, le sacaba copias fotostáticas y así salía
el periódico. Yo misma lo repartía, por supuesto.
Además, a mí siempre me ha gustado leer. Leer es una suerte de
escape para mí. Es la oportunidad de conocer otros mundos que no están
a mi disposición. También me gusta desde siempre escribir cuentos
y cartas, sobretodo cartas. Me encanta escribir cartas y y recibir cartas. He
tenido muy importantes relaciones en mi vida que han sido epistolares. Algún
día me gustaría
hacer una novela epistolar.
José Antonio Fernández: ¿Sí te cambió la vida
el haber hecho el periódico en la primaria, te hizo más sociable?
Katia D'Artigues: No. La verdad es que no. Me
hice sociable hasta finales de la secundaria y en la preparatoria. Cambié porque
tomé la decisión de alivianarme. Fue una época de cambios.
Mi mamá empezó a
trabajar muchísimo. Se dieron más espacios de libertad y también
de mayor responsabilidad porque me hice cargo, un poco más, de la casa
y de mi hermana. Fue un momento en el que cambió mi vida.
Cuando mis padres se divorciaron, mi hermana y yo decidimos quedarnos con
mi papá. Fue una etapa de muchísima libertad y también de gran
responsabilidad. Fue también una de las mejores etapas sociales
de mi vida.
José Antonio Fernández: ¿Qué pasó dentro de
tí?
Katia D'Artigues: Creo que empecé a relajarame.
Siempre fui muy exigente conmigo misma.
José Antonio Fernández: Si todo quieres ser, como dice tu texto, ¿lo
que te gusta es el mundo?
Katia D'Artigues: Sí me gusta el mundo.
Yo he tenido dos grandes maestros en mi vida, uno de Filosofía (Nacho)
en la universidad y otro de Biología (Hugo Hernández) en la prepa.
En la prepa yo hacía otro periódico, que tenía mayor éxito
que el de la primaria. Lo armaba con una amiga que al igual que yo en ese tiempo
también quería ser química. Terminamos ambas estudiando
Comunicación.
Ella escribe telenovelas (Gabriela Pérez-Lau) y yo soy reportera.
Mi maestro de Biología me dijo: puedes ser buena química, pero
considera que puedes dedicarte a escribir. Fue él quien me hizo cambiar
de opinión.
Me puedo imaginar haciendo muchas cosas en mi vida. Alguna vez fui maestra
de kínder por un tiempo.
José Antonio Fernández: Si pasó por tu mente ser monja, ¿quiere
decir que hay una parte muy religiosa en tu familia?
Katia D'Artigues: Sí la hay, y yo diría
que es una idea católica
mal entendida que duró por varias generaciones, hasta antes de mi mamá.
Mi mamá fue novicia, novicia
rebelde digo yo. Duró seis meses en el convento. Yo siempre estuve en
escuelas laicas y mixtas, nunca en católicas.
Ya en la universidad, luego del divorcio de mis padres yo estaba aprendiendo
a manejar la casa en la que vivía con mi papá y mi hermana. Me
quedé a cargo. Entonces me acerqué mucho a los Legionarios de Cristo
y pertenecí a Reino, el movimiento laico que tienen. Pero me desilusioné mucho
porque sentí una enorme manipulación
de la religión. Entonces me alejé de los Legionarios y me volví casi
atea, que no atea. Pero ahora me he reconciliado.
José Antonio Fernández: ¿Te reconciliaste con la religión
católica?
Katia D'Artigues: Sí, no voy a misa pero
sí rezo. Desde que nació Alan,
mi hijo, no concibo a la religiosidad sin un profundo sentido de agradecimiento.
Es algo que me ha regalado Alan: un profundo agradecimiento por la vida y también
me ha reconciliado con Dios, o con mi idea de Dios, que no es necesariamente
católica. Cuando rezo igual digo una Ave María o
una del Dalai Lama.
José Antonio Fernández: Quizá para
algunos esto que voy a decir sea algo simplista, pero yo creo que los seres humanos
estamos hechos de cinco partes: una sentimental, otra emocional, otra física
o carnal, otra más
mental y otra espiritual. Quien logra desarrollar las cinco partes consigue
encontrar que el ser humano es extraordinariamente rico.
Hoy en día se habla muy poco o nada de la parte espiritual, es un terreno
para muchos negado que hasta pena puede llegar a dar. Es muy raro que alguien
confiese rezar, pero tú me lo estás diciendo. Me hablas de esa
parte espiritual. También te atreves a decir públicamente que eres
madre soltera y que tu hijo tiene síndrome
de Down.
