Jorge Ramos es el conductor de noticias en español
más importante de Estados Unidos. Trabaja para Univisión, cadena
que, según el mismo Ramos, controla entre el 70% y el 80% de la audiencia
hispana en Norteamérica y que es vista en trece países de América
Latina, incluido México.
Jorge Ramos decidió irse a Estados Unidos en 1984, y en 1986 ya encabezaba
el departamento de noticias de Univisión que había resistido el
zarpazo de Emilio Azcárraga Milmo y Jacobo Zabludovsky, quienes intentaron
controlar y transmitir desde Miami/Univisión el sistema de noticias Eco.
En ese proyecto El Tigre y Jacobo fracasaron.
Jorge Ramos se ha hecho importante porque es un periodista que está al
nivel de cualquiera de los norteamericanos. Se maneja con libertad y tiene presencia
en todos los sectores.
Una muestra: George W. Bush le concedió a Univisión (Jorge Ramos)
la primera entrevista, "porque sabe que el voto de los hispanos en Florida
fue la diferencia que le dio el triunfo para ocupar la Presidencia de Estados
Unidos", asegura Ramos.
Aquí en las páginas de la Revista Telemundo dimos cuenta cómo
Jorge Ramos preguntó al entonces Presidente Ernesto Zedillo, a la mitad
de su sexenio y en entrevista formal en Los Pinos, cuánto costaba el
kilo de tortillas. Zedillo no supo responder. Ramos recuerda que Zedillo se
molestó y no le volvió a dar una entrevista jamás.
José Antonio Fernández: ¿Qué
criterios periodísticos se aplican cuando hay una crisis como la del
ataque terrorista a las Torres Gemelas de Nueva York?
Jorge Ramos: Yo creo que lo primero es estar
presente, es decir, no fallar. Lo importante es estar al aire o escribir la
crónica desde el lugar de los hechos, o salir al aire en radio y poder
describir exactamente lo que está ocurriendo. No hay que quedarse atrás.
Después, una vez que ocurren hechos como los de las Torres Gemelas, nos
empezamos a dar cuenta que hay otros elementos que empiezan a contaminar la
información, particularmente en los Estados Unidos. Por ejemplo, he estado
siguiendo muy de cerca los comentarios y las páginas de opinión
en México y América Latina, y todas están pidiendo moderación,
puentes de diálogo y operaciones diplomáticas. Mientras que aquí
en los Estados Unidos no, aquí lo que se escucha son tambores de guerra,
decisiones definitivas para terminar con el terrorismo y llamados a la represalia
y a la venganza. Lo que estamos viendo en la prensa norteamericana, que es la
más libre que existe en el mundo, son periodistas que empiezan a actuar
con otras consideraciones que no son periodísticas. Estamos encontrando
muchos llamados al patriotismo, llamados nacionalistas del periodismo, que contaminan
la información porque definitivamente toman partido.
J.A.F.: ¿Y en este momento cuál es tu posición
como periodista?
J.R.: Como en cada crisis mi posición
es dar los dos puntos de vista, tanto el del gobierno norteamericano como los
de los gobiernos árabes. Es dar el punto de vista del Presidente norteamericano
George Bush, y al mismo tiempo informar lo que Bin Laden está diciendo.
Es muy importante en este caso lo que yo llamo dar justicia periodística,
que es dar a cada quien lo que le corresponde. No es lo mismo entrevistar a
un dictador que a una víctima de su dictadura. En este caso, no es lo
mismo entrevistar a un Presidente elegido democráticamente, que informar
sobre un líder terrorista responsable de por lo menos 6 mil muertes.
Yo creo que en el énfasis es en donde los periodistas estamos diciéndole
a la audiencia qué es lo importante. Hay tanta información que
si no les gusta lo que están escuchando de inmediato pueden cambiar.
Ahora que hay tanta información y también desinformación,
a los periodistas nos corresponde decirle a la audiencia lo que creemos es lo
más importante.
