Por José Antonio Fernández F.
Adela Micha es, hoy por hoy, la periodista más importante y con mayor
desarrollo de Televisa. Con su programa Mujeres Trabajando, que empezó
con discresión en el canal Eco, ha iniciado una revolución de
estilos y contenidos en Televisa. Es la primera figura femenina que destaca
como número uno en años dentro del área de noticias de
ese consorcio, área que siempre había sido dominada por hombres
(las mujeres ocupaban el segundo puesto). Adela Micha, con estilo suave, ha
encontrado la fórmula para que la gente converse en televisión.
Sabe crear el ambiente. Su trabajo es absolutamente original. Nunca antes alguien
había abierto un espacio en la televisión mexicana para que la
gente contara la vida como la siente y la vive, sin amarillismos ni vulgaridades.
Las mesas redondas y los programas de opinión de nuestra televisión
siempre han estado cargados de razones y los que en ellos participan son o se
vuelven analistas que intentan dar la respuesta más inteligente. Y los
conductores dan y quitan la palabra intentando llegar a algún lado. Hacen
su trabajo. Foros de opinión de alto nivel han producido el Bachiller
Gálvez y Fuentes, Jorge Saldaña, Jacobo Zabludovsky, Ricardo Rocha,
Rolando Cordera, Héctor Aguilar Camín, Javier Solórzano,
Carmen Aristegui, Ciro Gómez Leyva, Denise Maerker, María Victoria
Llamas...
Pero el caso de Adela Micha es totalmente distinto. Con Adela Micha la gente
no busca respuestas inteligentes ni se averguenza de lo que es, son mujeres
que en un estudio de televisión encuentran un ambiente de conversación
en el que pueden hablar y ser escuchadas, y van diciendo lo que piensan y sienten.
La atmósfera es cálida. Suena fácil, pero es la primera
vez que sucede en la historia de la televisión mexicana.
José Antonio Fernández: ¿Llegas a la televisión
o la televisión a tí?
Adela Micha: Mi encuentro con la televisión
y el periodismo fue casual.
Cuando salí de la preparatoria estuve un año fuera del país.
Un grupo de amigos de la prepa nos organizamos para ir a Europa. Yo tenía
poco dinero y me fui a Israel en donde viví unos 5 meses en un kibut
en el que trabajaba. Junté dinero y anduve rolando por Europa varios
meses. Regresé a México y mi intención era estudiar en
la Escuela Libre de Derecho, pero la carrera la abrían cada dos años.
Mi madre me dijo que no permitiría que estuviera un año más
sin hacer nada. Entonces entré a la carrera de Comunicación que
era la de moda (en la Universidad del Nuevo Mundo). En el segundo semestre nos
pidieron hacer unas prácticas de televisión. Un fin de semana
fui al Museo Tamayo a ver una exposición y ahí estaba gente de
Televisa grabando. Me acerqué al productor (Rubén San José)
y le dije que si me daba chance de hacer unas prácticas en Televisa.
Me respondió que sí. Fui a verlo, me costó un poco de trabajo
localizarlo, pero finalmente hablé con él y me dio acceso a Televisa.
J.A.F.: ¿Querías entrar a Televisa?
A.M.: No, no estaba buscando específicamente
entrar. Yo sólo quería, en ese momento, hacer la tarea.
J.A.F.: ¿Te cuestionabas el hacerla en Televisa
o en otro lado? (Era una época en la que Televisa era muy cuestionada).
A.M.: No, tampoco, ni siquiera me lo cuestionaba
ni tenía la intención de quedarme, pero desde que entré
sentí que esto era lo mío.
J.A.F.: ¿Por qué?
A.M.: Sentí la vibra y me puse a trabajar
inmediatamente con Rubén San José en el programa México
en la Cultura. Yo era asistente-asistente del asistente. Supe que el lugar me
gustaba. Y todo se fue dando. Fui afortunada porque a los días de estar
aquí (en Televisa), el licenciado Jacobo Zabludovsky me detuvo en uno
de los pasillos y me dijo: oye niña, ¿y tú quien eres?
