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Álvaro Cueva
TV Azteca y Televisa están estancadas. Les falta tener amor por la televisión
Publicada en la Revista no. 79 el 08 de octubre 2004
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Por José Antonio Fernández F.

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Álvaro Cueva es el mejor crítico de programas de televisión de México. Ejerce su oficio todos los días en el periódico Milenio. Sus artículos se leen e influyen. Su opinión pesa y provoca cambios. Es un cuestionador permanente que no desprecia a la televisión.
Cueva considera que las 2 grandes cadenas de la televisión mexicana, Televisa y TV Azteca, están estancadas. Piensa que no están dedicadas a hacer televisión. Observa que TV Azteca obedece a la estrategia de negocios de todo un consorcio (el Grupo Salinas), mientras que Televisa sólo busca ganar dinero.


José Antonio Fernández: Hoy estás, sin lugar a dudas, en la cumbre de tu oficio como crítico de programas de televisión. Eres muy influyente. Lo que escribes en tus críticas provoca cambios o celebraciones en las oficinas de las televisoras del país. ¿Qué sientes hoy que tu labor crítica es tan influyente?
Álvaro Cueva:
Una responsabilidad monumental, porque me doy cuenta de lo que provocan mis columnas. Porque hay gente que se ha quedado sin trabajo por cosas que yo he publicado, y otras que también por comentarios míos han ascendido. Siento una gran responsabilidad porque esto va más allá de la televisión, ya toca gente.

José Antonio Fernández: ¿Por qué crees que tu crítica tenga tanto punch?
Álvaro Cueva:
No tengo una receta ni un método estudiado para hacer que mis artículos impacten. Lo que sí te puedo decir, es que tengo 18 años de ser crítico, de estar viendo y viviendo la televisión. Porque no me he conformado de estar sólo de este lado de la pantalla, también he estado dentro, con triunfos y fracasos. Yo vivo la televisión por todos lados.

J.A.F.: ¿Eres despiadado como crítico?
Álvaro Cueva:
Sí, porque amo la televisión. Lo he dicho en muchas pláticas y presentaciones de libros: amo profundamente la televisión, y uno es exigente con las cosas que ama. Si tú tienes un hijo le exiges mucho, porque lo amas y quieres lo mejor para él. Así soy yo con la televisión. Amo entrañablemente esto, la amo más que mucha gente que trabaja en los medios. Soy muy exigente y muy cruel, pero también soy muy generoso y consentidor. Realmente vivo mucho a través de lo que hago (ser crítico de televisión).
Yo no puedo entender la vida sin ver televisión y mucho menos sin escribir de ella. Me volvería loco si no pudiera escribir sobre televisión.

J.A.F.: ¿Cómo surge tu amor por la televisión?
Álvaro Cueva:
Toda mi vida, absolutamente toda mi vida, he visto toda la televisión que he podido. Desde que era un bebé. Tengo 36 años.
Cuando era niño no se veía bien que los niños estuvieran frente al televisor tanto tiempo, y mucho menos que vieran cosas como telenovelas. Eran, prácticamente, un producto prohibido para los niños. Mi caso fue al contrario. Yo sí crecí expuesto a todo esto.
Mi hermana nació seis años después que yo. De niño me la pasé mucho tiempo solo porque mis padres trabajaban. Mi gran nana, amiga y confidente fue la televisión. Y eso es hasta el día de hoy. Cuando de niño me preguntaban: "qué quieres hacer de grande". Respondía: "yo quiero hacer televisión".
Al paso del tiempo empecé a escribir sobre televisión en Monterrey, pero no me dejaban hacerlo.

J.A.F: ¿Quién no te dejaba?
Álvaro Cueva:
La gente que trabajaba en los periódicos. Te estoy hablando de los ochenta.

J.A.F.: Si había crítica de cine, ¿por qué no de televisión?
Álvaro Cueva:
De hecho tuve que empezar haciendo crítica de cine mexicano (que en esa época era un cine como de segunda). Pero poco a poco los fui convenciendo, y para cuando empezaron a aparecer en Monterrey las secciones de espectáculos en los periódicos, conseguí tener una columna pero desgraciadamente sin mi nombre. Tenía que firmarla con seudónimo.

