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Denise Maerker
Los medios tienen poder porque hoy la opinión pública sí cuenta
Publicada en la Revista no. 51 el 01 de febrero 2000
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Por José Antonio Fernández F.

Denise Maerker es toda una revelación como conductora de noticas.
Compañera de Ciro Gómez Leyva en el noticiero nocturno del Canal 40, es especialista en formular preguntas que cada noche suelen poner contra la pared a cualquiera de los invitados.
Ella dice que no siente temor cuando tiene frente a sí a grandes personajes de la política nacional.
Llegó a la televisión por obra y gracia de la casualidad. Luego de 10 años de vivir en París donde estudio maestría y doctorado en Ciencia Política, regresó a México hace 5 años para ser investigadora del CIDE, en una especie de repatriación promovida por CONACYT.
El director del CIDE la invitó a que se encargara de la dirección de comunicación social. Quería que la gente conociera lo que hacían los investigadores del CIDE, el centro educativo de alto nivel pagado por el gobierno que poco contacto tenía con la sociedad. Denise Maerker aceptó la propuesta y de inmediato pensó en la televisión. "¡Qué mejor medio para que se dieran a conocer los trabajos de los investigadores!"
En esos días, Roberto Wong, entonces Vicepresidente de Canal 40, visitó el CIDE. Se estableció la relación institucional. Wong escuchó a Maerker y le pidió que viera a Ciro Gómez Leyva y a Marcial Ortiz para ver posibilidades. Tuvieron una reunión, ella les propuso la idea de una mesa de opinión y le respondieron que les parecía aburridísima la fórmula.
"Pero acordamos que haríamos tres programas sobre las elecciones en Estados Unidos".

José Antonio Fernández: ¿En ese momento te ligaste con el Canal 40?
Denise Maerker
: Pues no exactamente, porque los programas no salieron al aire.
Ciro me llamó y me dijo: "no me interesa el CIDE pero tú sí. Te propongo que trabajes en el 40". No acepté.
Un año después le llamé a Ciro y le propuse realizar unos programas para hablar sobre las nuevas reglas de la política, en donde hay competencia y cuenta el voto. Realizamos un programa y nos salió muy mal. Ciro me dijo que hiciera la entrada. Lo vio y de nuevo me pidió que me quedara en el 40. Entonces acepté.

J.A.F.: ¿Qué pasó por tu mente que te relacionaste de manera natural a la televisión? ¿Qué tan casual es tu incursión en la televisión?
D.M.:
Es menos casual por la importancia que siempre le he dado a los medios de comunicación. Siendo investigadora me parecía terrible que alguien, luego de muchos años de trabajo, escribiera un libro para que lo leyeran sólo cuatro personas.
Y creo que también es importante el que haya estudiado Ciencia Política en Francia, porque estuve en contacto con una sociedad que pone la política en televisión en forma similar a los ingleses.

J.A.F.: ¿Cómo es esa forma?
D.M.:
Los norteamericanos hacen mucho show con la política, pero ingleses y franceses desacralizan al poder en televisión. A los políticos les hacen preguntas imposibles de responder.

J.A.F.: ¿Cómo cuáles?
D.M.:
La primera entrevista que hice en la televisión fue a Manuel Bartlett. Le pregunté si era un dinosaurio, si le daba vergüenza decir que era del PRI y si quería ser Presidente. A mí me parecían tres preguntas normales, pero al día siguiente de inmediato me hice la fama de una entrevistadora agresiva. Esas preguntas, creo, eran las obvias que la gente le preguntaría a Bartlett, pero en México hay una cultura que dice que la política es todo un arte de interpretación de signos, gestos y detalles. En nuestro país la costumbre es que las cosas no deben preguntarse directamente.
Y aquí debo aclarar que tengo mucha suerte de hacer televisión en el año 2000, justo cuando hay competencia entre partidos, el voto cuenta y los políticos saben que se la están jugando cada vez que aparecen en los medios de comunicación.
No me quiero poner en la piel de ninguno de los periodistas que trabajaron en los setentas bajo un gobierno que todo el tiempo los estaba censurando. Eso era heroico.

