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Por José Antonio Fernández F.
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José Gutiérrez Vivó es el conductor
más importante
de la radio mexicana de los últimos tres lustros. Cuando él
se inició, la radio de México era una programadora casi exclusiva
de música. Había algunas estaciones que transmitían
noticias, pero no existían los programas de opinión
y noticiosos que hoy inundan el cuadrante y que han influido con fuerza a
la televisión.
Para Gutiérrez Vivó, en materia informativa la radio va muy adelante
de la televisión. El día en que lo entrevisté había
tenido en el estudio a tres secretarios de Estado. En todos los casos los
invitó para
preguntarles sobre problemas de primera importancia para el país,
y también para decirles lo que él, sus colaboradores y el auditorio
piensan de esos problemas y de lo que conviene hacer para enfrentarlos.
En las oficinas de Gutiérrez Vivó casi no suenan los teléfonos.
Asegura que no le contesta a ningún político. Afirma que nunca
se pone de acuerdo con nadie antes de las entrevistas. Que no desayuna, come
ni cena con políticos. Que jamás habla con ellos por teléfono
en privado. Que su contacto es siempre al aire y ante el público.
JOSE ANTONIO FERNANDEZ: ¿Cierto es que se inició en la radio
como vendedor de tiempos para publicidad, y que de ahí surgió la
opción de ser conductor?
JOSE GUTIERREZ VIVO: Esa es una explicación que inventó un exfuncionario
de esta empresa que tenía muchos gatos en el estómago. Al contar
esa historia trataba de reducir la dimensión del trabajo que aquí se
ha hecho.
Eso no es cierto. Yo me aficioné a la radio, en especial a la onda corta,
desde que tengo uso de memoria. Cuando tenía 17 años estuve cerca
de dos grupos de radio en México. Después decidí mi profesión.
Cuando cumplí 18 años viajé a Inglaterra a estudiar Comunicación.
Allá, al mismo tiempo que estudiaba, trabajé como corresponsal
del Núcleo Radio Mil y, durante muchas madrugadas, en el Servicio Latinoamericano
de Noticias de la BBC. Regresé a México en 1972. Llegué a
Radio Programas de México con la intención de crear un programa
informativo con características especiales y diferentes. Pero me dijeron
que la estación estaba armada, que no era posible que deshicieran la
programación para que yo metiera mi proyecto.
J.A.F.: ¿Cuando se fue a Inglaterra ya tenía
en mente la idea de su programa de radio?
J.G.V.: Desde antes. Desde los 17.
J.A.F.: ¿A qué edad regresó a México?
J.G.V.: Tenía 22 años.
J.A.F.: ¿Qué hizo cuando
le dijeron que no?
J.G.V.: Me dijeron que viera a Clemente Serna Alvear. Lo conocí. Comentó que
tenían planes para hacer algunos cambios en la estación. Me invitó a
que me quedara con ellos. Acepté. Me dieron un entrenamiento de 7 meses.
Dos meses fui operador, otros dos estuve en continuidad, otro tiempo me pasaron
al departamento administrativo y, al final, participé en el área
de ventas. En esos meses, Radio Programas de México compró RCN
y en la frecuencia 1110 se formó Radio Red. En septiembre-octubre de
1973 iniciamos el programa Monitor, y en abril de 1974 arrancamos la Red Nacional
de Noticias, que incluía 44 ciudades. Después lanzamos Monitor
de la mañana.
Es importante decir que Clemente Serna Alvear, desde el momento en el que empieza
a tomar el control de la empresa de su padre, muestra una inclinación
por meter noticias en radio. Así armó Radio VIP (24 horas de
noticias), y cuando yo entré colocamos Monitor con una idea similar
a Radio Reloj de Cuba.
J.A.F.: ¿Cuándo se puso al frente del micrófono?
J.G.V.: Para 1977 yo era Gerente de Información y también responsable
de la programación y del área de ingeniería. En ese 1977
viajé a Japón e Inglaterra para tomar unos cursos. Esas salidas
me refrescaron y sacaron a flote, otra vez, la idea de hacer mi programa. Hablé con
Clemente Serna, le dije que llevaba muchos años trabajando en muchas
cosas y que yo quería hacer el programa. Él aceptó. Ese
día dejé todas las gerencias y responsabilidades y me quedé sólo
con la de información. El día primero de abril de 1978 tomé el
micrófono y entré al aire.