¿Por qué tomas la decisión de hacer un libro abierto de
partes muy importantes de tu vida, que otras personas prefieren ocultar?
Dices sin problema quién eres, ¿por qué?
Katia D'Artigues: Por varias razones. Primero
porque me siento muy orgullosa de haber tomado la decisión de ser madre
sola y también
me siento muy orgullosa de Alan, y porque estoy convencida de que los secretos
son una cosa terrible para la humanidad. Para mantener un secreto es necesario
utilizar demasiada energía. En mi familia el peso de un secreto fue catastrófico
y llevó al suicidio a uno de mis tíos.
Sí pienso mucho en Luis cuando he tomado esta decisión de
ser muy abierta con mi vida.
Entiendo la pertinencia de tus preguntas hoy, pero creo que en unos diez
o quince años nos vamos a estar riendo de que me hayas preguntado el por qué decidí decir
abiertamente que soy madre soltera.
No nos hemos dado cuenta de que la sociedad ha cambiado. Hoy al menos el
treinta por ciento de los hogares en México están siendo
mantenidos por una mujer y son hogares uniparentales. Hoy no soy una ave
rara, simplemente lo digo.
La discapacidad de Alan, mi hijo, me ha dado regalos maravillosos. He sido
muy abierta y eso me ha traído enormes satisfacciones. He escrito todo el
proceso. Tener un hijo con discapacidad da mucho miedo. Lo rechazas o sientes
que lo rechazan. Te haces esas preguntas difíciles, como el por qué me
pasa esto a mí. Necesitas vivir un duelo, porque pensaste que ibas a tener
un hijo distinto al que tienes y hay que empezar a amar al que tienes. Todo esto
lo he escrito, es muy público y me ha traído
muchas satisfacciones. Mi blog tiene 117,000 clicks y por ello me gané un
premio en España. El fin de semana pasado me encontré con una mujer
que me agradeció haber escrito esos textos, reconoció a Alan y
lo saludó. Me dijo que su hijo había nacido con paladar
hendido y que mi texto le había servido de mucha ayuda. Me dio las gracias
y me animó a seguir escribiendo. Es acercarse a otras mujeres y
a otros padres.
Todo esto ha sido catártico. Pertenezco a muchas comunidades, como al
gremio periodístico, pero esta comunidad de padres con hijos con discapacidad
es otra cosa, es algo que nunca había sentido en mi vida. Hoy es mi misión
en la vida.
Viendo a la distancia, pienso que debe haber un plan más allá de
lo que yo he pensado. El que Alan llegue a mi vida me explica muchas cosas. Ahora
entiendo el por qué soy columnista política, porque sí puedo
influir en muchos terrenos. Porque puedo impulsar a que se hable del tema de
la incapacidad y empezar a reportearlo. Es un regalo fantástico.
Lo es.
José Antonio Fernández: Te hago una pregunta personal más.
El que hayas decidido ser madre soltera. ¿te va a
llevar a no casarte nunca?
¿Está dentro de tu imaginario el tener más hijos?
Katia D'Artigues: Sí, claro. Podría casarme o vivir con alguien.
Me gustaría tener más hijos pero no me aviento otro sola. Si con
el tiempo no vivo con nadie, quizá adopte otro hijo. Hay muchas formas
de hacer una familia. Muchísimas.
José Antonio Fernández: Te hice la pregunta porque alguna vez escuché a
una terapista decir que es muy bueno que un niño con discapacidad
tenga un
hermano o hermanos.
Katia D'Artigues: Yo no concibiría mi vida sin mi hermana. La adoro. Es
una compañera de viaje.
José Antonio Fernández: ¿Qué hace
tu hermana?
Katia D'Artigues: Trabaja junto con mi papá en una compañía
de distribución de productos químicos para la industria hulera,
con h. Esa empresa la fundó mi abuelo, quebró y volvió a
levantarse.
Te digo que es la industra hulera con h, porque cuando van a las convenciones
cantan entre todos esa canción conocida que dice: huleeeeeros, huleeeeeeros.
Y también tengo otra hermana, que es mi prima pero es como mi hermana.
Sin ellas dos no comprendería mi vida.