J.A.F: ¿Por qué no te dejaban firmar con tu nombre?
Álvaro Cueva
: Porque supuestamente yo podía tener serias repercusiones, y porque el periódico (El Norte) tiene mucho esa fórmula de jugar con seudónimos picositos. Es un periodismo muy de los sesenta. Pero a mí el firmar con seudónimo me ocasionó unos conflictos internos pavorosos. Acabé reventando, y la prueba es que hoy estoy en el periódico Milenio firmando con mi nombre.

J.A.F: ¿Y qué tipo de repercusiones te dijeron en El Norte que podías tener?
Álvaro Cueva:
Que podría haber reclamaciones por parte de las fuentes, o las fuentes se podrían negar a hacer cosas para el periódico.
Te voy a poner un ejemplo muy claro: una vez escribí un artículo sobre una telenovela de Christian Bach, que era espantosa (la telenovela), y me comentó el editor que mi artículo no podía ser publicado. Le pregunté por qué. Y me respondió que no se podía porque ya estaba programado que Christian Bach apareciera en la portada del Magazine del Día de las Madres, y si se publicaba mi artículo seguramente ella se iba a negar a estar en ese Magazine. Eran muchas estupideces como esa. Y esas estupideces a mí me hacían sufrir mucho. Me hicieron explotar hasta que se acabó la relación con El Norte y luego con el Reforma.

J.A.F: ¿Cómo acabas la relación con Reforma?
Álvaro Cueva:
La termino de una forma muy violenta. Estamos hablando del noventa y siete. Yo tenía un contrato de exclusividad con TV Azteca.
Cuando empecé a trabajar con Ventaneando, por alguna extraña razón los de El Norte y el Reforma sintieron que estaban perdiendo al hijo que habían criado, cuando yo no tenía ningún beneficio del periódico. Era mal pagado y mal reconocido.

J.A.F: ¿Cuál era tu seudónimo en Reforma?
Álvaro Cueva:
Firmaba como TV Adicto y mi columna se llama Lágrimas de cocodrilo. Estuve haciendo varios años, también, la columna Corre videotape.
Total que cuando aparezco en el programa Ventaneando, el periódico me reclama y yo les respondo que nada me pueden reclamar. Mi sorpresa fue que a la semana siguiente reapareció mi columna, con mi seudónimo, obviamente escrita por otra persona. Yo sí me molesté, pero como soy niño aplicado, cuando vine a la ciudad de México lo hice con una beca de la Sogem, y si alguien puede defender el derecho de autor soy yo. Y entonces les dije (a los del Reforma): "¿qué creen?, desde un principio yo tenía todo registrado, tanto nombre de columna como seudónimo. Así es que ustedes saben a la que se meten".
Todo esto me sirvió mucho para conocer el lado obscuro del periodismo de espectáculos.


J.A.F: ¿Qué sentiste cuando apareció por primera vez el nombre de Álvaro Cueva relacionado con la televisión?
Álvaro Cueva:
Fue en Ventaneando y fue muy difícil. Yo tenía una expectativa muy específica de lo que podía hacer en Ventaneando, pero descubrí que no iba a poder hacer lo que quería. Descubrí cómo se manejan las cosas, la información y los datos, y acabé en shock.

J.A.F.: ¿Cuál era tu expectativa?
Álvaro Cueva:
Yo quería hacer crítica de televisión en televisión. Hablar de lo que pasaba en todas las pantallas, hacer análisis lo mismo de TV Azteca que de Televisa, el 11, el 22 y los canales de cable. Pero lo que ellos esperaban de mi era que yo ocupara el rol que antes tenía Juan José Origel, que era el del señor chistosito, groserito y socialité. Pero definitivamente eso no es lo mío. Para mí el resultado fue un corto circuito mortal.
Yo hice programas de Ventaneando totalmente dopado.


J.A.F.: ¿Cómo dopado?
Álvaro Cueva:
Yo me sentía tan mal físicamente, que me iba a servicios médicos y me daban ahí una pastilla para los nervios. Fue la época del Ventaneando millonario, que acaparó toda la atención dentro de TV Azteca. La producción era grandiosa porque se regalaría un millón de dólares. Todos nos vestíamos de smoking para salir al aire y la expectativa era mayor. No estaban ya en Ventaneando gente como Carmen Armendáriz y Origel.
Yo mentalmente me encontraba fuera. No quería ni hablar cuando estábamos en juntas y al aire. Me la pasé muy mal. No era lo mío.
Casi todo lo que gané en Ventaneando, que me pagaron muy bien, me lo gasté en médicos. El lunes iba al psiquiatra, el martes al acupunturista, el miércoles con el masajista y así te puedo seguir diciendo mi ciclo médico de la semana. Hasta que terminó lo que debía terminar.
Todos tenemos nuestro lugar en el mundo, y el mío no era ese.