J.A.F.: ¿Hay que difundir todas las notas que
llegan? ¿Cómo hacen esa selección?
J.R.: No tenemos ninguna limitación ni
censura, y estoy hablando específicamente de los periodistas que trabajamos
en Estados Unidos.
Tan pronto como Estados Unidos entre a una guerra abierta contra Afganistán
y Osama Bin Laden, vamos a tener limitaciones como sucede en cualquier combate.
Por ejemplo, si el Departamento de Estado lleva a algunos corresponsales específicos
y forman parte de la movilización de tropas, esos corresponsales van
con la condición de que no pueden informar el lugar donde se encuentran
sino hasta después de cierta hora o día. Lo primero que sufre
en una guerra es la verdad, y ciertamente el gobierno de Estados Unidos a pesar
de tener la prensa más libre del mundo, va a imponer ciertas restricciones
al periodista.
J.A.F.: ¿Qué hacer con los rumores?
J.R.: En Univisión estamos utilizando
dos fuentes fidedignas, si no las tenemos sencillamente no salimos con la información.
Eso nos ha ayudado mucho. Cuando tenemos una sóla fuente, como en el
caso del avión de Pittsburgh, le advertimos a la audiencia que nuestra
fuente es confiable pero que la información no la tenemos confirmada.
Es muy complicado. Cuando tienes que a las 8:45 de la mañana se estrella
un avión contra las Torres Gemelas, y 18 minutos después otro,
creo que lo importante es salir a dar información. Ciertamente en esos
18 minutos es prácticamente imposible confirmar totalmente lo que se
dice. Debo reconocer que en esos momentos seguramente cometimos errores al dar
información pero había que salir. Nosotros durante horas dijimos
que eran 5 aviones secuestrados, cuando sólo fueron 4. Pero sospechábamos
que eran 3 los de American Airlines. Esto, lo sabemos, causó un clima
de desinformación y generó momentos de mayor miedo.
Pero creo que los casos de exageración han sido pocos y la población
ha apoyado el trabajo de la prensa en Estados Unidos.
J.A.F.: ¿En qué momento un conductor de
noticias como tú debe opinar en una situación de crisis?
J.R.: Fuera de cámara, nada más.
Yo creo que a mí no me corresponde opinar en un noticiero de televisión
o en una cobertura noticiosa. Tengo el derecho a opinar cuando estoy en un programa
claramente de comentarios, y lo he hecho. Doy mi punto de vista en entrevistas,
como ésta. También en editoriales, libros y artículos,
tanto en México como en Estados Unidos. Pero a mí no me corresponde
dar mi opinión. Me contrataron para dar noticias, no mi opinión.
J.A.F.: ¿De dónde sale información
cuando se da esta situación de crisis?
J.R.: Hay que recurrir a las fuentes confiables.
En este caso había que buscar a los funcionarios del gobierno del Presidente
Bush, a la Procuraduría General de los Estados Unidos, al Pentágono
y a las autoridades de las aerolíneas. Para poner todo en contexto recurrimos
a académicos y a otros periodistas que conocen bien la zona. Y, en tercer
término, a testigos presenciales de los actos terroristas. Es importante
ver en pantalla a gente que estuvo en las Torres Gemelas o en el Pentágono,
para no perdernos sólo en las fuentes oficiales.
J.A.F.: ¿Habría que darle voz al atacante?
J.R.: Definitivamente sí. Yo creo que
es aquí cuando la información y el buen periodismo se destaca.
Pienso que se equivocan quienes dicen que presentar opiniones como hoy que se
difundió lo que dijo Bin Laden, son actos no patrióticos. Pienso
que ser patriótico o no, nada tiene que ver con el buen periodismo. Nuestra
labor es dar los dos, tres o cuatro puntos de vista sobre la información.
Si yo tuviera una entrevista con Bin Laden la publicaría o la pondría
al aire. Y si hoy tenemos declaraciones nuevas de Bin Laden en las que está
llamando a una guerra santa en contra de los Estados Unidos, las pondremos al
aire aunque a muchos no les guste.
