Adal Ramones es el primer comediante en la historia de
la televisión que logra y se atreve a entrevistar a precandidatos a la
Presidencia de la República en tono de broma. Se dice rápido, pero
la solemnidad ha sido siempre la fiel compañera de la política mexicana
y Ramones echó abajo esa tradición.
Es comediante nato con una característica personal: habla en broma y en
serio al mismo tiempo. No realiza una comedia fácil de comprender. Nunca
dice chistes.
Cuenta que a los ocho años escribió sus primeros sketches, sin saber
exactamente lo que estaba haciendo.
Su maestro de primaria, Oscar Almaguer, un día se lo cachó actuando
frente a todos los compañeros del salón. Ramones recuerda que su
intención era ganarse la aceptación del grupo.
El profesor lo castigó de una forma peculiar: le ordenó hacer una
presentación para toda la escuela. "A ver si como roncas duermes",
le dijo.
"Me fui a mi casa con la cola entre las patas, creí que había
sido el peor castigo. Después pensé que no era un castigo, sino
que el profesor me había retado para ver si podía hacer mis actuaciones
frente a todos.
Llegó el día. En el auditorio de la primaria Jaime Torres Bodet,
en Monterrey, estaban sentados todos los grupos de primaria. Recuerdo que me sentí
en un teatro enorme con un mundo de gente. Iba en cuarto año. Fue una experiencia
increíble".
José Antonio Fernández:
¿De qué trataba ese primer sketch?
Adal Ramones: Era una parodia de maestros y alumnos.
J.A.F.: ¿Te ayudó alguien
a escribirlo?
A.R.: Lo escribí sólo en mi casa. No quería decirle
nada a mi mamá porque era como un castigo. Finalmente me animé
a comentarle a mi papá que había escrito una pequeña obra
de teatro. Ellos fueron a verme cuando la presenté.
Mi mamá gritaba: ese es mi hijo, ese es mi hijo.
El teatro estaba lleno. Toda la escuela estaba ahí. Lo tengo aquí
fresco. Un maestro de ceremonias dijo: "y ahora con ustedes el alumno Adalberto
Javier Ramones quien nos presentará El salón de clases".
Yo actué de maestro y junto con mis amigos conseguimos utilería
y cosas para disfrazarnos. Corté una peluca de mi mamá para hacerme
un bigote postizo. Cuando terminó la presentación sentí
que esa era mi vocación.
J.A.F.: ¿Cuál fue la
reacción del público?
A.R.: ¡Olvídate! A partir de esa presentación mi
vida cambió. Me volví el chavo aventado de la escuela. Las chicas
sabían quién era. Jamás volví a pagar por mi Gansito
y mi refresco. Siempre me invitaban. Me buscaban para que saliera en las presentaciones
de grupos de otros años. Los chicos malos, los broncudos, se volvieron
mis cuates. Sentía que eran mis guardaespaldas.
Mi vida dio un giro de 180 grados.
J.A.F.: ¿En aquél tiempo
estudiaste actuación?
A.R.: Nunca estaba en mi casa el fin de semana. Iba a talleres de oratoria,
pantomima, danza, poesía coral, pintura... soy caricaturista.
J.A.F.: ¿Dentro de los personajes
de la televisión que te gustan, sientes que alguno de ellos tiene una
influencia definitiva en tí?
A.R.: Estoy marcado por El Show de Lucy. Pero la verdadera y gran influencia
es El Show de Jhonny Carson. Cuando vi a ese señor realizar una introducción
larga en su programa (como el monólogo que ahora hago yo), y contar chistes
del Presidente y de gente y temas importantes, me llamó mucho la atención.
La gente del estudio se reía y el tipo no tenía nada en las manos.
Sólo hablaba frente a la cámara. Yo me dije: me gusta esa chamba.
Después vi al Loco Valdés, con otro estilo y otro fondo, pero
me hizo confirmar que eso me llamaba la atención.
J.A.F.: ¿Heredas el oficio
de comediante de alguien de tu familia?
A.R.: De nadie.
Cuando tuve mi primer walkman de eso grandotes, con audífonos tipo Jacobo
Zabludovsky, ponía una almohada en mi cama para que hiciera bulto y me
salía a caminar. Veía las estrellas y me decía: 'ojalá
algún día trabaje en la televisión y pueda hacer esto que
me gusta hacer. Y si de paso soy famoso, ¡qué bueno!'
Hablaba mirando la noche: 'si tú Dios me estás oyendo, concédeme
este deseo: quiero hacer televisión y quiero ser como Jhonny Carson'.