Recuerdo que era un jueves. Conversamos un momento. Me preguntó si me
interesaba participar como conductora en un noticiero nuevo de gente joven.
Le respondí medio titubeando que sí me interesaba, y me invitó
para que fuera al día siguiente a un casting. Había mucha gente
que hoy es conocida, salimos muy tarde. El domingo por la noche me llamaron
para felicitarme y me avisaron que iría al aire el lunes, que era el
día siguiente. Yo dije: ¿qué?
J.A.F.: ¿Alguien de tu familia había trabajado
en la televisión o el medio artístico?
A.M.: Mi mayor acercamiento, antes de que eso
sucediera, es que yo era una fánatica y devota admiradora de Carlos Ancira
a quien fui a ver muchísimas veces al teatro... pero muchas veces. Él
me veía desde el escenario y creo que le causaba gracia, cierta ternura
y simpatía. Me sentaba siempre en la primera fila, ya me conocía.
Cuando asistía a sus obras, al final de la función siempre me
invitaba al escenario y yo agradecía junto con él los aplausos
del público. Una vez me invitó a cenar junto con mis hermanos
y mi mamá, fui la mujer más feliz del mundo.
J.A.F.: ¿Tienes una piel sensible?
A.M.: ... sí, sí soy muy sensible.
J.A.F.: ¿Cómo manejar la sensibilidad
en televisión, un medio que en muchas ocasiones es muy frío, en
el que a veces lo que se dice se mide con una regla de cálculo?
A.M.: Sin sensibilidad no se puede trabajar en
televisión. Sí es un medio frío, sobre todo en el área
de noticias, porque uno de los elementos a manejar es la objetividad. Pero yo
creo que el día en que me deje de sorprender y asombrar una noticia,
ese día debo retirarme de la televisión. A la hora de transmitir
la noticia yo la siento. Esto es una pasión, no lo entiendo de otra manera.
Es un trabajo muy difícil y exigente, de 24 horas al día los 365
días al año.
J.A.F.: ¿Hace cuánto tiempo hiciste
ese primer noticiero?
A.M.: Fue el noticiero 6 en punto. Salimos al
aire hace 15 años, terminó con el terremoto del 85. Fue un semillero
generoso. Ahí conocí a Flor Berenguer y a Ana María Lomelí.
En ese noticiero aprendí a hacer de todo: redacción, edición,
musicalización y, por supuesto, a realizar reportajes. Descubrí
lo que es este mundo de las noticias por televisión. Mi jefe era Horacio
G. Velasco, que ya murió. Un hombre muy culto que en cada junta algo
nos enseñaba. Aprendí que para estar en esto hay que tener disciplina,
entrega y compromiso.
J.A.F.: Muchos hablan de disciplina. ¿Qué
es para tí?
A.M.: Es aplicarte en algo, comprometerte y entregarte
con pasión. Es estar con trabajo, horario, organización y método.
Y creo que la disciplina no es exclusiva de este oficio, sino de todo lo que
hagas en la vida. Yo debo agradecer a ese noticiero, a Horacio G. Velasco y
a mi madre, que fue la primera que me enseñó lo que es la disciplina.
Desde niña sabía que tenía que hacer bien mis tareas, entregarlas
a tiempo y estudiar. La disciplina me ha ayudado muchísimo.
J.A.F.: ¿Cuál es el compromiso?
J.S.: Te comprometes con algo y con alguien.
Mi compromiso es con mi trabajo, le doy todo lo que me pide, y con el público,
a quien también le doy todo lo que me pide. Una vez que se adquiere un
compromiso hay que fortalecerlo.
J.A.F.: Tienes hoy un estilo periodístico que
ya es identificable. ¿En qué momento de estos quince años
sientes que hizo click, que te sentiste tú misma?
A.M.: Hasta hace muy pocos años yo hacía
en Televisa lo que querían que yo hiciera. Hasta que de pronto me dieron
la oportunidad de hacer lo que yo quería.