J.A.F.: ¿Sufriste un proceso personal tremendo, un momento muy duro de crisis, para dejar de ser el TV Adicto de las Lágrimas de cocodrilo y llegar a ser verdaderamente Álvaro Cueva?
Álvaro Cueva:
Comencé un proceso de búsqueda y por supuesto no me encontré a la primera.

J.A.F.: ¿Fuiste muy honesto en ese momento contigo mismo?
Álvaro Cueva:
Yo soy muy honesto. En Ventaneando fui absolutamente infeliz. Y te puedo decir que soy la única persona que ha salido de Ventaneando que puede saludar con afecto a Paty Chapoy, porque no nos peleamos, ni nos dijimos groserías ni tenemos resentimientos. Realmente recuerdo la última vez que charlamos. Yo le dije que no podía ser feliz, y que esto de la televisión que es tan hermoso no se debe sufrir. Yo soy muy feliz con mi trabajo y ahí no fui feliz.

J.A.F.: ¿Qué te dijo ella (Paty Chapoy)?
Álvaro Cueva:
Paty estaba muy impresionada, y supongo era por todo lo que se le venía. Primero se le fue Origel, a los tres meses que entro me le voy yo, y después entra Daniel Bisogno que no estaba preparado para muchas cosas. Además, era un momento muy difícil para ella como mujer y como productora del programa Ventaneando, porque tenía encima la súper demanda de Televisa. Y Pedro Sola se acababa de operar de la próstata. Y para acabarla de amolar la información que se estaba dando en ese momento en el mundo del espectáculo era particularmente obscura: Lady Diana murió, Lucha Villa al borde de la muerte por una liposucción, fallece Ricardo Aldape, la Madre Teresa... No había espacio para hacer chistes, que era como el objetivo del programa (Ventaneando).

J.A.F.: ¿Qué te dijeron cuando te contrataron?
Álvaro Cueva:
Paty Chapoy me llamó por teléfono, yo no la conocía. Fue encantadora. Me invitó a hacer una prueba en TV Azteca. Fui. Era una prueba chistosa. Me sentí como en el concurso de Miss México, en la parte que hacen preguntas a las participantes. Me preguntaron cosas de Raúl Velasco y de las telenovelas. En la pregunta que fracasé fue cuando Martha Figueroa me pidió que le contara un chisme. Le respondí que chismes no sabía.
Al término de la entrevista me dijeron que estaba contratado. Entonces empecé a a vivir un proceso totalmente ajeno a mí. Yo vengo de una familia trabajadora de Monterrey. Estudié en el Tec becado. Imagínate que yo me sentí como Julia Roberts en Pretty woman. Me llevaron al Palacio de Hierro a tomarme medidas y entré a una etapa muy ridícula. Tenía una diseñadora de imagen que se cuestionaba qué porcentaje de algodón debían tener mis calcetines. Eso jamás en mi vida me lo había cuestionado y no entendí qué trascendencia tendría para lo que yo iba a hacer en televisión. Sentí que era perder el tiempo. En esa época estaba mucho más gordo que ahora, y como no había tiempo muchas veces lo único que comía eran chocolates. Me crearon una imagen de un señor 20 años mayor de lo mayor que yo ya me veía por mi obesidad. Además hice corto circuito con todo el mundo. Me compraron chamarras de gamusa y zapatos que nunca usé.
Yo puedo ser muy bueno para muchas cosas, pero no para la grilla. El resultado fue muy difícil. Para mí fue catastrófico. Terminé fuera del país. Viaje a Venezuela a Venevisión. Me sentía muy avergonzado. Sé que ahora las cosas han cambiado, porque hoy hacer el ridículo es bueno, estar en la cárcel es bueno y decir estupideces es bueno. Pero para mí había sido espantoso.

J.A.F.: ¿Cómo valoras hoy a Paty Chapoy y toda su trayectoria?
Álvaro Cueva:
Admiro mucho su capacidad de resistencia, la de aguantar ese juego de doble moral. Ella no es lo que sale en Ventaneando. Es una señora que medita, promueve la visita del Dalai Lama, vive con sus bonsais y su familia. Y por otro lado está en el chisme y los intereses corporativos.
Yo la admiro porque yo no lo puedo hacer.