José Antonio Fernández: En ese breve
texto de El Universal que se publica en internet, dices también que te
hubiera gustado ser, además de filósofa, filosa. Tengo la impresión
de que filosa sí eres, ¿Compartes mi opinión?
Katia D'Artigues: Sí lo soy, todos los
días
afilo mi lápiz.
José Antonio Fernández: ¿Para qué afilas tu lápiz?
Katia D'Artigues: Yo sí creo que el humor en mí, que es la ironía
y el sarcasmo que viene junto con el ser filoso, es un mecanismo de defensa y
también una forma de ver la vida. Es una apuesta.
Valoro mucho a las personas que se ríen, se me hace un signo de inteligencia.
Es la verdad. La vida es demasiado corta como para tomársela demasiado
en serio. Somos realmente muy pequeños aunque algunas veces creamos
ser muy grandes. Ser filosa es una vacuna.
José Antonio Fernández: ¿Cómo
se da tu entrada al periodismo profesional?
Katia D'Artigues: En la Universidad Anáhuac
yo era la encargada de la comunicación de la Sociedad de Alumnos de la
carrera de Comunicación.
Entonces Alejandro Junco de la Vega decidió fundar el periódico
Reforma en la Ciudad de México. Fueron a muchas universidades a convocar
a los alumnos de Comunicación para que hicieran un examen que les daría
la entrada para trabajar en el nuevo periódico.
A mí me tocó organizar la conferencia del Reforma en la Anáhuac.
Fue fantástico. Cuando vi la imagen del periódico
El Norte me sucedió algo especial. Me dije: voy a hacer el examen y ahí voy
a estar.
Así sucedió. Aplicamos tres mil personas de universidades públicas
y privadas. Nos quedamos como 40. Soy fundadora de Reforma. Me fui mes
y medio a Monterrey a capacitar.
José Antonio Fernández: ¿A qué sección del
periódico Reforma entraste al inicio?
Katia D'Artigues: Yo quería entrar a Cultura, pero cuando regresé de
la Capacitación en Monterrey sólo había espacio abierto
en la sección de Espectáculos. Yo que me sentía muy trascendente
e inteligente, me quería morir. No sé cómo no me corrió mi
jefa de entonces. Fui de una soberbia horrible. Cuando me preguntaron qué quería
cubrir, les respondí que nunca en mi vida había abierto una sección
de Espectáculos de ningún periódico. Me asignaron cubrir
teatro y ha sido una de las mejores experiencias que me han pasado en mi carrera.
Aprendí a amar el teatro.
José Antonio Fernández: ¿Cómo es que llegas a escribir
de política?, que curiosamente es algo que no querías hacer
en tu vida.
Katia D'Artigues: Insistí en Reforma que
quería cambiarme a Cultura,
pero no me dejaron. Entonces cambié de periódico. Me fui a El Financiero.
Me encargué de la cartelera de teatro, y aclaro que de todo tipo de teatro.
La sección sólo aparecía los fines de semana. Era una gran
cartelera que se llamaba La Agenda del Espectador. Podía hacer entrevistas
y notas, además de recomendar obras. Luego hice el programa de radio La
Taquilla, pero me corrieron. Fue entonces cuando Alejandro Ramos, el director
del El Financiero, me dijo que me iba a dar más trabajo aunque no me pagaría
más. Acepté, me pareció bien.
Me encargó hacer una copia de una columna que publicaba El País
en su tercera de forros, que se llamaba Gente. Hablaba de personas. La escribían
con humor. Utilizaban cables (informativos) que otras secciones ignoraban. Bauticé mi
columna con el nombre La Crème de La Crème. Era información
internacional que reportaba lo que hacía la high society de todo el mundo.
Ahí leías noticias de reyes,
de Michael Jackson y su pedofilia o de Gorbachov anunciando Pizza Hut.
Se fue convirtiendo en una columna política.
José Antonio Fernández: ¿Cómo
se siguen dando los cambios en tu vida profesional?
Katia D'Artigues: Conozco en El Financiero a
Raymundo Riva Palacio, quien ha sido una influencia para mí. Alejandro
Ramos es como mi padre periodístico. Es una persona con la que estoy en
deuda siempre porque me dejó ser. Literalmente me dijo: has lo que quieras.
Si lo haces lo harás bien y eso será siempre bueno para el periódico
y para tí. Me dejó empezar a entrevistar políticos.
Las entrevistas me encantan, las veo por encima de la columna. Me flipan
las entrevistas. Son un gran privilegio porque conoces a otra persona.