J.A.F.: ¿Cuándo fue eso?
A.M.: Soy una mujer bastante azotada. Hace unos
tres años yo viví una depresión importante porque tenía
un gran nivel de frustación. Como te he dicho, siempre he adorado lo
que hago y le he puesto toda la pasión y la dedicación, pero de
pronto ya no me estaba gustando lo que hacía. Yo sabía que tenía
que tomar decisiones importantes en mi vida profesional. Mi bebé tenía
días de nacida y vi que los costos que estaba pagando por el tiempo que
dedicaba a mi profesión eran muy altos. Y cuando te gusta lo que haces
no importa que los costos sean altos porque valen lo que cuestan, pero cuando
ya no te sientes satisfecha entonces las cosas cambian. Pensaba, quizás,
en hacer un paréntesis en mi vida. Propuse el programa Somos o nos hacemos,
que me gustaba porque era un espacio dedicado a un sólo tema, algo que
en la televisión es poco común. Me entusiasmó. Empecé
a producir lo que yo quería. Hicimos más de 200 programas. Les
dedicaba toda la semana. A mí me gusta producir, cuidar el contenido
y buscar elementos que enriquecen la pantalla que igual pueden ser la música,
los gestos, ciertas imágenes, los textos del guión...
J.A.F.: ¿A quién le propusiste el
programa Mujeres trabajando?
A.M.: A Leonardo Kourchenko, mi jefe.
J.A.F.: ¿Cómo se te ocurre Mujeres trabajando?
A.M.: El verano pasado ya estaba hasta la madre
y me fui a la playa con mis hijos (pinches hombres, decía). En esas vacaciones
pensé en Mujeres trabajando. Cuando propuse la idea todos me decían
que no iba a resultar. Que a las 4 ó 5 semanas no tendría a quien
invitar. Insistí y argumenté que costaba dos pesos, que me dieran
la oportunidad de producirlo. Yo mandé a hacer la escenografía
y la traje al estudio. Mi marido me hizo la música de entrada. Y te puedo
decir que el programa rebasó mis expectativas. Yo nunca lo pensé
con el ánimo de dar lecciones ni de predicar. Una vez Carlos Monsiváis
me dijo: mira, niña, los comunicadores que se creen que vienen a enseñar
que se vistan de sacerdotes y se vayan a predicar. Eso se me quedó muy
grabado.
Con Mujeres trabajando todo se dio para que el programa fuera exitoso. Es un
espacio muy importante para las mujeres. Cumple una función.
J.A.F.: El tema de las mujeres, luego del boom
de los setenta, había quedado relegado.
A.M.: Creo que estaba muy olvidado el tema, yo
misma lo tenía olvidado, hasta que me di cuenta de que yo también
estaba siendo discriminada. Por eso pensé que era relevante retomarlo
con una nueva bandera, vanguardista y contemporánea y sin tantos estigmas.
J.A.F.: El problema no acusa, es de conversación.
Eso me llama la atención, tú no entrevistas sino creas el ambiente
para que se dé la conversación.
A.M.: Hace casi dos años hice una fiesta
en mi casa a la que invité gente de la política, mis amigos cercanos,
algunos periodistas, gente de la farándula y amigas que son amas de casa.
La fiesta fue maravillosa. Me gustó que todos platicaran con todos. Al
final salieron felices, intercambiaron teléfonos, se despidieron muy
contentos. Entonces me dije: esto que pasó en mi casa debo trasladarlo
a la televisión porque es maravilloso. Y así empezó la
idea de invitar a una política, a una mujer del espectáculo, a
una ama de casa, otra deportista, otra más intelectual... El punto es
reunir a gente diversa. Llevamos casi un año y medio y no lo he podido
terminar porque todavía tiene vida.
J.A.F.: De cuando tú entraste a Televisa al día
de hoy, ¿qué tanto sientes que ha cambiado esta empresa?