J.A.F.: ¿Te han ofrecido puestos en televisoras?
Álvaro Cueva:
Sí y no los he aceptado. Me han ofrecido puestos ejecutivos, programas y asesorías, tanto en Televisa como en TV Azteca. Son muy amables conmigo pero no puedo casarme con nadie. ¿Dónde quedaría mi credibilidad?

J.A.F.: Luego de Ventaneando, ¿te contratas con Venevisión?
Álvaro Cueva:
No, porque Arquímides Rivero me dijo que podía tener futuro ahí pero que primero debía hacer méritos, y yo no tenía dinero para sostenerme.
Regresé a México muy endeudado, con una quiebra total económica, una depresión nerviosa espantosa, y sin trabajo, porque ya no estaba ni en Reforma ni en TV Azteca. Me tuve que cambiar de la casa que rentaba. Rematé muebles, mi coche y todo lo que pude. ¡Me quitaron mi antena de DirecTV!


J.A.F.: ¿Le llamaste a tu familia de Monterrey?
Álvaro Cueva:
Mi familia son mi madre y mi hermana, y estaban en la lágrima (siempre me han apoyado).
Terminé el 97 muy mal. Empecé a hacer colaboraciones con Martha Susana en la W por 700 pesos a la semana. Luego inicié también con colaboraciones en el periódico El Financiero. Hasta que un día me armé de valor. Recordé que era un chico Tec y que en mi generación de los ochenta nos habían enseñado a ser jóvenes emprendedores. Entonces me convertí en una empresa de crítica de televisión. Le llamé a todos los periódicos posibles, les mandé faxes y les propuse que recibieran mi columna de críticas durante un mes totalmente gratis, y que si les convencía me pagaran 250 pesos por crítica. Me respondieron que les gustaban mis críticas pero que no me podían pagar nada. El problema era que yo necesitaba comer.
Uno de los lugares a los que acudí fue el Diario de Monterrey. Para mí fue penoso ir a verlos porque sí tengo valores, y estaba haciendo contacto con el competidor de Reforma.
En el Diario de Monterrey me empezaron a pagar, y la buena suerte fue que al año se convirtió en Milenio y empezó a publicarse también en la ciudad de México. Y ahí pude hacer el sueño de mi vida: tener una columna diaria de crítica de televisión. Gracias a gente como Federico Arreola y Carlos Marín, hoy vivo algo maravilloso. Porque yo cuando hago mis columnas río, lloro, me enojo y me apasiono. En mis críticas hay muchas cosas de mí. Mi columna no es una afición, la vivo intensamente y es mi prioridad.


J.A.F.: Sé que las televisoras cometen y han cometido mil pecados, y de ahí que los intelectuales arremetan en cuanto pueden contra ellas. Con tu trabajo has colaborado para valorar a la televisión, aun cuando ejerces una crítica muy dura. Te veo lejos de esa postura clásica de los intelectuales. ¿Desde el principio has tenido conciencia de esta revaloración que haces de la televisión?
Álvaro Cueva:
Pertenezco a la generación de la crisis. Desde que nací sólo he escuchado hablar de crisis. Siempre he tenido la sensación de pérdida, y por eso lo que yo menos pretendo es destruir un canal, un programa o a una persona. La diferencia de un crítico de televisión y uno de cine, es que yo trabajo con algo que está vivo, que puede y va a cambiar. Para mí escribir sobre televisión es un gran privilegio.
Lo que yo escribo puede servir de inmediato a la industria. Sé que mis artículos han provocado despidos y ascensos.