J.A.F.: ¿Cuándo siente
que toma vuelo?
J.G.V.: La fuerza del programa empieza a notarse en 1980. Recordemos que no
había programas de noticias. Estaba Paco Huerta, un hombre valiente,
creador de la radio pública, que es radio de denuncia. Pero mi idea
iba por otro camino. Yo quería hacer un programa en el que pudieran
darse opiniones; las mías y las de expertos colaboradores. Eso no
existía.
En ese mes de abril de 1978, a los cuatro días de que empecé al
aire, tuvimos nuestro primer encontronazo con Fernando Solana, entonces secretario
de Comercio. Al aire expresé mi punto de vista y eso no le gustó.
Luego tuvimos una larga discrepancia con Hank y la construcción de los
ejes viales. La gente no los quería y nosotros lo decíamos, y
eso a ellos no les gustaba. Porque el sistema mexicano es así. Ellos
seguramente decían: ¿y quién es este para decirnos
qué está bien y qué no? Esa época de presiones
duró muchísimos años. Desde chantajes, sanciones, llamadas...
todo lo que pudieron hacer lo hicieron. ¿Por qué? Porque había
que callar a Monitor. Pero a su vez Monitor iba avanzando.
Creamos el servicio vial, muy a su pesar, porque decían que agrandaríamos
los problemas al verlos desde el helicóptero.... que nunca nos prestaron.
J.A.F.: ¿Siempre buscando
hacer algo novedoso?
J.G.V.: En México los medios electrónicos nunca entrevistaban
funcionarios. “Ellos no tenían por qué ir a la radio ni contestar
el teléfono para dar explicación alguna”. No lo hacían
para la radio, menos para la televisión.
El primer funcionario público que fue entrevistado en vivo para un medio
electrónico fue Santiago Roel, entonces secretario de Relaciones Exteriores
de José López Portillo. Lo entrevisté yo en el programa
Monitor en 1978. Ahí se abrió la brecha de algo que ahora es
muy común.
También en Monitor hicimos la primera transmisión internacional
y las primeras encuestas.
J.A.F.: ¿Qué les estimulaba
para hacer siempre acciones novedosas?
J.G.V.: Creo que a Clemente Serna hacer una emisora líder en todos sentidos.
A mí, el revolucionar la forma de hacer noticias en México, que
era algo totalmente anticuado.
J.A.F.: ¿Cabe aquí la comparación
internacional?
J.G.V.: No había un modelo y hasta la fecha no lo hay. Hay cosas parecidas.
Pero un programa como Monitor, mezclando tantos elementos como información
política, cultura, cobertura vial, tratar de transformar al país,
aportar ideas, sancionar públicamente a los que pensamos que están
equivocados... no, eso no existía.
J.A.F.: ¿En cuanto a su política de información?
J.G.V.: Evitamos los ataques personales o intrascendentes. Nos interesa el
punto de fondo. Si hablamos de turismo y le va mal al secretario, el asunto
no es personal. Nuestros comentaristas están conscientes de que vienen
a contribuir con ideas. No participan para perder el tiempo para ver si le
dan en la torre a tal o cual persona, para luego ir a las dos de la tarde
haber qué le sacan. En Monitor, nunca de los nuncas el conductor habla
antes con el entrevistado. Lo que me quieran decir me lo pueden decir al
aire. Aquí no hay café previo. Eso no existe. Hemos ido tratando,
aunque suene pedante, de educar a los entrevistados.
J.A.F.: ¿Hubo planes para que hiciera televisión?
J.G.V.: Sí.
J.A.F.: ¿Es una asignatura
pendiente?
J.G.V.: No.
J.A.F.: ¿Por qué no?
J.G.V.: Por varias causas. La primera: todos sabemos cómo opera la televisión
mexicana, y a mí me gusta pensar mis cosas y confrontarlas con el auditorio.
Si el público estuviera en contra de mis ideas, no tendríamos
la posición que hoy ocupamos.
Nosotros nos sometemos a un 6 de julio diario. Si así lo hacemos, y
aunque suene petulante, ¿por qué habría que depender o
someterme a lo que opine un señor (que sería el Presidente de
Televisa)?