Alejandro Ramos me guió, me aventó, me dejó ser.
José Antonio Fernández: ¿Qué viste en Raymundo Riva
Palacio que tiene una influencia sobre tí?
Katia D'Artigues: Raymundo Rivapalacio se daba
cuenta de detalles siempre. Tiene una vocación internacional. Antes de
las diez de la mañana ya leyó diez periódicos
del extranjero. No ve a México en solitario. La mayoría sólo
vemos a México, él ve a México y al mundo todo el
tiempo.
Raymundo (Riva Palacio) me invitó a fundar el periódico Milenio.
Era un proyecto irresistible, un privilegio. Entré con pasión.
Además, el equipo era fantástico. Estaban Ciro Gómez Leyva,
Carlos Marín, Marta Anaya y muchas más personas interesantes. Lloré por
semanas.
El Financiero es mi casa. Mi alma máter es Reforma. Milenio es mi primera
gran apuesta. En Milenio me fue muy bien. Se dio esa gloria de la creatividad
que surge cuando inicias un proyecto. Tuve la enorme fortuna de pensar cómo
quería hacer mi columna. Ahí empecé a publicar
mi columna con una foto.
Lea más de lo que dijo Katia
D'Artigues
publicado en exclusiva por Canal100.com.mx
José Antonio
Fernández: ¿Consideras que cuando entras al periódico Milenio
es el momento en el que te das a conocer?
Katia D'Artigues: Antes mucha gente pensaba que Katia D'Artigues era un
seudónimo tras el cual escribía un hombre. Pero cuando lanzaron
el periódico
Milenio nos hicieron toda una campaña publicitaria. Fue una de las
primeras sesiones de foto que tuve en mi vida. Me fue muy bien. Viví de
nuevo esa gloria de la creatividad. Tuve la enorme fortuna de pensar cómo
quería hacer mi columna. Aposté colocar una foto comentada, que
muchas veces es lo que más ve la gente.
José Antonio Fernández: ¿Por qué decides
salir de Milenio?
Katia D'Artigues: Porque me enamoré, fue una coyuntura feliz
en mi vida. Mi chavo, Amílcar, se iba a una instancia de investigación
en Yale. Me invitó para que fuera con él. Hice maletas y me fui.
Tuve un nombramiento como investigadora en la misma universidad. Hice un paréntesis
en mi vida.
Cuando les avisé que me iba a Yale (en Milenio), me dijeron que si quería
me fuera a Tumbuctú, pero que debía estar en México cada
mes para hacer el programa Milenio Televisión, que era cada 4 semanas.
Surge entonces una oferta de El Universal que fue muy buena para mí.
En
un momento cambié de país, de estatus social y de trabajo. Muchas
cosas al mismo tiempo.
José Antonio Fernández: ¿Cómo
se asimila tanto cambio?
Katia D'Artigues: Con espíritu aventurero.
Quizá la bronca fue
regresar después. Troné con Amílcar. No me arrepiento de
haber hecho la apuesta.
Me quedé en El Universal y en México. En El Universal tengo ya
6 años.
José Antonio Fernández: Cuando se dio el cambio político
en México en el 2000, que entra Fox y sale el PRI de Los Pinos,
los programas de televisión políticos desaparecieron de
la pantalla. Había
sólo uno que otro. Pero últimamente se ha dado un nuevo
furor de programas políticos. Cada uno de estos programas tiene
su mérito,
pero el que tú conduces con Sabina Berman, Shalalá, se
ha convertido en el más importante. Ahí la dinámica
es lenta y larga, y entonces la política se ve de otra forma.
Es también amable.
Se salieron del esquema.
Te pregunto: ¿cómo imaginaste hacer Shalalá?, que hoy se
convirtió ya en un programa con valor histórico para la televisión
mexicana.
Katia D'Artigues: Shalalá lo soñé y
lo imaginé desde
hace muchos años. Antes debo decirte que nunca quise estar en
la televisión
porque me daba pena, una suerte de vergüenza. En la universidad siempre
fui la productora, pero nunca la que aparecía a cuadro.
Ya como periodista, para mí era relativamente fácil lograr química
con un invitado cuando le hacía una entrevista en un café, como
lo estamos haciendo en este momento. Pero cuando imaginaba esta fórmula
en televisión,
me parecía imposible lograr esta comunicación. Porque
en la tele hay mucha gente, luces, movimiento y hasta interrupciones.