Más de lo que dijo Álvaro Cueva en entrevista

- La televisión es parte fundamental de la cultura popular de cualquier país y México no es la excepción. Tiene que llegar un momento en el que esto se reconozca. Hace seis meses me dijeron en Alfaguara que mi vida estaba vacía, y que por eso estaba empeñado en publicar un diccionario de telenovelas.
- La televisión es el gran espejo de toda la sociedad, es el reflejo de lo que somos. Un ejemplo: la profunda relación que hay entre las telenovelas mexicanas y el catolicismo. Cómo las telenovelas son uno de los principales vehículos de evangelización que tiene la iglesia Católica en el mundo. Observa toda la cuestión simbólica que manejan las telenovelas. Sus personajes pasan por todo un calvario, son unas pastorelas. Otro ejemplo: la televisión del escándalo nos está hablando de un México que no es el de hace 5 ó 10 años.
- Creo que el desprecio intelectual que existe por la televisión, se da porque la televisión es muy clara y lo claro puede ofender. Hay gente a la que no le gusta reconocerse. Los mexicanos vivimos en el juego de las máscaras. Por eso es común que haya gente que diga que no ve televisión, y cuando reconoce que vio una telenovela cuenta que se la encontró mientras estaba circulando por el National Geographic Channel.
- La televisión es tan clara que ofende. Y sobre todo ofende a los intelectuales, porque les está enseñando los defectos que tiene la realidad, que también es su realidad.
- Yo espero que las generaciones del futuro rescaten los materiales producidos por la televisión, como se hace con el cine.
-l Me preocupa hoy la televisión mexicana, como me preocupa México. La televisión mexicana está pasando por un proceso de transición frustrada, al igual que México. Nuestra transición era para que se diera una competencia entre televisoras, y por supuesto eso no se da. Hay una depresión. Cada televisora está contenta con el porcentaje publicitario que ya consiguieron (30/35 por ciento para TV Azteca y 65/70 por ciento a Televisa). Eso es monopolio. Me preocupa a dónde nos va a llevar esta depresión. Ahora que viene un cambio de sexenio, algo se tendrá que mover.
- Me preocupa ver el aislamiento en el que ha entrado la televisión mexicana. Ha pasado de ser muy importante para la televisión mundial, a ser una isla chilanga. Ni siquiera es una isla mexicana. Lo que se hace en México, que depende ya mucho del extranjero, es para tener rating en la colonia Nápoles. Esto limita mucho los contenidos, las formas y abarata los presupuestos. Me preocupa la visión tan pequeñita. Ahorita debían estar haciendo una telenovela en Egipto, con una actriz muy mexicana, un galán colombiano y una villana argentina.
- Hay un estancamiento de la televisión en México porque nadie cede, al igual que en la política. En la televisión todo está preasignado, aunque nadie sabe si lo que van a proponer es bueno.
- Hay un fantasma de que no pasa nada en televisión, pero en el mundo real sí...


34 respuestas más de Álvaro Cueva publicadas en exclusiva por Canal100.com.mx:


1.- ...en el mundo real sí están pasando cosas que no se ven por televisión. La televisión no está cumpliendo, y eso me preocupa y me duele.
2.- Me dijiste de manera muy clara que sufro la televisión, y es cierto, la sufro más que quienes la dirigen.
3.- Prácticamente nunca voy a celebraciones de programas y no me gusta tener contacto con la gente que hace televisión. Y no lo hago porque prefiero no contaminarme de sus intereses u otro tipo de ideas. Yo critico a la televisión viendo la televisión. Es muy distinto ver la televisión por televisión, que ir al foro. A mí lo que me interesa es ver la televisión, porque es lo que ven todos.
4.- A mí no me importa la vida privada de las personas, porque eso no es televisión.
5.- Tengo muy claro el poder que tienen mis columnas sobre la gente de televisión, y procuro no pensar en eso porque es una consecuencia, no la meta.
6.- Quiero ser crítico de la televisión toda mi vida. Quiero morirme viendo la televisión. No puedo vivir sin mis televisores. Me quiero morir siendo crítico de televisión. Tengo también algunas otras inquietudes, como hacer un guión de cine y otra telenovela, pero lo mío es la crítica de televisión.
7.- En este país es más difícil ser crítico de televisión que analista político. Hay más intereses detrás de la televisión que los que cualquiera pueda imaginar. Créeme que hasta que llegué a Milenio pude escribir con libertad. Y es que lo peor que le puede ocurrir a un periódico es que le cierren las puertas en una televisora. Es una catástrofe. En Milenio me he
encontrado un periódico muy valiente y crítico por todos lados.

8.- Yo amo al cine de Ingmar Bergman y las telenovelas.
9.- Cuando era adolescente conviví mucho con críticos de cine. Yo decidí ser crítico de televisión porque es lo que me gusta.
Mi trabajo es estar frente a la televisión. Tengo un ejército de grabadoras. Sólo escribo de lo que veo. Nadie más trabajaba conmigo, no cuento con un equipo detrás de mí que esté viendo televisión.