Numero dos: Para mí es más importante mi libertad que cualquier
otra cosa que puedan ofrecerme. Número tres: El trato es muy importante,
y no estoy dispuesto a aceptar los tratos que se la daba a la gente en esa
empresa. Y número cuatro, finalmente la televisión es un medio
que para mi gusto limita y castra a los conductores. En Monitor tenemos la
libertad de hacer entrevistas de una hora o de un minuto. Hacemos lo que queremos
y creemos. Y en una televisora donde trabajan 20,000 personas todo el mundo
se siente propietario. Todo el mundo quiere quedar bien con el de arriba y
con el de más arriba, y aquello se vuelve una especie de ministerio
ruso.
J.A.F.: Se ha dado una apertura en
la televisión. ¿Qué tan
adelante cree que está la radio en materia informativa?
J.G.V.: Yo no creo que haya apertura. El fenómeno es muy claro: en radio
estaba la radio musical, los programas de la W, y nosotros, Radio Red, que
iniciamos con los programas informativos. Cuando en la televisión empiezan
los despidos por censura y otras causas, esa gente de televisión migró como
recurso a la radio. Ya en la radio pensaron: “¿Y ahora qué hacemos?” Y
como no traían ningún modelo, decidieron que cada quien su esquina,
pero a imagen y semejanza de Radio Red. Pasan muchos años así,
saturan el cuadrante, repitiendo lo mismo sin aportar ideas nuevas. Viene la
venta de la televisión y la apertura de México, y entonces esos
mismos regresan a la televisión. ¿Qué se llevaron? Lo
que se hace en radio.
La tele es radio en televisión.
Es un desperdicio absoluto lo que hacen. Es tener un máquina de doce
cilindros manejándola como hacían con su coche de cuatro cilindros.
Esa libertad que aprendieron en radio la ponen en televisión. Fíjese
qué programa escuchan los funcionarios y empresarios importantes, y
sabrá que no se transmite por televisión. La televisión
no es el medio que empuja, liderea y cambia.
J.A.F.: ¿Han sido innovadores en la televisión?
J.G.V.: No. Lo invito a recorrer en un viaje de jet supersónico las
televisoras del mundo, y podrá ver programas que se hacen en México
a imagen y semejanza de los famosos de otros países y de otros tiempos. ¿O
nosotros inventamos la cámara escondida, los concursos de baile o el
público en el estudio? ¿El hacer realidad el sueño de
la gente?
J.A.F.: Lo veo cercano a la televisión.
La conoce.
J.G.V.: Soy una gente de medios. Me encantan los periódicos, me gusta
la comunicación. Lo que intento a diario es cambiar la mentalidad de
los que se dejen y comunicar.
J.A.F.: Le he escuchado estar muy
enojado con lo que se hace en la televisión.
J.G.V.: Me parece que socialmente son muy irresponsables los ejecutivos
de la televisión mexicana. Recordemos que en un país como el
nuestro, finalmente el verdadero ministerio de educación es la televisión
y después la radio. La gente se expone más horas a la televisión
que al aula. Entonces no nos hagamos tontos. ¿Cómo puedo pensar
que los directivos de la televisión de un país son ajenos,
absolutamente ajenos, al impacto cultural y a la conducta de una población?
Si pienso que son ajenos, no entiendo a los medios ni a la sociedad. ¿Qué hemos
hecho? Hemos confundido esa apertura con una baratija, y le está hablando
alguien que ha vivido esa represión de a deveras. ¿Para qué queremos
la apertura? Pienso que para construir, no para destruir. Tenemos una sociedad
carente de muchas cosas. ¿Está trabajando la televisión
para construir esa sociedad? No.
Lo que están haciendo es sacarle todos los pesos y dólares posibles,
como si fuera la vaca de oro. Están exprimiendo la televisión
hasta el último minuto, y si tienen que vender basura, por no decir
otra cosa, pues la venden. Y como estamos viviendo el achicamiento del gobierno
mexicano, nadie les dice nada y ellos están encantados.
J.A.F.: ¿Cómo decidir en plena apertura, qué se dice
y qué no?