J.A.F.: ¿Llegas en un buen momento y eres consciente de que existe ese buen momento?
D.M.:
Nunca se me ocurrió que alguien me fuera a censurar o a decir qué debía preguntar. La única vez que me asustó la pregunta que hice y lo que me respondieron fue el día en que entrevisté a la hija del general Gutiérrez Rebollo. Acababan de matar al abogado de su papá. Le dije de entrada: "la cosa se está poniendo dura". Ella me respondió de inmediato: "Qué bueno que me lo dices. Quiero avisarte que es posible que me maten en los próximos días y si lo hacen el responsable es el Secretario de la Defensa Nacional". Entonces me angustié. Sentí que cualquiera que quisiera dañar al Secretario de la Defensa podría atentar contra la vida de Teresita. Le llamé a Ciro y le conté lo que había sucedido. La entrevista pasó tal cual.

J.A.F.: ¿El día que le hiciste esas 3 preguntas a Bartlett consideraste que era una buena idea presentarte en forma audaz?
D.M.:
No, yo simplemente pensé las preguntas en la oficina. Estaba aterrada porque nunca había entrevistado en televisión. Fui con el floor manager y le pedí que nos pusiéramos de acuerdo para que Bartlett no sintiera que estaba en un lugar de improvisados.
Para mí lo más importante era que yo sí sabía lo que quería preguntarle. Eso me dio seguridad. Me olvidé de las cámaras.

J.A.F.: ¿Se molestó?
D.M.:
No. Ese día dio a conocer que quería ser Presidente.

J.A.F.: En unos cuantos meses te has convertido en un personaje sobresaliente en la televisión. ¿Tienes un modelo a seguir? ¿Figuras que respetes?
D.M.:
Oriana Fallaci, que ahora me parece muy fuerte. Y en Francia me gustaba ver un programa que se llamaba Siete sobre Siete.

J.A.F.: ¿Mexicanos?
D.M.:
En ocasiones es interesante el trabajo de López Dóriga, no te puedo decir de nadie más.

J.A.F.: ¿El haber estado fuera de México te da una perspectiva especial?
D.M.:
Creo que tiene la ventaja de la desacralización, que ya te mencioné antes.
Viví en un lugar donde se da la alternancia en el poder. A mí, por ejemplo, no me dan miedo los políticos, pero creo que muchos entrevistadores sí les temen. Cuando estoy con los políticos frente a cámaras me parece que tienen la obligación de rendir cuentas y que yo debo hacer las preguntas para que lo hagan.

J.A.F.: ¿Se parecen los políticos?
D.M.:
No, son diferentes.

J.A.F.: ¿Es difícil hacerlos hablar?
D.M.:
En el programa Entre Versiones era más fácil entrevistar a gente de la oposición porque estaban sedientos de espacios, en cambio los priístas no querían decir las cosas porque tenían la cultura de que no había necesidad de hablar, que incluso era peligroso si lo hacían.
Las ganas de hablar son fundamentales en una entrevista. El peor error es buscar a alguien para entrevistarlo cuando sabemos que está imposibilitado para hablar. Por ejemplo, si mañana invito a José Woldenberg, el presidente del IFE, será muy difícil porque él es una autoridad que no se puede patinar en una declaración.

J.A.F.: ¿Pero los políticos siempre viven en esa raya de qué decir y qué no?
D.M.:
La plática fluye cuando los políticos toman una postura y defienden votos, pasados o por venir.

J.A.F.: ¿Cuál crees que sea la tarea de un noticiero de televisión hoy?
D.M.:
Pensé eso cuando planeábamos el noticiero. Creo que ante la cantidad abrumadora de información que hay en el ambiente, nuestra labor es darle a la noticia un contexto, un peso y todo aquello que le podamos agregar para que sea significativa para el que nos ve.
Por ejemplo: si hablamos de campañas políticas, no sólo debemos decir lo que hacen cada día, hay que poner en pantalla información sobre quiénes son, quiénes los rodean, cuáles son sus semblanzas, su pasado, qué piensan. Nuestra tarea es jerarquizar las noticias de manera que se vuelvan relevantes y significativas.
No son tantas las noticias que hay que saber todos los días. Si atropellan a una persona en la esquina por un mero accidente, no es tan importante como para transmitirlo por televisión. Pero si a esa persona la atropellaron porque hay un problema de seguridad en la ciudad y eso sucedió por un enfrentamiento, entonces hay que ponerlo en el noticiero y hablar del asunto para volverlo relevante y que la gente se entere.
Hay que informar lo que la gente debe saber.