No le veía
posibilidades para hacer una conversación íntima entre
dos o tres personas frente a cámaras. Quería hacer la
réplica
en televisión
de esa conversación
de café que me gusta tener con mis entrevistados.
Antes de producir Shalalá probé con varios experimentos. Uno de ellos
fue la sección Contrareloj, que hice en el programa Círculo Rojo,
de Carmen Aristegui y Javier Solórzano. Ahí no salía yo
a cuadro. Tuvo mucho éxito. Era una entrevista a botepronto.
Shalalá lo imaginé como una cámara de Hessel (con las
cámaras y el staff tras los muros de la escenografía para hacer entrevistas
de la forma más íntima posible). Y te hablo que yo pensaba en esta fórmula
desde mucho antes de Big Brother. De hecho alguna vez se la propuse a un directivo
de Televisa. Me dijo que estaba loca, que a nadie le interesaría ver
eso. Que además
era una producción
muy cara. Y sí es una producción muy cara.
Yo soñé por años la idea de Shalalá y siempre creí en
el proyecto. Sucedió que un día Andrés Roemer
se fue con Entre lo público
y lo privado al 40 y a mí me ofrecieron hacer un nuevo programa
para TV Azteca. Me dijo Tristán Canales que presentara el proyecto
que yo quisiera. En ese tiempo descubrí que estaba embarazada.
Shalalá fue un programa de cocimiento lento. Nos tardamos en encontrar
la producción ideal. Hicimos dos pilotos. Estudiamos la escenografía,
la iluminación y todo lo que tendría el set. A los cinco meses del nacimiento
de Alan, salimos al aire.
José Antonio Fernández: ¿Por qué el nombre Shalalá?
Katia D'Artigues: A mí me dijeron que hiciera el programa que yo quisiera,
y la invitación la tomé al pie de la letra.
Yo siempre me imaginé en ese espacio con alguien más. Sabina Berman
es mi vecina en la vida real y la veo como una hermana mayor y al mismo tiempo
como mi par. La conocí entrevistándola. Somos muy buenas amigas.
Ella sabía
del proyecto del programa de televisión con el que soñaba desde
hace mucho tiempo. Le había platicado mi idea.
Antes se dio la posibilidad
de que hiciera otro programa con Sabina Berman y Denise Dresser, pero yo no quise
participar porque valoraba mi anonimato (en ese entonces). Yo quería seguir
subiéndome al metro y caminar por las calles sin problema. Cuando se acuerdan
de mis motivos para no entrar a ese proyecto, se ríen mucho
de mis razones.
José Antonio Fernández: ¿Y
ya no puedes andar en el metro hoy ni caminar por las calles?
Katia D'Artigues: ¡Claro que sí!
Pero toma en cuenta que yo siempre pienso que cuando voy a hacer algo me va
a ir muy bien. Por eso pensaba que no podría caminar por las calles
si hacía ese programa. Nunca contemplé, ni
contemplo, que me puede ir de la fregada.
Sabina Berman defendió el nombre Shalalá. Lo propuso porque shalalá era
una de mis muletillas más recurrentes. Cuando platicaba y actuaba el
programa de mis sueños, siempre decía shalalá. Por eso insistió en
el nombre. Yo le dije que debíamos buscar algo más serio. Pero
ella vio que era el bueno.
José Antonio Fernández: Me parece también que fue un acto
de cortesía de Sabina Berman, porque ella es tu invitada. ¿Imaginaste
que les iría tan bien con Shalalá?
Katia D'Artigues: ¡Por supuesto! ¡Claro!
Tenemos una gran televisora en un horario privilegiado y fantástico. Y nos va muy bien porque trabajamos
mucho y nos gusta lo que hacemos. El que nos vaya bien no es una casualidad.
No nos sentamos a fumar un cigarrito para ver cómo pasan las cosas.
Nos pusieron frente al programa político más visto de Televisa,
que es Tercer Grado, y eso también nos ha hecho crecer porque es un gran
reto. Estar junto a Sabina Berman también es un gran reto. Nuestra productora
Hilda Soriano es fantástica. Isabel Tardán, nuestra directora,
es talentosísima. Tenemos un buen equipo de investigación y de
producción, en el que está también Alejandra Quero. Nos
tenía que salir bien.
José Antonio Fernández: ¿Todos los políticos
aceptan asistir a Shalalá?
Katia D'Artigues: En algunas ocasiones se tardan
en dar el sí, que entiendo puede ser por coyunturas políticas.