J.A.F.: ¿Te apoyó tu familia?, o te dijeron:
Adal estudia.
A.R.: Toda la vida me dijeron Adal estudia, esa ha sido una constante.
Pero siempre sentí el apoyo de mi papá y mi mamá. Mi padre
asistió a todas las obras que presenté.
J.A.F: ¿Qué carrera estudiaste?
A.R.: Comunicación en la Universidad de Monterrey.
J.A.F.: ¿Cómo llegas
a la televisión?
A.R.: En la Universidad de Monterrey realizamos muchísimas producciones
para un proyecto que se llamó CEMPAE, que al tiempo se convirtió
en el Canal 8 de Monterrey. Luego fui director creativo de la agencia Visión
Publicidad.
Hice muchos pilotos para los canales de televisión de Monterrey. Fueron
mis primeros contactos.
JA.F.: ¿Pega alguno de esos pilotos?
A.R.: Ninguno. Hacíamos los pilotos porque yo ponía todo:
casa, actores, maquillaje, utilería... Pero cuando el canal preguntaba
el costo, se echaban para atrás.
J.A.F.: ¿Cómo llegas
a la ciudad de México?
A.R.: Desde chavo tuve la intención de salirme de Monterrey. Es
una hermosa ciudad a la que extraño muchísimo, pero yo intuí
que mi carrera no podía estar ahí. Ahora es diferente, los chavos
ya pueden hacer carrera allá. Las cosas han cambiado.
J.A.F.: ¿De qué año
estamos hablando?
A.R.: No sabría decirte. No me gusta decir años. Me cuido
mucho de mi público.
J.A.F.: Modestia aparte, ¿sentías
que traías algo que podía llegar a una mayor audiencia?
A.R.: No quiero ser petulante, pero sí, sí lo sentí.
Sabía que podía trabajar para una agencia de publicidad a nivel
nacional o en la televisión.
Un buen amigo, Luis García Leal, quien fue Director de Imagen de los
canales de Televisa, me invitó a venir a la ciudad de México.
Me advirtió que trabajaría como asistente de producción,
que no llegaría con un puesto mayor.
Me decidí y me puse a empacar todo. No hice un par de maletas, me traje
todo en cajas cerradas con masking tape. Cuando estaba empacando mi mamá
me dijo: "Adal, ¿para qué te llevas todas tus cosas? ¿Qué
tal si no te va bien y tienes que regresar?"
Yo le respondí: "es que yo no voy a regresar nunca a Monterrey.
Yo me voy a México y a lo mejor de ahí viajo a a otro lado".
Se soltó a llorar porque ella no se imaginaba que su hijo se iría
de por vida.
Cuando llegué a México entré a Televisa de asistente de
producción de Luis García Leal. Trabajé en el programa
¡Qué payasos!
A la semana, Luis me presentó a la productora Gloria Mayo. Ella estaba
en su oficina llamando por teléfono. Colgó muy enojada. Había
discutido con Nacho Mostacho y Beto Batuka, quienes escribían el programa.
Los había cortado como escritores, aunque eran los actores del programa.
Gloria echaba espuma por la boca. Yo me aventé. Le dije que había
escuchado que sus actores ya no escribirían más el programa. Le
pedí que me dejara hacer el guión (nunca había escrito
uno como lo exigían las normas en México). Ella me preguntó
si estaba seguro de lo que proponía. Aceptó que se lo llevara
al día siguiente. Lo escribí en una máquina Olivetti de
una prima (en donde estaba hospedado) y se lo entregué. Le gustó
y me quedé como escritor.
A la siguiente semana Luis García Leal tuvo que salir a una junta con
Miguel Alemán y me dijo que me quedara dirigiendo cámaras.
Así, a los quince días de estar en México, me convertí
en escritor y director asociado del programa. Por eso digo que yo empecé
desde abajo. Duré una semana como asistente, pero desde ahí comencé.
Al mes de estar en esta ciudad ya me ganaba una lana.
Me dije: "caray, cómo no me vine antes".
J.A.F.: ¿Recibiste consejos
de alguien?
A.R.: Cuando llegué a Televisa la primera persona con la que hablé
fue Guillermo del Bosque. Tuvimos una junta y él se dio cuenta que estaba
sólo. Me invitó a comer una torta.
Me dijo algo que no olvido: "o tú te comes a la ciudad, o la ciudad
te come a tí". Yo tenía la torta enfrente. Le dije: "yo
me voy a comer a esta ciudad".
J.A.F.: ¿Cómo se da
tu programa Otro Rollo?