J.A.F.: Casi ningún noticiero hace entrevistas en vivo, pero ustedes sí. ¿Cuál es la razón?
D.M.:
Las entrevistas son un riesgo para un noticiero porque pueden resultar demasiado largas y aburridas, por eso no las hacen. No es tan fácil manejar personas muy importantes en tiempos cortos en el estudio. Nosotros lo hacemos porque creemos que el público debe conocer a esos personajes y saber lo que piensan.

J.A.F.: Está de moda que muchos conductores de radio y televisión opinen. Me llama la atención que preguntas mucho y opinas poco o casi nada. ¿No te gusta opinar?
D.M.:
No es mi función dar mi opinión, lo que debo de hacer es preguntar. ¿A quién le importa lo que yo opino? (Y lo digo en serio). Es mejor invitar a protagonistas y especialistas, que han estado toda su vida sobre el tema, para que yo les pregunte y ellos opinen. Creo que mi postura o mi opinión, finalmente, está implícita en los temas que se tratan, las preguntas que se hacen y el orden que siguen. No hay necesidad.

J.A.F.: ¿Hay gente que percibe que en el Canal 40 tienen debilidad por gente que confronta al poder como los huelguistas de la UNAM... el Mosh?
D.M.:
No es verdad, lo que pasa es que en el Canal 40 sí los entrevistamos y en otros lugares no aparecen.

J.A.F.: Salvo excepciones notables, en México los conductores son los que llevan el papel protagónico y las conductoras van detrás. Tú estás a la par de Ciro en el noticiero. ¿Crees que hay riesgo de que con el tiempo tu papel protagónico caiga?
D.M.:
Me mueve lo que creo. Mi objetivo de vida no es salir en la tele, sino qué hacer en la tele que me parezca interesante. El noticiero es una oportunidad maravillosa y un privilegio de estar justo aquí en este momento que vive el país.
Si yo sintiera que en pantalla sólo soy la dama de compañía de Ciro, de inmediato tomaría la decisión de irme porque ya no sería emocionante ni de mi interés. Pero no percibo ese peligro.

J.A.F.: Me dices que lo importante para tí es qué hacer en la televisión. ¿Qué quieres hacer?
D.M.:
Sin duda algo de calidad, y quiero jugar ese rol del conductor que es el buscar siempre que la gente se entere de eso que debe saber.
Si tú revisas un periódico de los cincuentas puedes observar que las noticias se daban en unas cuantas páginas porque todo lo decidía un pequeño grupo al que yo llamo la corte, como en tiempos de Luis XIV en Francia. ¡Qué importaba lo que opinara la gente! Estábamos en la infancia política.
Pero hoy que la gente importa porque empieza a decidir a quien dar su voto, entonces las cosas cambian.

J.A.F.: ¿Crees entonces que el juego máximo es el voto?
D.M.:
No se si sea el juego máximo, pero si lo que quiere un partido es tomar el poder o que vuelvan a votar por él para que siga gobernando, entonces no pueden dejar del lado a la opinión pública. El ciudadano es un elector potencial al que le llega información todos los días. Y no sabemos muy bien cuál es el impacto de la televisión en el elector.
A mí me gustaría que la gente que ha visto el noticiero vote el día de la elección con base en lo que piensa de cada uno de los contendientes.
No se trata de que nosotros les ayudemos a votar, sino que les presentemos las opciones todas las noches con información que sea suficiente y relevante para que puedan tomar una decisión pensada.
Lo nuestro es un servicio.

J.A.F.: Es la primera vez que escucho a una conductora relacionar en forma abierta el voto con la información de los noticiarios.
D.M.:
Me decías que Gutiérrez Vivó te había comentado que los medios tienen poder, y estoy de acuerdo con él. Los medios tienen poder porque hoy la opinión pública sí cuenta. Nosotros, como medios de comunicación, vamos agarrados de la mano en el proceso porque la sociedad se manifiesta a través del voto y de otros medios para acotar, presionar y decidir. Si la opinión pública no contara, los medios tampoco contarían. Por eso antes su importancia era más para entretener.