Otro ejemplo, cuando Fidel Castro, el dictador cubano, hace declaraciones en
solidaridad con las víctimas del ataque, simplemente las lanzamos al
aire.
J.A.F.: ¿Has buscado tú (y Univisión)
entrevistar a Bin Laden?
J.R.: Me parece que si Bin Laden buscara diseminar
su punto de vista no seríamos nosotros la cadena indicada. Primero, hay
un problema de lenguaje; y segundo, cubrimos a la comunidad hispana de Estados
Unidos y trece países de América Latina pero no tenemos un alcance
mundial. Si yo fuera Osama Bin Laden no le daría una entrevista a Univisión,
me inclinaría por CNN, ABC, NBC, Fox o la BBC de Londres. Nosotros, de
manera realista, no estamos buscando a Bin Laden.
J.A.F.: ¿Qué papel juega la opinión
pública en un momento de crisis?
J.R.: En estos momentos es fundamental. Las conversaciones
en las que se puede criticar al Presidente Bush, a la CIA o al FBI prácticamente
no existen en este momento en Estados Unidos. Si hoy lees los editoriales de
los principales diarios norteamericanos no encontrarás prácticamente
ninguna crítica al Presidente Bush ni a los sistemas de inteligencia
(que claramente fallaron). ¿Cómo fue posible que 19 secuestradores
hayan podido secuestra 4 aviones norteamericanos violando los sistemas de seguridad
de los aeropuertos, someter a la tripulación y luego impactar esos aviones
contra las Torres de Nueva York y el Pentágono? Obviamente el sistema
de inteligencia de Estados Unidos fracasó, pero en estos momentos Estados
Unidos está cerrando filas y por eso no se encuentran dentro de la opinión
pública críticas al Presidente, a la CIA o al FBI. ¿En
dónde estuvo el Presidente Bush durante once horas y media, desde las
nueve y media de la mañana hasta las 8 y media de la noche del 11 de
septiembre del 2001? ¿Cuál era la verdadera función del
Presidente Bush? Desapareció del mapa, pero esas críticas no las
encuentras aquí.
El Presidente estuvo 32 días de vacaciones al mismo tiempo que los terroristas
estaban preparando el peor acto de violencia en la historia de los Estados Unidos.
Estas críticas todavía no surgen en la opinión pública
norteamericana, pero sí están saliendo en la opinión pública
internacional.
J.A.F.: ¿Qué hacer con las imágenes
que muestran una violencia o una tragedia despiadada?
J.R.: Sencillamente usarlas por su valor informativo,
pero una vez que dejan de tenerlo no creemos que sea necesario poner varias
veces en el noticiero a un avión estrellándose contra las Torres
Gemelas, o no pensamos que sea necesario ver a gente tirándose desde
los pisos más altos de las Torres. Esas imágenes permanecen ya
en el archivo, pero ciertamente cuando es necesario volverlas a sacar a la luz,
por contexto o para tratar de entender qué ocurrió, las volvemos
a poner al aire.
J.A.F.: Has estado ya en varias crisis. ¿Cuál
recuerdas peor que ésta?
J.R.: Ninguna. He estado en tres guerras: El
Salvador, Kosovo y el Golfo Pérsico, y nunca me tocó ver algo
como esto. Es peor que la guerra. Me han tocado bombardeos, fuegos cruzados,
muertos en la montaña, disparos desde helicópteros y de soldados.
Pero nunca había visto que en un espacio de dos cuadras hubieran muerto
más de 6 mil personas, y eso es lo que pasó en las Torres Gemelas.
J.A.F.: ¿En teoría, qué papel deben
estar jugando los medios de comunicación en el mundo?