A.R: Pasó mucho tiempo para iniciarlo. El 30 de abril de 1989
tembló en la ciudad de México. Fue un mal presagio. Me llamaron
para decirme que el programa ¡Qué payasos! se terminaba. A partir
de ahí hice muchas cosas muy diferentes. Fui gerente de canales en cable,
director de cámaras y de escena, hice la voz del canal Fantasicable y
de los promos del Canal 5. Raúl Orvañanos me invitó a ser
gerente de Cabledorte. Rafael Bustillo me encargó que hiciera un programa
de dos horas con lo mejor del deporte y me dijo que yo lo conduciría.
La verdad es que no sé nada de deportes. Estudié mucho y me aprendía
datos de memoria. Le agradezco a Rafael Bustillo su insistencia. Siempre creyó
en mí.
Un buen día me dijeron que Cablevisión se cerraba y nos liquidaron
a todos.
Me fui a la oficina de Luis de Llano Macedo. No lo conocía. Me paré
en la recepción poco más de un mes. Me hice cuate de sus empleados.
Pasaba Luis y sólo decía buenos días. Yo quería
conocerlo pero no me recibía. Un día me dijo su secretaria que
podía entrar a verlo. Entré emocionadísimo. Llevaba caricaturas,
guiones, videos... Le mostré todo.
Llamó a Marco Flavio Cruz. Le dijo lo que yo decía que hacía.
Marco Flavio me pidió que lo acompañara a una sala de juntas.
Estaba llena. Marco Flavio me presentó con una frase que nunca voy a
olvidar: "a ver señores, este cuate va a trabajar desde hoy con
nosotros. Dice que se come la mierda a puños ¿O no?", y se
me quedó viendo. Yo había presumido que era muy bueno para muchas
cosas. Tenía que responder: "sí, me como la mierda a puños".
J.A.F.: ¿Qué dijo la
gente que estaba ahí? Eso no era una broma.
A.R.: Sude frío. La sala se puso tensa. Pero cuando empecé
a trabajar hice lo que sabía. Escalé muy rápido. Llegué
a ser productor asociado de Luis de Llano y de Marco Flavio.
Entonces mi amigo Beto Ventosa me llamó para invitarme a hacer un programa
en la televisión por cable de Puebla. No tenían dinero y no iban
a pagarme nada. Les propuse producir Otro Rollo. Lo hicimos diez meses allá.
Alex Syntek fue nuestro padrino.
Me iba con Jordi y Eduardo. El programa lo planeábamos en la carretera.
J.A.F.: ¿Ya tenías la
idea?
A.R.: Toda mi vida cargué bajo el brazo con la idea de hacer mi
talk show. En ese tiempo Luis de Llano me invitó a producir reportajes
para el show de Daniela Romo. Acepté (por cierto que Daniela nunca se
aprendió mi nombre y jamás hizo mayor comentario de mis cápsulas).
Luis de Llano me pidió que estuviera todos los días en vivo con
Daniela. Yo no podía los lunes porque hacía Otro Rollo en Puebla.
Me dijo que entendiera que se trataba del Canal 2, que no era comparable al
cable de Puebla. Le respondí que prefería ser cabeza de ratón
que cola de león.
Yo sabía que Puebla nos daría algo. Fue increíble, nosotros
pagábamos hasta la gasolina y las casetas. Nos daban hospedaje y alimentos.
J.A.F.: ¿Todo era por hacer
lo que querían hacer?
A.R.: Sólo por eso íbamos todos los lunes.
Y resulta que un buen día me voy a comer con un alto ejecutivo de Televisa.
A.R.: ¿Quién?
J.C.: Creo que nunca lo he dicho.
J.A.F.: ¿Con quién comiste?
A.R.: Con Arianna Azcárraga. Fui a comer con ella y le lleve una
edición en VHS de lo que hacíamos en Puebla. Yo pagué la
cuenta. Le entregué el video. Antes le había dado muchos otros
pilotos.
Me dijo que no encontraba mi esencia, que no lograba hacer click con mi estilo,
pero aceptó ver el VHS. Al otro día me llamó: "Adal,
no sabes lo que nos reímos mi esposo y yo con tu programa. Mañana
lo presento en una junta".
Les encantó y lo aprobaron. A las dos semanas prepará-bamos todo
para salir al aire en cable a nivel nacional. .
A las dos semanas de estar en Cable nos pusieron en el canal 9 y ahora ya estamos
en el 5.
Somos el programa que cobra más caro el espacio publicitario. Sabemos
que nos ven niños, adolescentes y adultos de todos los estratos sociales.
J.A.F.: ¿Se volvió político
tu programa?