A.M.: Creo que ha cambiado mucho. Desde la llegada
de Emilio Azcárraga Jean hay mucha mayor apertura y pluralidad, cuestión
que es importantísima. Se toma más tiempo para hacer las cosas
pero las ejecuta. Televisa ha cambiado y yo también. Me ha permitido
crecer.
J.A.F.: En tu programa dejas hablar, provocas la conversación,
incluso hasta te haces a un lado por momentos.
A.M.: Yo adoro la entrevista, es escudriñar
en el alma del otro, desnudarte y desnudar al otro. Yo llegué a comprender
que la mejor pregunta es la que quieres hacer. Los que nos dedicamos a estos
por momentos pensamos que es necesario hacer una pregunta inteligente y la piensas
tanto que a lo mejor no te sale. Yo he entendido que la mejor pregunta es lo
que de verdad te interesa saber. A veces la mejor pregunta es: ¿y por
qué? Es sencilla pero no simple.
Siempre he pensado que cuando las mujeres van a tomar un café, se preguntan
y se contestan sin ningún orden, con cierta anarquía, pero es
cuando se dan las conversaciones más sabrosas. Quizás hemos perdido
el interés por esas conversaciones tipo tertulia y creo que hay que rescatarlas
porque esas reuniones dan mucho.
J.A.F.: Tus invitadas, luego de 5 minutos, se arrancan
a conversar y hay casos en los que no paran.
J.S.: Cuando llegan al programa se notan serias
y casi no hablan, porque casi nunca se conocen. Y cuando salimos del aire se
despiden como grandes amigas, se intercambian teléfonos, se invitan a
comer y continúan platicando. Si son cantantes nunca les pregunto cuál
es su disco más reciente, y si son actrices tampoco hablamos de su última
telenovela. El esquema se rompe. La política no viene al banquillo de
los acusados. Son invitadas en su calidad de mujeres... y al final todo sale.
J.A.F.: ¿Te gusta la gente?
A.M.: Me gusta la soledad, la disfruto, siempre
he sido solitaria. Me gusta socializar, aunque no soy afecta a ir donde hay
mucha gente. Pienso que la gente es lo más maravilloso que hay. Este
programa me ha enseñado muchísimo, recibo una lección cada
vez que lo hago. Las invitadas me revelan muchas cosas que yo no conocía.
J.A.F.: ¿Por qué dedicarte a juntar gente
todos los días en televisión?
A.M.: Nunca me he hecho esa pregunta. Te puedo
decir que la gente necesitamos de la gente. Las relaciones se dan por la necesidad.
Se da un acuerdo porque uno da algo y el otro da otra cosa. No sé por
qué lo hago, pero me gusta que suceda.
J.A.F.: ¿Intentas invitar a gente que hace cosas
para vivir en un mundo mejor?
A.M.: Invitamos a mujeres que hacen cosas para
vivir, no calificaría si mejor o no.
J.A.F.: Vivimos la época de la noticia espectáculo,
en la que el amarillismo se privilegia en muchos espacios, y tú te has
ido por el lado de mostrar a la gente por el lado de la emoción, los
sentimientos y el pensamiento, todo combinado.
A.M.: Pienso que es lo que prevalece. Félix
Cortés Camarillo alguna vez me dijo que todos los colores son susceptibles
de pasar por la televisión, incluso el amarillo, sólo hay que
saber cómo hacerlo. Hay fórmulas. A mí no me interesa escandalizar
ni preocupar, mi interés es por tocar a la gente, es la diferencia entre
un lector de noticias y un comunicador. Cuando el comunicador comunica te toca,
lo sientes. Tiene que pasarte algo cuando lo escuchas. Pienso que la noticia
del día es la que va a tocarnos, la que nos modifica y nos cambia luego
de escucharla.