J.A.F.: ¿Cómo jerarquizar las noticias en tiempos en los que la raya entre la vida privada y la pública en ocasiones se pierde?
D.M.:
La vida privada deja de serlo en el momento en el que tienes influencia sobre la vida de todos los demás. Un ejemplo: si el candidato es alcohólico, es urgente decirlo. Otro ejemplo: si se sabe que tiene un amante, pues eso puede guardarlo en su vida privada a menos de que afecte a la vida nacional.
Nunca damos noticias sin pensarlas. No lo haremos nunca para llevarnos el rating.

J.A.F.: Pero el rating es la opinión pública.
D.M.:
Yo no voy a buscar el escándalo sólo para ganar rating, y si en tres meses aquí piensan que hay que hacer otra cosa porque no tenemos rating suficiente, están en su pleno derecho.

J.A.F: El noticiero del 40 tiene un tono elitista...
D.M.:
No estoy de acuerdo. No creo que los temas de la política sean elitistas. Aquí hemos tratado temas como la huelga de la UNAM, la carestía, la modificación de la policía. Me horroriza que me digas que es elitista. ¿Por qué lo crees?

J.A.F.: Tengo la impresión de que su formato lo es. Creo que cubren muy bien la problemática con invitados expertos, pero no veo a la gente común en su pantalla que es la que podría hacer el enlace de la comunicación. No veo que tú y Ciro salgan a la calle, en fin, es sólo mi impresión.
D.M.:
¿Pero dónde se decide cómo se va a mejorar el nivel de la población? Aquí lo que intentamos es informar a la gente de los temas que son más relevantes en su vida.

J.A.F.: ¿Tú labor como conductora del noticiario es descubrir?
D.M.:
Sin duda hay que tratar de descubrir para encontrar el tema, la personalidad, el punto. Pero también el asunto es hacer recuentos, porque hoy es común que las cosas se olviden.
La noticia no es sólo lo que pasa cada día, es necesario ubicarla y hacer un periodismo de investigación. Yo he ido a las reuniones de los huelguistas con las autoridades de la UNAM y eso me permite hacer la pregunta importante a la hora del noticiero. Tengo que estar informada para saber qué cuestionamientos poner sobre la mesa.
En televisión hay que estar preparado para cubrir espacios porque siempre pueden darse imprevistos que te obliguen a hablar sin mayor planeación.

J.A.F.: Es común que algunos entrevistados no respondan lo que les preguntan. ¿Qué hacer con ellos? ¿Consideras importante repreguntarles?
D.M.:
La entrevista es la repregunta, pero a veces es más importante pasar a otra cosa para no quedarse en ese tema. El político puede querer no pasar al siguiente tema, porque él sabe que tienes la limitación del tiempo. Como son sólo unos cuantos minutos en cada entrevista, entonces la evaluación hay que hacerla en el momento y decidir si te quedas, insistes o buscas otra respuesta.

J.A.F.: El Canal 40 empezó en una casa de las Lomas donde nada se parecía a un canal de televisión. Aquí, en el piso 40 del WTC de la ciudad de México, ya están instalados, tienen dos estudios, oficinas llamativas. ¿Todo esto los hace cambiar?
D.M.:
Si te refieres a que estamos pasando a la comodidad, te diría que no. Seguimos con el mimso espíritu, tratando de hacer cosas con profesionalismo.
Somos un equipo joven.

J.A.F.: ¿Esto que haces es pasión?
D.M.:
Te gustan las frases y quieres que te dé definiciones. Yo lo que te puedo decir es que no trabajaría de las 10 de la mañana a 12 de la noche todos los días si no creyera en esto, si no me emocionara.

J.A.F.: ¿Cuál es tu compromiso?
D.M.:
Es tratar de preguntar aquello que la gente quiere saber, eso que a la gente le gustaría preguntar.

J.A.F.: ¿A qué te dedicarías si no hicieras televisión?
D.M.:
Daría clases, eso me gusta mucho



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