J.G.V.: Antes que nada hay que entender que por encima de la televisión,
debe de estar el bienestar del Estado. Entiendo por Estado: población,
territorio y gobierno. Si yo tengo en mis manos la televisión, que repito,
es el arma número uno para educar o deseducar a un pueblo, para comunicarlo
o violentarlo, entonces no puedo pensar como concesionario ni como comerciante,
tengo que pensar como estadista, aunque yo no sea el jefe de estado. Y antes
que las televisoras vivan dándose en la torre, tenemos que ponernos
de acuerdo en elevar al país. Y aclaro que nunca he pensado que programen
el ballet o a la sinfónica a las siete de la noche. Hay muchas opciones
sin que la televisión pierda sus funciones, que son divertir, informar
y educar.
J.A.F.: En la Revista Telemundo ya
hemos dado cuenta de una tendencia internacional de la televisión
por mejorar los contenidos.
¿Se está quedando atrás la televisión mexicana?
J.G.V.: Lo único que están haciendo es colaborar con la destrucción
de los pocos valores que nos quedan.
J.A.F.: ¿Ha influido para
cambios concretos la labor de Radio Red?
J.G.V.: Hace unos meses, en privado, platicábamos sobre esto
Clemente Serna y yo. Pensábamos que nunca van a reconocerle a Radio
Red el cambio que generó en México. Fue el primer medio electrónico
que criticó al Gobierno. Fue el primer noticiario que retó al
Gobierno a cambiar el modelo económico. El primero que se atrevió a
realizar investigaciones que expusieron públicamente raterías
y errores de funcionarios. El primero que les dijo a los empresarios que estaban
equivocados porque actuaban como en la época virreinal. El primero que
habló de ecología. Ahora hay una Subsecretaría, un Instituto,
un movimiento verde, Partido, diputados y conciencia, hay verificaciones y
la propuesta fue nuestra.
Pero no queremos reconocimientos. Aquí, como usted ve, no hay ningún
diploma. Los que nos han dado los guardamos con cuidado. Aquí, hace
dos décadas, Luis Pazos dijo que había que bajar los impuestos.
Hemos insistido en que suban las horas de clases de primaria a 8, y hace dos
semanas las subieron a 6. Puedo decirle una larga lista. Suena pedante, pero
Monitor ha sido factor de muchos cambios.
J.A.F.: ¿Qué tan grande es el poder de
los medios?
J.G.V.: Lo que pasa es lo siguiente: históricamente, el poder ha pasado
por manos de todos: los sacerdotes, los grupos militares, los gobernadores,
los políticos... todo mundo ha tenido el poder. Ahora que se desprestigian
el gobierno y los partidos, ¿dónde queda el poder? Aquí,
aquí está el poder, en los medios. Y no lo digo sólo yo.
El Presidente Zedillo me comentó hace poco: tengan cuidado porque ustedes
se están quedando con el poder real, y si ustedes no saben manejar el
poder, si cometen los errores que cometimos los partidos políticos y
los gobiernos, el poder va a acabar, después de un largo ciclo, en manos
de la gente y eso se llama anarquía.
J.A.F.: ¿Comparte la percepción
del Presidente Zedillo?
J.G.V.: Totalmente. Es real. En donde se mueven las cosas es en los medios.
Lo mismo pasa en Estados Unidos, en Canadá...
J.A.F.: ¿Debe dejarse todo a la ética
personal del que maneje los medios?
J.G.V.: La realidad me está demostrando que hay mucha gente que no debería
manejar medios, porque los utilizan sin límite. Y esos son los que se
esconden en el “no deben regularnos”.
Pero creo que la situación se va a salir tanto de curso, que nos van
a querer meter a todos en cintura. Si eso fuera la solución, ¡qué bueno! ¿Pero
quién jalará los cordones del corsé? En el fondo, es la
lucha de una clase política que quiere retomar el
poder, porque lo perdieron y ellos quieren que regrese a ellos. Su espacio
se llama legislación.
J.A.F.: ¿Qué hacer?
J.G.V.: Tienen que hacer reflexionar a los señores propietarios
de los medios para que reconozcan el negocio en el que están metidos.
Los propietarios deben asumir su responsabilidad. Deben reconocer que el gran
reto es el país.
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