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Carlos Aragón
"La intuición me guía para construir mis personajes". Gana Pantalla de Cristal
Publicada en la Revista no. 152 el 12 de diciembre 2016
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Por José Antonio Fernández Fernández

Consulte otras entrevistas publicadas anteriormente en
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Carlos Aragón ganó el premio al Mejor Actor de Reparto del XVIII Festival Pantalla de Cristal por su papel (Don Gramófono) en la película El Alien y yo, bajo la dirección de Jesús Magaña.
Aragón sabe ser actor protagonista, y cuando es actor de reparto construye con tanta fuerza sus personajes que los convierte en indispensables, en protagónicos tan fuertes que marcan la seguridad y los vuelcos de la historia. Es el caso del largometraje El Alien y yo, también de su misterioso personaje Iván en la serie El Señor Ávila. En las películas Kilómetro 31 y Kilómetro 31/2 su protagonismo llena la pantalla, a los fans les gusta imitarlo en la sala.

·

Carlos Aragón no necesita que sus personajes aparezcan mucho tiempo en pantalla para que sean plenamente identificados por el público, tiene ese don especial que puede convertir a los personajes no protagónicos en protagónicos en solo un par de escenas. Su poder en pantalla me recuerda a la Época de Oro del cine mexicano, cuando se dio una gran revolución de los actores de reparto, sus actuaciones eran chispeantes, indispensables, se volvieron necesarios para cualquier película, siempre grandes en escena. Los protagonistas emblemáticos no podían vivir sin ellos. La lista de los actores de reparto de la Época de Oro del cine nacional, que prácticamente en todas sus cintas convirtieron a sus personajes en protagónicos, es muy larga. Ahora, en esta era del nuevo cine mexicano, Carlos Aragón da continuidad a su espíritu. Tiene la fuerza dramática en cada segundo que aparece a cuadro. Le da valor máximo a la caracterización, para distinguirse valora el vestuario, el peinado y también los detalles de maquillaje, la forma de hablar, el volumen de la voz, el manejo del cuerpo y de las manos. Su poder mayor lo expresa con una mirada tremendamente fuerte que se hace sentir en escena. Esa mirada es muy poderosa cuando se trata de historias de suspenso y terror, igual de comedia. También su volumen de voz, que la hace contrastar con esa mirada que como una ráfaga puede dar avisos estremecedores al espectador.

En entrevista, me cuenta que su personaje de la película El Alien y yo, Don Gramófono, lo construyó sumando estilos y maneras de ser de representantes artísticos y managers que ha conocido a lo largo de su vida. Tomó recuerdos de cada uno para construir a ese personaje
especial, el profesional de la industria discográfica que confiado en su sabiduría puede cambiar el destino de un grupo musical de forma radical: de ser rockero a salsero, hasta llegar a la inesperada tecnoanarcumbia.
Actor de comedia, hoy sus personajes que habitan el lado oscuro llevan a los espectadores al filo de la butaca.

·

José Antonio Fernández: ¿Cómo fue tu acercamiento al mundo de la actuación?
Carlos Aragón:
En mi caso, esto de dedicar mi vida a ser actor es algo que se despertó en distintos momentos, de manera natural se mete el gusanito. Luego viene la certeza y después la confirmación.
Yo siempre he sido inquieto y un tanto cuanto divertido, Cuando estaba en la primaria, tendría unos 7 u 8 años, un día caí enfermo y me quede en mi casa, en cama. Prendí la televisión y pasaban una película en blanco y negro, era Sueño de una noche de verano con James Cagney. Te puedo decir que me quedé prendado del trabajo actoral de Cagney, siendo yo un niño me dije, ¡qué ganas de hacer eso algún día!

Me quedé con eso en la mente, era un gusanito, un primer despertar. Pasó el tiempo y un buen día, ya con catorce años de edad, me llevaron de la escuela al teatro (por mi primera vez) a ver Ricardo Tercero, el protagonista era Germán Robles. Entonces sí me di cuenta que eso era lo mío, que necesitaba buscar el camino para ser actor. Salí del teatro cargado de emociones, de adrenalina.
Varios amigos nos motivamos y en la secundaria grabábamos obras de teatro. Llegó a mis manos 13 obras en un acto de Emilio Carballido.
Cuando entré a la preparatoria me encontré con que había un taller de teatro, no dudé ni un instante en inscribirme. Nos dieron clases de pantomima, un buen amigo (queridísimo, Gustavo Yáñez) que tomó esas lecciones junto conmigo, hasta la fecha siendo mimo en Coyoacan.
Pues de esas clases de teatro en la preparatoria hasta hoy, mi vida es ser actor.