J.R.: En teoría deberíamos seguir
dando todo tipo de información, tanto del gobierno de Estados Unidos
como de los países árabes, tanto de Bush como de Bin Laden. En
teoría deberíamos estar hablando de los planes de guerra de los
Estados Unidos y los planes de defensa del gobierno afgano. En la realidad el
clima de opinión en los Estados Unidos está muy, muy restringido
para hablar abiertamente sobre el enemigo. Es el momento en el que un buen periodismo
necesita dar la información y tratar de superar los llamados nacionalistas
que claramente tienen como objetivo impedir que surja información que
vaya en contra del gobierno norteamericano.
Yo lo entiendo, se ha perdido la vida de casi siete mil norteamericanos, pero
más se perdería si en Estados Unidos dejamos de dar la información
como debe ser.
J.A.F.: ¿Crees que hay información que
no debe decirse?
J.R.: Pienso que no se debe dar información
si se pone en riesgo la vida de civiles, creo que ese pudiera ser nuestro límite
en época de guerra. Yo no quisiera tener sobre mis espaldas la responsabilidad
de haber dado una información que hubiera provocado la muerte de civiles.
Pero más allá de eso, no pienso que nadie tenga el derecho de
pedirnos a los periodistas de México, Estados Unidos o cualquier parte
del mundo que demos un sólo punto de vista. Ciertamente esto nos ocasiona
problemas con la opinión pública norteamericana, pero si nosotros
no damos la información, ¿quién más la dará?
J.A.F.: ¿Qué tan importante es la opinión
pública de la comunidad latina en Estados Unidos?
J.R.: Actualmente es muy poca. Los llamados a
la moderación que yo he escuchado en la prensa mexicana, argentina, brasileña
y europea, prácticamente se detiene en las fronteras. Aquí, en
Estados Unidos, nadie quiere hablar de negociación ni de paz, nadie quiere
hablar de enviar una delegación diplomática a Afganistán
o a Pakistán. Incluso los llamados a la negociación del mismo
Papa Juan Pablo II no tienen ningún eco en Estados Unidos. Lo que predomina
es un deseo de venganza, y mientras no haya acciones militares el pueblo norteamericano
seguirá con ese deseo de venganza.
Esto lo entiende el Presidente Bush. En la última encuesta que leí,
Bush alcanzaba un 90% de popularidad. Ningún otro Presidente en la historia
había alcanzado niveles tan altos. Incluso su padre luego de la Guerra
del Golfo había conseguido un 89% de popularidad.
J.A.F.: ¿Qué tanta importancia tiene la
opinión pública latina que vive dentro de Estados Unidos?
J.R.: Yo creo que nos toman en cuenta particularmente
cuando entramos en temas como por ejemplo los ataques y los rechazos a los inmigrantes.
En esos temas nos hacen caso.
J.A.F.: Sé que hoy tú tienes las puertas
abiertas de todos lados para realizar tu trabajo periodístico, incluida
la Casa Blanca. ¿Sucedía así en 1984 cuando llegaste a
Estados Unidos?
J.R.: No, al principio fue muy distinto. Siempre
recuerdo, junto con mis compañeros, que en 1984 cuando trabajábamos
en Los Angeles no había un alcalde ni un portavoz que hablaran español.
Todavía algunos de mis compañeros recuerdan que cuando iban a
entrevistar a un funcionario público, ese funcionario pedía un
momento para que llegara su chofer que sí hablaba español y le
ayudara a dar declaraciones. De esos días en los que la prensa en español
prácticamente no tenía importancia, hemos dado un salto cualitativo
extraordinario. Un ejemplo: George W. Bush escogió a Univisión
para dar su primera entrevista por televisión. El mismo Presidente norteamericano
reconoce públicamente que sin el voto latino y en concreto sin el voto
cubano norteamericano de Florida, Bush no estaría en la Casa Blanca.
Es un salto impresionante el que hemos dado, de calidad y reconocimiento de
que Estados Unidos sin los hispanos no sería lo que es.
J.A.F.: ¿Cuántas veces has entrevistado
a presidentes de Estados Unidos?