Por ejemplo, el secretario del Trabajo no quiere estar en Shalalá porque
considera que es un programa muy relajado que contrasta con la situación
del país.
Sé que
Javier Lozano toca bien el piano, y queremos que lo toque en el programa. Crisis
o no crisis, la gente seguirá tocando el piano.
López Obrador se tardó muchísimo en aceptar. Yo llevaba
seis años pidiéndole una entrevista y nunca había dicho
que sí. Y sigue sin querer darme la entrevista que yo le quiero hacer. Pero
continúo insistiendo porque soy renecia.
José Antonio Fernández: ¿No le hiciste a AMLO la entrevista
que tú querías?
Katia D'Artigues: No, fue de coyuntura. Se dio cuando él flexibilizó el
cerco informativo. Porque era él quien tenía puesto un cerco informativo
a los medios.
Yo quiero hacerle a López Obrador una entrevista de semblanza personal.
Pero dice que no porque me tiene miedo. Dice que no le gustan ese tipo de entrevistas,
que ha leído algunas que he hecho y que no, que no se siente en confianza conmigo.
Tarde o temprano la haremos.
José Antonio Fernández: Hay periodistas
que juegan a encontrar la verdad y llegan a creer que le pueden
creer al entrevistado. Desde mi punto de vista es una postura muy peligrosa,
siempre, y más si se entrevista a políticos.
Tratando de descubrir los secretos de tu encanto como periodista, tengo la impresión
de que tu juego es nunca creerle al entrevistado, sino sólo preguntar.
Y del juego de preguntar no te mueves.
Katia D'Artigues: Nunca lo había pensado de la forma como lo planteas,
pero creo que sí, a eso juego.
Yo respeto mucho la inteligencia de las personas que me leen y me escuchan, y
a quienes entrevisto también. Yo lo que intento es que cada quien se muestre
lo más fielmente posible a como es, y que los demás hagan sus
juicios. Por eso es importante que se dé ese ambiente de confianza. Yo
no soy quién para juzgar a nadie.
En la entrevista no hay preguntas tontas, la clave está en dejar hablar
al otro. A veces un ¿deveras. mmmhh?, puede tener
mejor efecto que la pregunta más
sesuda. Si realmente escuchas al otro, hay más posibilidades
de obtener una respuesta y que cada quien saque sus conclusiones.
José Antonio Fernández: Antes de que aparecieras junto con Sabina
Berman (no le quiero quitar nunca el crédito) en el programa Shalalá,
en México se vivía un furor por
las preguntas rápidas que querían respuestas rápidas (en
los programas políticos). Considero que es la forma más fácil
para que un político
puede torear las preguntas de cualquier tipo. Son un regalo para los entrevistados.
En Shalalá rompieron con la fórmula preguntas rápidas y
respuestas rápidas. ¿Cuando iniciaron Shalalá se
propusieron en forma conscienter desde el principio combatir esa fórmula?
Katia D'Artigues: Yo hice la fórmula
de las preguntas rápidas
durante muchos años, que también tiene su chiste. La utilicé
en Contrareloj y en Entre lo público y lo privado. Hay que prepararse
para hacerlas, aunque sé que a un entrevistado muy entrenado le
perdonas la respuesta si sale con algo simpático.
Ahora que está de moda el slow food, habría que poner de moda
el slow interview.
José Anntonio Fernández: ¿Te has sentido desubicada por
el éxito de Shalalá, por haber logrado esa capacidad de convocatoria
extraordinaria? ¿Te has vuelto amiga de los políticos?
Katia D'Artigues: Si te refieres a si me siento
más importante o si se
me subió, te puedo decir que no. Siempre he sido muy terrenal.
Sé que si en este momento de mi vida me buscan, es porque les convengo,
porque me quieren vender algo. Puede ser información, imagen, una candidatura
o venderme que son los mejores.
Por supuesto no se da una relación totalmente deshumanizada con los
entrevistados, hay simpatías
o empatías. Pero a mí sí me queda claro que
yo desempeño un trabajo periodístico. En este sentido agradezco mucho
el haber empezado en Reforma en donde tienen normas intraperiodísticas
muy estrictas, como el no aceptar regalos y el que el periodista pague las
comidas (y no permitir que le inviten).
Me sirvió mucho
lo que nos decía la maestra María Luisa Díaz de León:
la manera más fácil de comprar a un periodista, es con un halago.