José Antonio Fernández: ¿Te apoyaron en tu casa cuando les anuncias que quieres ser actor?
Carlos Aragón:
En principio no querían que me dedicara a la actuación. Consideraban que era un medio terrible y espantoso, con muchos problemas morales.
Mi papá era músico, él sabía de alguna forma cómo era el ambiente teatral, el ambiente artístico. Pero yo tenía muy claro que si no me iban a ayudar, no quería que me estorbaran. Yo respeté y adoré a mis padres, pronto comprendieron porque me metí de lleno a prepararme para ser actor profesional. Con el grupo de Coyoacan hice teatro durante diez años. Ahí tuve la experiencia de montar la obra Muerte accidental de un anarquista, me confirmó plenamente que mis deseos por ser actor eran absolutos. Sin duda.

Participar en la obra Muerte accidental de un anarquista, me robó el espíritu de Fo y de Héctor Ortega, y el de un elenco maravilloso: Rosa María Bianchi, Víctor Trujillo, Miguel Flores y Joaquín Garrido.
Mi felicidad fue máxima. Ahí sí se dio el momento de confirmación en el que dije: de aquí soy, no puedo dejar mi camino, ser actor es lo que quiero ser de por vida.
Y lo que son las cosas, al tiempo hice Ricardo III en el teatro Julio Prieto, el mismo teatro y la misma obra en la que por primera vez vi, sentí y recibí la emoción del teatro, del escenario, de vivir la experiencia de la actuación en vivo.

José Antonio Fernández: ¿Qué sentiste ese día del estreno de Ricardo III en el teatro Julio Prieto, cuando entraste a escena? ¿Vino a tu memoria
la imagen de ese adolescente de 14 años que descubrió la actuación desde la butaca en ese mismo lugar?
Carlos Aragón:
No es algo sencillo de explicar con palabras, fue un momento extraordinario para mí.
Creo que se cerró con mucha emoción ese círculo del deseo y la realidad. Además tuve la fortuna de que el director de la obra fuera Mauricio García Lozano, quien considero es el mejor director de teatro en México hoy en día, es quien marca el paso en el teatro de nuestro país.

José Antonio Fernández: Observo que en escena eres un actor muy disciplinado, siempre dentro de tu papel, cero distracciones, máxima concentración. ¿Cómo construyes tus personajes?
Carlos Aragón
: Yo confío en la intuición, Si lo que construyo en escena hace sentido, entonces mi mente lo acepta y todo empieza a caminar, mis compañeros en el set o el escenario lo van a retomar y entonces es que se da la retroalimentación.
Al dar vida a mi personaje pienso mucho en el trabajo conjunto, a la labor de ensamble, en la generosidad del compañero, en la mirada del otro, en sus reacciones.

También me llena siempre la diversión que trae el trabajo de la actuación al momento de estar en el set, que es desde estar chacoteando con los compañeros.
Y algo importantísimo es encontrar los motivos de encarnar a un personaje.
Me acerco al personaje con la intuición y también indago lo más que se pueda sobre él, lo investigo, sea ficticio o real.
Para construir, hay que hacerle caso al personaje. él te va hablando, te guía.

José Antonio Fernández: ¿Cómo le haces caso a un personaje? Y me refiero a que has interpretado papeles tan distintos como Ricardo III, Ivan en el Señor Ávila, el Inspector Ugalde en Kilómetro 31 y Don Gramófono en el Alien y yo.
Carlos Aragón:
A partir de la información del texto original viene el intercambiando de ideas. Pero siempre la intuición es la que te ayuda a tener certezas.
Para llevar al escenario a Ricardo III vi a Al Pacino, a Kevin Spacey, a Laurence Olivier. Yo me alejé de todos, en nada me parezco a ellos, lo hice totalmente consciente. Tomé la decisión de tomar un bastón y jugar con el cuerpo, y vi qué me daba. Por la combinación de comprender el texto junto con la postura (por el bastón) y la respuesta de mis compañeros, fue que logré generar al personaje.