J.R.: A George Bush padre, a Bill Clinton tres
veces y otras tres a George W. Bush (una como Presidente y dos como candidato).
Te puedo decir que el acceso de los medios en español a las grandes figuras
de la política en los Estados Unidos es muchísimo mayor al que
teníamos hace diez o quince años.
J.A.F.: Hacer una petición de entrevista al Presidente
de Estados Unidos, ¿cuánto tiempo te puede llevar para que se
realice?
J.R.: La solicito haciendo dos llamadas. Si buscamos
hoy una entrevista con Bush seguro no nos la dará mañana, pero
te aseguro que cuando empiece a dar entrevistas sin duda Univisión estará
en la lista de cadenas con las que el Presidente hablará. Los medios
en español tienen una enorme importancia. Nos dan la entrevista porque
es por su propia conveniencia. Hay ciertos estados como California, Chicago,
Florida, Nueva York e Illinois, en donde si no cuentan los políticos
con el voto hispano no pueden llegar ni a las alcaldías ni a las presidencias
municipales. Nos están tomando en cuenta no sólo porque somos
35 millones en Estados Unidos, sino porque sin el voto hispano, en ciertas ciudades,
los políticos no tendrían ningún éxito.
J.A.F.: ¿Qué cobertura tiene Univisión
en Estados Unidos?
J.R.: Univisión es la quinta cadena de
televisión de Estados Unidos. Llegamos al 97% de todos los hogares hispanos
en este país. Sabemos que la mitad de todos los hispanos, cerca de 17
millones en Estados Unidos, prefieren escuchar las noticias en español
y no en inglés. Y nosotros tenemos controlado entre el 70% y el 80% del
mercado.
La mayor parte de los hispanos que escuchan noticias en español en Estados
Unidos prefieran verlas por Univisión. Parece comercial, pero es cierto.
J.A.F.: ¿Qué tan complicado fue para tí
ocupar este puesto de privilegio en Univisión? Y digo de privilegio porque
eres el conductor de noticias más importante de la televisión
hispana en Estados Unidos.
J.R.: Fue complicado porque llegué de
México sin contactos y sin conocer a nadie. Con un inglés con
muchísimo acento, tenía que empezar a conocer un nuevo país
y abrirme campo en la única cadena en español que había
en Estados Unidos. Fue un comienzo muy complicado. Fue batalla por batalla,
entrevista por entrevista, guerra por guerra, crisis por crisis. Era una época
en la que se pensaba que todo los inmigrantes nos íbamos a adaptar a
la cultura norteamericana y que el español desaparecería tarde
o temprano de los Estados Unidos. Y justamente ha sucedido lo contrario. Cada
vez se habla más en español en Estados Unidos porque cada vez
más hispanos prefieren hablar en español.
De ser un muchachito de 28 años sin canas iniciando un noticiero en 1986,
ahora soy una persona plagada de canas y que las ojeras y las arrugas te hablan
de mucha calle... mucha calle.
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J.A.F.: ¿Desde cuándo tienes la posición
de privilegio de ser el conductor cabeza de Univisión?
J.R.: Desde noviembre de 1986.
J.A.F.: Subiste muy rápido.
J.R.: Subí rápido por una crisis
que hubo aquí. Seguramente recuerdas que Televisa en un momento habló
de iniciar sus operaciones de Eco desde los Estados Unidos. Eso originó
una crisis dentro de la cadena Univisión y quedó vacío
el puesto del conductor del noticiero. No era precisamente que yo fuera el mejor,
sino que era el único. Comencé como conductor del noticiero en
una época de verdadera crisis y poco a poco tuve que ir probando que
podía ser un buen periodista, y creo que hasta el momento he podido cumplir
lo más posible.
J.A.F.: ¿Por qué te fuiste a Estados Unidos?
¿Qué viste allá que no tenías en México?