A.R.: A mí me encantaría ir a Los Pinos y entrevistar ahí
al Presidente Zedillo. Y cuando sea electo el nuevo Presidente poder entrevistarlo
ya como ganador. Pero todo esto no quiere decir que nos volvamos políticos,
sólo nos metimos en el momento histórico de las elecciones del
2000. Este momento en el que todo está cambiando, hasta la forma de hacer
la propaganda de los candidatos.
J.A.F.: ¿Podrías haber
evitado las entrevistas a los precandidatos.
A.R.: No era posible. Nos sentimos obligados. En Otro Rollo sí
hemos hecho crítica política, a diferencia de otros talk shows.
J.A.F.: ¿Por qué te
sentiste obligado?
A.R.: Me gusta la polémica y la política. Tanto los ejecutivos
de Televisa como yo quisimos abrir puertas y ventanas para orear la casa.
J.A.F.: ¿A quién se
le ocurrió?
A.R.: Fue un caso curioso, como de telepatía. Pensamos en los
mismo Emilio Azcárraga Jean, Bernardo Gómez y yo.
El asunto era y es no traicionar el estilo: la ireverencia, el humor fino, la
ocurrencia espontánea, el saber torear y embestir. No podemos traicionar
la esencia y convertirnos en oficialistas.
J.A.F.: ¿Aceptaron todos?
A.R.: El negrito en el arroz será Cuauhtémoc. Pero está
a tiempo para asistir.
J.A.F.: ¿Por qué tendría
que ir?
A.R.: Porque me parece que se abrieron nuevas ventanas y es el momento
de que la gente se asome por ellas para que vea qué hay adentro. Los
que ya fueron salieron airosos.
J.A.F.: ¿Corren riesgos?
A.R.: Ninguno. Ellos muestran otro ángulo de su personalidad que
también nos habla de su inteligencia.
J.A.F.: ¿Cuáles son
tus riegos al meterte a la política?
A.R.: No hay. Yo soy el conductor y tengo mis propias excusas porque
estoy en mi casa. Si un comediante se mete en un jardín tiene muchas
facilidades para salir y entrar cuando quiera.
Por donde se le vea, creo que público, programa, Televisa y precandidatos
salimos ganando.
J.A.F.: ¿Te pusieron condiciones?
A.R.: Ninguna. Hubiera sido inaceptable.
Pasé a saludarlos unos segundos a su camerino antes de salir al aire
y eso fue todo. No tenía ninguna lista de preguntas.
El día de las primeras entrevistas, una hora antes de salir al aire,
Emilio Azcárraga Jean y Bernardo Gómez me preguntaron si tenía
un cuestionario. Les respondí que lo haría en forma espontánea.
Se la jugaron conmigo, cosa que agradezco.
J.A.F.: ¿El público
te hizo reclamos porque quería más?
A.R.: No. El público vitoreo a los precandidatos. Parodiando a
los concursos de belleza, te puedo decir que los precandidatos tuvieron que
vestir el traje regional de Otro Rollo para pasar a la siguiente ronda eliminatoria.
J.A.F.: ¿Qué tanto es
necesario el público en un talk show?
A.R.: Es absolutamente indispensable porque la gente te da la reacción
inmediata y así sabes lo que está pasando en las casas.
El público te ayuda mucho a encontrar el ritmo de lo que estás
haciendo.
J.A.F.: El recorrido para llegar a
Otro Rollo ha sido largo.
A.R.: Estoy en lo mío y tengo que mantenerme. Me encantaría
que Otro Rollo se hiciera por temporadas.
J.A.F.: ¿Tú ya lo lograste.
¿Por qué pensar en cortarlo? Los proyectos llevan años
de maduración y tú ya lo tienes.
A.R.: Los talk shows de Estados Unidos tienen mucho elenco para invitar
todas las noches. Aquí no es igual.
J.A.F.: ¿Este es tu año?
A.R.: Viéndolo en retrospectiva, todos han sido mi año.
Igual cuando hacia reír a mi familia que cuando presentaba un show en
el patio de mi casa y cobraba 20 centavos la entrada (mi hermano menor era el
maestro de ceremonias y mi muchacha Gela vendía las palomitas).
Y también fue mi año cuando me presenté en el auditorio
Torres Bodet y cuando descubrí a la mujer que amo.
Lo más cañón de todo es que mi papá ya no vio todo
esto.
J.A.F.: ¿Cuál es tu
compromiso?
A.R.: Mi compromiso como artista es entretener con contenido, de una
manera fina, para dejar al público un buen sabor de boca.
No le voy a dar a la audiencia sobras aunque sepa que se las va a comer. Siempre
buscaré ser un buen chef
|