En el caso de mi personaje (Iván) en el Sr. Ávila, el texto tuvo mucho que ver. Luego de leerlo me vino a la cabeza Robert Duval en El Padrino, también Largo de Los locos Adams y una caricatura de Warner. Lo que sucede con el Sr. Ávila es que el texto es de un humor negro maravilloso, tiene mucha tela de dónde cortar. Creo que ese personaje no tiene otra forma de hacerlo, lo encontramos. Encarna un contrapunto muy marcado en relación al protagonista, al Sr. Ávila que interpreta Tony Dalton. Mi personaje es una especie de mayordomo que sabe todo pero no dice nada, y eso lo entiende el espectador todo el tiempo, lo que le permite hacer juegos muy interesantes.Fue simple vestirme de ese ser, en cada temporada ahondamos en su modo juguetón. Es un perfecto
desgraciado, carente de escrúpulos, con una moral extraña. Sabe que es necesario romper las reglas, pase lo que pase.

José Antonio Fernández: En tu personaje Iván, de El Sr. Ávila, el juego de tu mirada es muy relevante. Lo contrastas con el manejo de tu voz, en especial con el volumen de tu voz.
Carlos Aragón:
Creo que la mirada es el reflejo del pensamiento, normalmente mis personajes siempre están pensando en lo que está sucediendo en ese momento en escena.
He descubierto que cuando el actor se distrae en escena y de pronto piensa en otra cosa diferente a lo que está sucediendo con su personaje, entonces esa magia de conexión no sucede, no pasa.

Cuando en escena no estoy pensando en concentración total y me desconecto, no llego al público, o al menos no lo hago con la mayor fuerza. En esa distracción lo que quizá estoy haciendo es viéndome a mí mismo, y eso es algo que debo reprocharme.
Pienso que todos los actores deben reprocharse el observarse demasiado, de eso no se trata. Cuando los actores interpretamos a un personaje no podemos tener ni un momento de distracción, necesitamos todo el tiempo estar concentrados con todos nuestros sentidos en lo que está sucediendo en ese momento en el escenario.

José Antonio Fernández: ¿Cómo logras estar concentrado al máximo en tu personaje al momento de estar en el set?
Carlos Aragón:
Observando al otro, a su tono y sus angustias. Cuando estoy solo o interactúo directo
con la cámara, buscó a un interlocutor, que en tal caso necesariamente es el ambiente que se vive en el set de producción o el público en el teatro.
Todo el tiempo hay reacciones en la atmósfera que rodea al actor, aprendes a conocerlas y aceptarlas. A identificar su lenguaje, esas reacciones son las que te alinean de manera fina con el personaje, las que te meten de cabeza en tu papel y te llevan a exponenciar las emociones.
Te marcan la imaginación y la intuición. Si veo esas reacciones que hacen sentido, entonces yo estoy haciendo mi papel de forma correcta. Las reacciones no mienten. Yo confío en la reacción de mi compañero en escena porque yo trato de darle reacciones a él o a ella.

José Antonio Fernández: ¿Qué haces con el guión original, qué tanto te ciñes a él o exploras posibilidades para llevarlo a la realidad?
Y te lo pregunto, porque observo que logras convertir a personajes secundarios que solo aparecen por minutos, en personajes protagónicos, indispensables para la historia. Me recuerdas mucho a los actores de la Época de Oro del cine mexicano.
Carlos Aragón:
Respondo por partes. Primero, siempre respeto el trabajo de los guionistas, de todo el equipo, pero a mí me gusta proponer. Siento que soy creativo y tengo la experiencia para hacerlo, lo que me significa una fortuna. Es parte de mi trabajo como actor. Y subrayo que proponer implica una gran responsabilidad.
Por lo que toca a mis personajes, buscó siempre que tengan la mayor fuerza, lo que espero nunca trastorne la dinámica de la producción ni entre en conflicto con otros personajes, desde el punto de vista de los planos que el guión y el director indiquen.