J.R.: Por lo mismo que 20 millones de mexicanos
no han visto en México y se vinieron para acá. Las posibilidades
económicas en México eran terribles, yo quería ser un periodista
que conociera el mundo, ser testigo de la historia y estar en los lugares en
donde la historia se hace. En México hubiera sido prácticamente
imposible trabajando en los medios mexicanos. Yo colaboré para Televisa
por tres o cuatro años, y al tercer reportaje que hice me censuraron.
Cuando en México no existía libertad de expresión y no
habían recursos ecnómicos, yo estaba lleno de ideales y no estaba
dispuesto a ser un periodista censurado más. Por eso decidí venirme
y creo que actué en forma correcta. Me la jugué y quemé
las naves.
J.A.F.: ¿Cómo te sientes hoy en Estados
Unidos?
J.R.: Bien. Estoy en una extraña situación
en la que no me siento ni totalmente mexicano (porque luego de un exilio voluntario
de más de 20 años hay partes de México y de su lenguaje
que hoy sé que desconozco), y al mismo tiempo no me acabo de sentir hispano
(como nos dicen acá en Estados Unidos). Vivo la extraña situación
de seguir siendo ciudadano mexicano, porque tengo mi pasaporte mexicano, pero
soy ahora residente de Estados Unidos. Como dice la canción: no soy de
aquí ni soy de allá.
Periodísticamente me siento muy bien, pero como persona estoy un poco
desadaptado.
J.A.F.: Es algo que pasa normalmente a un inmigrante.
J.R.: Vivimos en una cuerda floja en la que mis
nostalgias, mis cariños, mis sabores y mis amores siguen estando con
México, pero al mismo tiempo debo agradecerle a los Estados Unidos que
me dio las oportunidades que mi propio país no me brindó.
J.A.F.: ¿Qué retos ves allá (en
Estados Unidos) para tí?
J.R.: Demostrar que podemos hacer periodismo
en español a la misma altura y con la misma calidad que las cadenas norteamericanas,
aunque tengamos muchísimos menos recursos que ellos.
Otro reto es que reconozcan en México que habemos periodistas mexicanos
trabajando en los Estados Unidos que somos también parte de México.
A los periodistas que salimos de México muchas veces se nos ve como traidores
y apestados. Sin duda sé que es difícil ser profeta en tu tierra
pero esa falta de reconocimiento no sólo la siento yo, sino también
muchos periodistas mexicanos que trabajan acá.
Finalmente tenemos que darnos cuenta que el futuro no tiene fronteras, que el
buen periodismo en México se refleja en los Estados Unidos, y el que
hace la comunidad hispana en Estados Unidos se debe reflejar también
en toda América Latina.
J.A.F.: ¿Cómo ves desde Estados Unidos
la apertura informativa de México?
J.R.: Extraordinaria. Yo creo que la prensa en
México, particularmente la radio y la prensa escrita, fue fundamental
para que llegara la democracia a México. Pienso que llegó primero
la libertad de expresión y esto dio como resultado la apertura política.
Ciertos medios fueron muy valientes porque se enfrentaron a los sistemas autoritarios
y represivos del PRI. Pienso que sin la apertura de la prensa la democracia
no hubiera llegado a México el 2 de julio del 2000.
J.A.F.: ¿Qué pasó con tu relación
con el Presidente Zedillo luego de que le hiciste a la mitad de su sexenio esa
pregunta de cuánto vale el kilo de torillas, y Zedillo no te supo responder?
J.R.: Lo que pasó fue que Ernesto Zedillo
era un Presidente mediocre. Cuando tenemos que hablar con gente que tiene el
poder y ha abusado del poder, hay ocasiones en las que nos corresponde a los
periodistas plantear las preguntas difíciles, porque si no las hacemos
nosotros nadie las hará. A Zedillo, que formó parte de un sistema
autoriotario que lo designó por dedazo, se le subió el poder de
una forma impresionante, actuaba con una arrogancia suprema. En el peor de los
casos no sabía ni siquiera cuánto costaba el kilo de tortillas
o el litro de leche. Es el el tipo de políticos que le dan un mal nombre
a la política en México.