Y eso es algo que siempre lo tengo muy presente. Cuando alguien me dice que
soy muy hermosa, que mis ojos son pispiretos y maravillosos y que soy bien
simpática y tengo la letra muy bonita, entonces de inmediato primero
me pongo a pensar el por qué esa persona me halaga. Esto no significa
que siempre sea absolutamente desconfiada.
Lea otras 26 respuestas de lo que dijo
Katia D'Artigues
publicadas en exclusiva por Canal100.com.mx
1. Yo no tengo buenos
amigos políticos. Considero que guardo buena
relación
con algunos, y sólo eso. Mis amigos están en otro lado.
2. Shalalá sí es un programa que revela. El
tono en el que se hacen las preguntas no implica falta de seriedad. Somos relajadas
al preguntar y estamos muy conscientes de que es importante dejar al otro hablar,
pero no sin orden. No se trata que llegue alguien, onda Muñoz Ledo,
y diga lo que quiera.
3. La libertad de expresión es algo que es necesario revisar todos los
días. No creo que haya reglas. La única noticia que hoy no daría
es que alguien es homosexual, a menos de que esa persona quiera decirlo. Fuera
de eso todo lo relativo a lo humano debe saberse.
4. Entendiendo que toda libertad está acotada,
veo que la prensa escrita y mucho más allá el internet, son libérrimos,
comparados con otros medios de comunicación.
5. Hoy estamos viendo cosas que no veíamos
antes. Hoy no necesitas firmar con tu nombre en internet. Haces tu nic, y ya.
Además,
nadie necesita que otro decida publicarlo, y eso cambia exponencialmente
las cosas.
6. Hay una estadística en relación
a los sitios de internet: de cada 10 páginas de internet nuevas, ocho
son visitadas solamente por las persona que las pusieron en línea. Y es que
todo el tiempo se están
abriendo páginas nuevas.
7. Jamás me han dicho que no puedo publicar un artículo.
Nunca.
8. Nunca nadie me ha ofrecido un chayo (dinero
o pago en especie por escribir a favor de alguien), sería
genial hacer la crónica.
9. Creo que sí existe el chayo todavía.
Corren rumores de que existe y que se da en mensualidades.
10. Hay tanta oferta de medios el día
de hoy, que si un periodista
deja ver que está vendido al régimen, o a alguno de los muchos
regímenes que existen, de inmediato pierde credibilidad con la gente.
11. Cuando recibo información o me acerco
a una entrevista, comprendo que la información que recibo es parcial
y que voy a conocer sólo
un pedazo del pastel, no todo. Eso me obliga mañana a reportear en otros
lados para tener la información que va completando ese pastel.
12. Las personas somos complejas, y eso siempre debo tomarlo en cuenta
al ejercer el periodismo.
José Antonio Fernández: No
te identifico como antilopezobradorista ni como pro AMLO, tampoco como anticalderonista
ni en pro. No te veo como anti ni como pro. ¿Lo eres?
Katia D'Artigues: No, y eso me parece bien.
Hay quien dice que soy de extrema derecha y otros al día siguiente me
ubican de extrema izquierda. No soy ninguna de las dos. Yo creo que nadie tiene
la verdad absoluta.
14. Los políticos son seres humanos muy
divertidos. Están seguros
que su enorme importancia será retratada por la historia y que además
se verán bien. Yo no veo que dentro de 20, 30 ó 40 años
vaya a existir un libro que cuente cómo nació Shalalá con
Sabina Berman y Katia. Pero los políticos sí se ven en los libros
que aparecerán
en 5, 10 o cien años. Están seguros que dirán: "en
2008, Manlio Fabio Beltrones... shalalá". Los políticos me
encantan como personajes, son muy interesantes.
15. Aprendo en todo lo que hago, es mi actitud
ante la vida. Pero ahora que hablamos de los políticos, te quiero decir
que me encantó reportear
teatro. Aprendí muchísimo. Me gustó hacerlo porque creo
que todos tenemos nuestra propia historia de teatro y tendemos a ser los dramaturgos
de nuestras vidas. Todos tenemos nuestros propios miedos y nuestras propias dudas
y razones para levantarnos por la mañana. Aunque no hayamos matado a nadie,
siempre hay esqueletos en nuestro clóset de cosas que no queremos ver.
No me refiero a muertos, necesariamente.