Lo que yo tengo muy claro es que todos los que estamos involucrados en una producción tenemos la obligación de hacer las cosas de la mejor manera posible para que el proyecto crezca a su máximo. Es una suma. Yo espero que nadie sienta que mi objetivo es pasar por encima o sentirme tal o cual.
Cuando Jesús Magaña me comunicó que estaba Nominado para el premio Pantalla de Cristal, me dijo: "¡Felicidades". Mi respuesta fue: "felicidades también a tí a todo tu equipo, no recibo el premio como algo que sea solo para mí. De otra forma, ¿cómo le hacemos? Me siento muy agradecido contigo por invitarme a la película El Alien y yo, y también por poder platicar el personaje, ensayar mucho y trabajar juntos".
Te cuento que dejé de hacer comerciales porque no encontraba ahí creatividad para mí, no vi espacio. Yo prefiero el trabajo en el que las propuestas son posibles.
Te diré algo: hay ocasiones en las que pago por hacer proyectos, pongo de mi dinero con tal de que una historia se lleve al escenario, al set. Por supuesto, por mi bien, ¡agradezco que no siempre tenga que ser así!
Sí te puedo decir que trabajo como actor por amor, amo mi profesión.
Hace 20 años montamos la obra Trattoria de improvviso, que es una pieza teatral de improvisación, Ahora vamos otra vez al escenario y para conseguirlo estamos cooperando en la producción, apoyados por Efiteatro. Lo hacemos por el gran gusto de presentarla y compartirla con el público.

José Antonio Fernández: ¿Por qué dices un NO definitivo a un personaje?
Carlos Aragón
: Llega a suceder, se da cuando encuentro que ese texto nada tiene que ver conmigo o que no sienta que ese personaje tenga algún motivoque me convenza.
Hay historias que no se me antoja estar en ellas, ni trabajarlas y menos buscarlas. Que no me hacen falta. Si no me divierten, no voy.

José Antonio Fernández: ¿Qué necesita una historia para tocarte?
Carlos Aragón:
Me toca si encuentro que tiene algo que decirle a la gente. Es cuando los personajes son tridimensionales, no me gustan las historias que son meramente banales.
Yo creo que el actor tiene un propósito en la vida, que los resumo de la siguiente manera: por un lado ser educador, por otro un provocador y también está obligado a decir algo neto, que tenga verdad.
Por supuesto, sé que el actor es una parte de todo el engranaje. Por ejemplo, en el cine es difícil que el actor sepa cuál será el resultado final. Quizá en la tele sea más claro. Siempre hay que considerar que los actores somos esclavos de la dirección y víctimas de la edición.

¿José Antonio Fernández: ¿Crees que hay que revalorar a la telenovela? ¿Compartes mi opinión?
Carlos Aragón:
No estaría seguro, yo he hecho dos telenovelas en mi vida y creo que cumplí mi cuota

 

Le pregunté a Carlos Aragón en entrevista cómo es su relación con los directores. Así me respondió:
· Procuro tener mucha comunicación con los directores.
· Cuando surge algo que quiero proponer para la escena, muchas veces se los digo antes, pero también les pido que no corten la secuencia de golpe al momento de grabar. Mi acuerdo con ellos casi siempre es que abran espacios, que el famoso grito de "¡corte!", no sea rígido. Mi petición es que me otorguen unos segundos más con la cámara grabando, que exista espacio para la improvisación. Con Rovzar en el Sr. Ávila lo hicimos mucho, también con Rigoberto Castañeda en Kilómetro 31 y en la segunda parte de la saga.
· Con Jesús Magaña, en El Alien y yo, tuvimos muchas pláticas y ensayos, lo que fue muy bueno. Siendo una producción pequeña, contaba con recursos limitados. Aún así hubo espacio para las propuestas y la improvisación.
· Me gusta que los directores me den la libertad de proponer, en los ensayos y también al momento de la grabación. Nunca me han dicho: "¡cálmate!"
· Es bueno darle un espacio a la improvisación, se da bien con mis compañeros porque nuestra concentración está alineada. No somos robots, estamos creando. Claro que es algo que se debe establecer desde un principio.

·

Carlos Aragón es conocido ya por maquillistas y expertos en caracterización y vestuario por su intención de darle siempre algo especial a sus personajes. Le ofrecen opciones muy bien pensadas. Conversa con sus directores y escucha opiniones. El objetivo es darle fuerza original a cada personaje para que sea identificado de golpe por el público, que no se parezca a ningún otro. Sabe que el director es quien tiene la última palabra.

·

Asegura que Don Gramófono no es un homenaje a alguien en especial, es la suma de distintos representantes y managers de artistas que ha conocido a lo largo del tiempo, más su propia aportación creativa (JAF)



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