10.- A mí nunca me ha dado verguenza decir que soy crítico de televisión o periodista de espéctáculos.
11.- Aprecio la televisión porque me parece que es parte fundamental de la cultura de este país. Debe llegar un momento en el que se reconozca y se rescate. No existe en México un lugar en el que se puedan consultar telenovelas y programas de televisión.
12.- Me sorprende mucho Telefórmula, la serie Bulbo del 22 y CNI Noticias de Canal 40.
13.- Televisa y TV Azteca están estancadas, porque ninguna de las dos se dedican realmente a hacer televisión. Televisa busca quedar bien con sus números en la Bolsa, mientras que TV Azteca obedece a la estrategia de negocios del Grupo Salinas, del que forma parte.
14.- Mi visión de la televisión mexicana de hoy es desalentadora. Es muy negativa porque no veo que se estén tomando las decisiones que se deben tomar. Primero tienen que establecer un proyecto de televisión. Así como necesitamos un proyecto de país, así debemos definir lo que queremos hacer con la televisión en México, qué rumbo debe llevar y a dónde queremos que llegue. Las cadenas trabajan para el rating de hoy, no para el de mañana ni para el de un mes, y mucho menos para el de 5 ó 10 años. Necesitamos que trabajen pensando en una continuidad, en un proyecto, en unas serie de metas.
15.- A mí me da vergüenza que el primer país que coloca un programa en Nickelodeon y MTV sea Chile, y que el primer programa colocado en HBO sea de Argentina, cuando los mexicanos debíamos ya de tener programas esas cadenas.
A lo más que hemos llegado es a ser maquiladores de la cadena Telemundo. En este momento, casi todas las telenovelas que se están grabando en México son versiones de telenovelas de éxito de hace casi un año. El problema es que los ejecutivos de las televisoras compran historias en todo latinoamérica con tal de que la otra televisora no la produzca. Y cuando ya tienen la historia comprada, se dan cuenta que deben producirla porque ya gastaron dinero en su adquisición.

16.- La telenovela Amor Real es un recordatorio de lo que es la telenovela mexicana. Le fue muy bien por eso.
17.- El dinero está descomponiendo la televisión, no la publicidad. El dinero en televisión es una consecuencia, no el objetivo. Y esto es lo que no han sabido atender las grandes cabezas de Televisa y TV Azteca. Porque si de ganar dinero se trata, sólo por ganar dinero, pues mejor hay que vender drogas o dedicarse al secuestro. A ellos (los ejecutivos de las televisoras) les molesta mucho que les ponga este ejemplo, pero yo veo que por vender publicidad son capaces de todo. Un secuestrador quiere dinero y por eso es capaz de cortar un dedo, y si no le dan es capaz de cortar la mano. No le importa el daño que pueda causar con tal de obtener dinero.
18.- La primera compostura para mejorar la televisión debe llegar por parte del gobierno. De un gobierno al que le interese, no como éste. No se trata de que entre la censura tediosa de antaño. Hace falta que el gobierno establezca mecanismos en los que se respeten las cosas. Y te pongo un ejemplo: están marcados los porcentajes de anuncios que se permiten en la
televisión, pero eso en la práctica nadie lo respeta. La televisión es un tianguis que no acaba jamás. Y si no es el gobierno el que tome cartas en el asunto, las sociedad civil será la que termine entrando en acción.

19.- Aunque los actuales ejecutivos de las televisoras quieren manejar a la televisión como un producto de consumo más, se equivocan porque la televisión no es un producto de consumo más. Tiene características propias que la hacen diferente. Tiene repercusiones de otro tipo. No es una hamburguesa ni un refresco de cola, es televisión y como tal debe
administrarse y manejarse.