Cada persona somos un mundo y eso se
me hace fascinante. Y la política mexicana es un gran teatro. Es un enorme
espectáculo. No es casual que yo haya sido reportera de espectáculos
y después me hayan pasado a política, porque la política
se empezó a hermanar con el espectáculo de tal manera que ya no
se sabe quién es quién y cuál es cuál. Yo sólo
percibí la
realidad y la escribí.
16. La política está montada como si fuera una obra de teatro.
¡Claro que lo está! Y cada vez está más montada en
base a encuestas, focus group y demás. Cada vez somos menos espontáneos.
Antes un político se subía a una silla y empezaba a dar un discurso, ¿quién
lo hace así ahora?
Hoy mandan a hacer encuestas, se sacan una foto carísima,
junto a ellos vive el encargado de mercadotecnia que les dice cómo y también
su asesor de imagen que los cuida en todo momento y que les dio un curso de miradas,
de cómo vestirse y de cómo leer el teleprompter. Todo es un montaje.
Esto no significa que hay que creer hoy más o menos, sino verlo como es.
Que cada quien decida si cree lo que lee, ve o escucha.
17. Soy una ferviente convencida de internet.
EL Universal tiene muchos más
lectores que lo leen por internet que en su versión impresa. Internet
puede terminar siendo más visto que la televisión. El columnista
clásico, que era el periodista reverenciado y hasta temido, es una especie
en extinción.
José Antonio Fernández: Normalmente los
periodistas que trabajan en periódicos y los intelectuales ven a la televisión
como un medio menor, y quieren que la televisión
se adapte a ellos en vez de ellos adaptarse a la televisión. Piensan
siempre en el fondo y no en la forma. Me queda claro que tú sí
respetas a la televisión como medio y buscas ser creativa al entrar
a la pantalla. Tan es cierto lo que digo, que has encontrado tus formatos televisivos. ¿Por
qué respetas a la televisión?
Katia D'Artigues: Todos los medios son buenos,
pero el poder que tiene la televisión
de llegar a las casas y de estar en la cama con, es fantástico. Es un
gran privilegio hacer televisión. Como periodista lo más importante
es tener algo que decir.
Mi apuesta es llegar al mayor número de personas
que se pueda, aunque durante mucho tiempo y todavía hoy en algunos casos
hay quien piensa que la información política debe llegar sólo
a una élite.
Pienso en la forma al hacer televisión porque sin duda la forma es fondo.
Siempre lo ha sido en mi carrera, desde que empecé. Siempre he creído
que la forma de decir las cosas es la mitad o más de la mitad de la
razón por la que la gente te lee, te ve o te escucha. Tengo una vocación
por la claridad. Busco explicar con las palabras más sencillas posibles
para que un mayor número de gente comprenda y siga lo que hago. Me leen
chavos y muchas mujeres.
18. Si no le apostamos más a una agenda
más ciudadana y si no nos
responsabilizamos más los ciudadanos de nosotros mismos, en lugar de
responsabilizar al gobierno por lo que nos pasa, estamos jodidos.
19. Estoy muy contenta de vivir
este momento. Tengo culpa porque no estoy todo el tiempo que debería
o quisiera con mi hijo Alan.
20. El poder que puedo tener hoy lo siento
como un privilegio y como una oportunidad, para conocer más y hacer
un mejor trabajo. Con el poder que tengo hoy puedo influir en las cosas que
quiero influir, que es básicamente la
inclusión de las personas con incapacidad. Por única vez en la
vida sí estoy buscando influir de manera concreta y hacer uso del poder
con el que cuento, sea mucho o poco.
22. Sí aprecio el Teletón porque
le dio mucha visibilidad a las personas con incapacidad, pero ojalá pronto
pensemos en ellos como personas con plenos derechos, igual que tú y
yo, y no como pobrecitos. Con derechos a la salud, al trabajo, a la educación...
23. No tengo novios políticos, y menos
en plural. No tengo ni un novio.
24. La seducción intelectual
es la que tratan de ejercer cotidianamente los políticos.
25. A México lo veo hoy enojado y dividido.
No hemos superado el 2006. Tenemos muchas ganas de echarle la culpa a alguien
más por lo que nos sucede a nosotros mismos, y eso es algo que debe cambiar.
26. Yo acepto que no hago lo suficiente por
México, lo acepto. Pero
de lo que hago, mi mejor trabajo es
esta conciencia que quiero despertar en diversos grupos, tanto sociales como
de poder político y de medios de comunicación, sobre las personas
con discapacidad.
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