Yo busco tocar a la gente, que quienes nos ven sientan y se identifiquen con
lo que estamos haciendo. De pronto las mujeres sentimos que vamos solas en esta
batalla, y la verdad es que todos juntos estamos en esto. No quiero ser pretensiosa
y decir que voy a cambiar el mundo, no quiero que se entienda así, pero
te puedo decir que yo no puedo seguir siendo la misma luego de esta conversación
porque cada vez que platicas con alguien recibes mensajes y eso te da más
información, y eso te hace cambiar.
J.A.F.: ¿Hay cosas que no se deben decir?
A.M.: Mi única autocensura es no faltarle
el respeto a la gente. Soy mal hablada en corto, pero así no debo hablarle
a la gente.
J.A.F.: La sociedad corre a gran velocidad, ¿crees
que la televisión está al nivel que exige la sociedad?
A.M.: Yo nunca creo estar al nivel ni a la altura,
soy muy obsesiva, me exijo demasiado y muy pocas veces quedo satisfecha con
lo que hago, pero creo que la televisión sí está a la altura
y que siempre se le exije demasiado. La televisión tiene varias funciones:
entretener, educar, divertir, informar... Y hoy me parece que la gente tiene
muchas opciones en una televisión que sigue evolucionando.
J.A.F.: Si en tus manos hubiera estado la decisión
de transmitir la llegada de los zapatistas al Zócalo y el discurso del
Sub Marcos, ¿que habrías hecho?
A.M.: Transmitirlo, de hecho opiné que
sí se hiciera, aunque no todo ni de manera ininterrumpida. Hay gente
que se queja porque no lo transmitimos, pero aquí se abrió un
espacio especial en Canal 2 a las 9 de la noche y en domingo.
J.A.F.: ¿Fue un problema de apertura?
A.M.: Me parece que no fue un asunto de apertura.
Se tomó la decisión de hacer un especial en la noche y no transmitir
en vivo, eso fue todo. Yo aquí trabajo hace muchos años y vivimos
tiempos de una gran apertura, ahora más que nunca. Es un momento histórico
sin precedentes que se está sabiendo manejar.
J.A.F.: Tienes año y medio con un programa que
ha tenido éxito. Hay arquitectos o pintores que cuando encuentran un
estilo nunca se despegan de él. ¿Debes seguir con Mujeres trabajando
o con el noticiario hasta el tiempo que dure? ¿Crees que un día
hay que darlo por terminado? ¿Qué hacer cuando un espacio creado
funciona?
A.M.: Es respetable y legítimo pensar
que cuando algo funciona hay que seguir haciéndolo hasta que deje de
funcionar. Así de obvio. Pero yo soy una persona que busco cosas nuevas,
que a lo mejor no funcionan o no llegan a tener el mismo éxito, pero
creo que hay que explorar otras ideas. En la televisión todo es muy rápido
y es necesario avanzar y presentar nuevas propuestas cada vez que puedas. Ahora
quisiera viajar y conocer a la gente en su contexto.
Por lo pronto sé que el tema de las mujeres no lo voy a abandonar. Hoy
todavía hay un Secretario del Trabajo que dice que las mujeres debemos
regresar a ser sólo amas de casa.
J.A.F.: ¿Esa declaración de Carlos Abascal
es un indicador?
A.M.: Claro, como el que ayer un presidente municipal
cercano a Cancún haya publicado un decreto en el que prohibe que las
mujeres trabajen en restaurantes, bares y cantinas. Este tipo de cosas me siguen
diciendo que se necesitan espacios como Mujeres trabajando, porque las mujeres
trabajamos el doble y nos pagan la mitad, se siguen dando casos de mujeres que
son acosadas sexualmente y no veo políticas públicas que apoyen
a las mujeres que trabajan.
J.A.F.: El público ya te conoce, ¿qué
te exige?
A.M.: Primero que nada quieren que defienda a
las mujeres, aunque hay casos indefendibles. Esto es importante decirlo: ser
mujeres no nos hace ser mejores, si lo pensara así estaría cayendo
en el mismo juego. Sé que la gente me agradece que defienda lo que creo,
y de eso no me despego. Decepcionaría si lo hiciera. La gente se daría
cuenta. Lo sentiría.
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