J.A.F.: ¿El Presidente Zedillo se molestó?
J.R.: Sí. Tanto que nunca más María
Elena y yo, que hacemos el noticiero Univisión, pudimos entrar a Los
Pinos. Tres años estuvimos vetados.
J.A.F.: ¿Cuál es tu opinión de los
políticos que conoces del gabinete del Presidente Fox?
J.R.: Son diferentes porque no están escondiendo
nada ni tienen cola que les pisen. Es distinto cuando la política exterior
de México puede ser abierta, como es el caso del secretario Jorge Castañeda
y del mismo Presidente Fox, que expresan abiertamente sus puntos de vista sobre
asuntos como la falta de democracia en Cuba o los actos terrorista de Nueva
York, sin tener el temor de que salga alguien de cualquier país para
decirles: "ustedes no pueden hablar porque no son democráticos".
Yo creo que ahora los políticos en México están demostrando
una apertura y una libertad realmente extraordinaria y sin precedentes. Estamos
en una nueva época en México en la que todo se puede discutir
y hablar. No hay tabúes y eso es un éxito, tanto de la prensa
como de la política de los verdaderos demócratas.
J.A.F.: ¿Cuál es tu visión del secretario
de Relaciones Exteriores Jorge Castañeda? (Que, por cierto, aquí
en México ha sido muy criticado).
J.R.: Es muy moderno. Jorge Castañeda
es un político que probablemente es mal entendido en México, pero
me parece que en el exterior tiene un extraordinario recibimiento, es muy bien
visto, está muy bien preparado y es un hombre que dice las cosas tal
y como son. Es una persona que luchó por la democracia en México
durante décadas, no sólo en los últimos años. Castañeda
ha cambiado más la política exterior en sólo unos meses,
que muchísimos priiistas en décadas.
Creo que son los políticos mexicanos conservadores los que se tienen
que adaptar a esa nueva política de decir las cosas tal y como son, y
no andar con los vericuetos de vueltas y enfrentamientos poco frontales a los
que nos había acostumbrado los priistas.
J.A.F.: Sé que hasta hace apenas algunos años
para entrevistar a los presidentes de México en la mayoría de
los casos era necesario pasar primero un cuestionario con las preguntas que
se harían. Tú ya entrevistaste al presidente Fox, ¿conversaste
con Fox con apertura?
J.R.: Con total apertura. Lo he podido entrevistar
tres o cuatro veces como Presidente. Entiendo lo que dices de los cuestionarios
y te respondó que jamás aceptamos realizar ninguna entrevista
con cuestionario previo con los presidentes anteriores, y con el Presidente
Fox nunca nos han pedido hacer ningún cuestionario.
La actitud del Presidente Fox ha sido extraordianria, no sólo para la
prensa mexicana (donde lo veo constantemente) sino también para la prensa
internacional.
Fox es un Presidente sin precedentes, en lo que se
refiere a su acceso a la prensa y a los medios de comunicación.
J.A.F.: ¿Tienes la impresión de que Fox
es un Presidente moderno?
J.R.: Definitivamente es moderno y quizá
ha cumplido más para los mexicanos de este lado, que para los que viven
en México. Sé que no ha resuelto en 15 minutos el conflicto en
Chiapas, que no crecerá la economía el 7%, que ha fracasado o
está atorada su política fiscal y entiendo que le falta cumplir
y concretar, y de ahí muchas de las críticas.
Pero para los 20 millones de mexicanos que vivimos en el exterior es un Presidente
que sí ha cumplido, porque ha prometido dos cosas: una es el voto mexicano
en el exterior, que probablemente lo tengamos para el 2006; y en segundo lugar
prometió una amnistía o regularización para todos nosotros,
y sí está luchando para que suceda. Fox, para los mexicanos fuera
de México, ha sido hasta el momento un muy buen Presidente.
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