20.- Yo tengo la teoría de que sí están ganado mucho dinero las televisoras, pero creo que es más el que no se están ganando porque las estrategias que se están aplicando hoy matan a la industria del entretenimiento y de la información. Pero esto no lo están viendo.
21.- Me da la impresión de que quienes dirigen hoy las televisoras se comportan como los políticos priístas que querían llevarse (robarse) todo lo que podían, porque el sexenio se iba a acabar y ellos tenían que "aprovehcar su oportunidad" a costa de lo que fuera.
22.- Yo reto a las cabezas de las televisoras a que aguanten ver completo Vida TV o una tarde de telenovelas. Yo creo que los chefs deben probar y comer sus platillos. Esos son los buenos chefs.
23.- A la televisión mexicana le hace falta amor, y que la gente que la produce y programa la trate con ese respeto con el que se trata al ser amado. Le hace falta también vocación, que la gente que hace televisión es porque realmente quiere hacer televisión. También le hace falta preparación, que la gente que la dirige esté preparada para ocupar el puesto. Un buen
director lo es porque tiene a los mejores a su alrededor. A nuestros directores les da miedo rodearse de los mejores porque temen que los opaquen y se perciba su mediocridad. La televisión es el megaespejo de México. Le hace falta democracia, variedad. En todos los programas te encuentras albures, una estética paupérrima, la promoción de los peores valores y doble moral.

24.- A la televisión mexicana le sobra ambición por dinero, mediocridad, vulgaridad y pan con lo mismo.
25.- Este estancamiento de la televisión está creando nuevas brechas sociales. Ahora una clase es la que sólo tiene televisión abierta, otra la que tiene el paquete básico, otra más la que cuenta con el paquete básico y algo más y también está la que tiene todo. Y estas clases sociales no se comunican hoy porque su información es totalmente distinta. Se han roto los
lazos de comunicación sociales. Los que sólo tienen televisión abierta están aislados del mundo. Esto no es sano para la sociedad. Hay que evitar que se sigan marcando estas brechas sociales por causa de la televisión.

26.- No tiene nada de malo que exista La Oreja, pero cuando todo lo que existe es como La Oreja, te sucede como cuando sólo comes grasas, que engordas, se te tapan las arterias y terminas sintiéndote muy mal. Acabas en el hospital. El ser humano requiere una alimentación balanceada de televisión.
27.- Podría ser todavía más duro con la crítica que le hago a la televisión. Y necesito ser duro porque requiero que me oigan. Necesito que la gente piense en la televisión en otros términos, para que la televisión mexicana no muera.
28.- En la medida en que veamos que la televisión se cuida, estaremos viendo que se está cuidando el país. Si nuestra televisión es caótica, desesperanzadora y fatal, es que así está México. Insisto, la televisión es un megaespejo de nuestro país.
29.- Encuentro una congruencia en la nueva TV Azteca que estoy viendo de un año para acá. Están sacrificando rating por proyectar valores. La prueba es que cuando se libera a Olga Trevi, TV Azteca le cerró las puertas a un gran negocio y se olvidó de la Trevi y del escándalo y no hizo ni un programa más (cuando tenía todo el material para seguir con la historia, porque ellos empezaron con todo este asunto de la Trevi).
30.- Televisa hoy no está siendo congruente. Se nota más la doble moral. Ve los programas que están promoviendo: Día de perros y El peor día de tu vida.
31.- Si tuviera a Ricardo Salinas Pliego frente a mí, le preguntaría a dónde quiere llevar a TV Azteca. Porque con todo este asunto de los valores pueden caer en un extremo que no sería nada deseable. Además esta promoción de valores no le corresponde a la televisión. Y luego tendría una larga conversación con él para decirle que sus canales tienen demasiados huecos en pantalla.
32.- Si tuviera frente a mí a Emilio Azcárraga Jean, le preguntaría si está viendo lo que le están haciendo a Televisa, que es su familia, porque ahí están su padre y su abuelo. Le preguntaría si ve su televisión, y si además del dinero le interesa algo más. Yo quisiera saber qué pasa ahí y con él.
33.- En las transmisiones de las Olimpiadas se dio algo muy bueno: hubo competencia. En algunos pequeños momentos la gente pudo elegir. Y tan se dio esa competencia, que Televisa se encargó al día siguiente de que todo mundo supiera sus ratings y sus ganancias.
34.- Y por cierto, creo que en ratings y dinero TV Azteca ganó muchísimo en las Olimpiadas, porque sus ratings crecieron más en relación a sus propios ratings, que los de Televisa. Y va un ejemplo: un día típico de rating de Los Protagonistas al mediodía, tiene hasta 2 puntos de rating, contra 8 ó 10 de Los Protagonistas Olímpicos. En cambio, Televisa consigue entre 6 y 8 puntos en sus programas del 5, contra 8 ó 10 que consiguieron en sus transmisiones olímpicas en esos horarios. El crecimiento de Televisa fue muy menor al de TV Azteca, si las comparamos con ellas mismas.

 



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