Por José Antonio Fernández F.
Denise Maerker es toda una revelación como conductora de noticas.
Compañera de Ciro Gómez Leyva en el noticiero nocturno del Canal
40, es especialista en formular preguntas que cada noche suelen poner contra la
pared a cualquiera de los invitados.
Ella dice que no siente temor cuando tiene frente a sí a grandes personajes
de la política nacional.
Llegó a la televisión por obra y gracia de la casualidad. Luego
de 10 años de vivir en París donde estudio maestría y doctorado
en Ciencia Política, regresó a México hace 5 años
para ser investigadora del CIDE, en una especie de repatriación promovida
por CONACYT.
El director del CIDE la invitó a que se encargara de la dirección
de comunicación social. Quería que la gente conociera lo que hacían
los investigadores del CIDE, el centro educativo de alto nivel pagado por el gobierno
que poco contacto tenía con la sociedad. Denise Maerker aceptó la
propuesta y de inmediato pensó en la televisión. "¡Qué
mejor medio para que se dieran a conocer los trabajos de los investigadores!"
En esos días, Roberto Wong, entonces Vicepresidente de Canal 40, visitó
el CIDE. Se estableció la relación institucional. Wong escuchó
a Maerker y le pidió que viera a Ciro Gómez Leyva y a Marcial Ortiz
para ver posibilidades. Tuvieron una reunión, ella les propuso la idea
de una mesa de opinión y le respondieron que les parecía aburridísima
la fórmula.
"Pero acordamos que haríamos tres programas sobre las elecciones en
Estados Unidos".
José Antonio Fernández:
¿En ese momento te ligaste con el Canal 40?
Denise Maerker: Pues no exactamente, porque los programas no salieron
al aire.
Ciro me llamó y me dijo: "no me interesa el CIDE pero tú
sí. Te propongo que trabajes en el 40". No acepté.
Un año después le llamé a Ciro y le propuse realizar unos
programas para hablar sobre las nuevas reglas de la política, en donde
hay competencia y cuenta el voto. Realizamos un programa y nos salió
muy mal. Ciro me dijo que hiciera la entrada. Lo vio y de nuevo me pidió
que me quedara en el 40. Entonces acepté.
J.A.F.: ¿Qué pasó
por tu mente que te relacionaste de manera natural a la televisión? ¿Qué
tan casual es tu incursión en la televisión?
D.M.: Es menos casual por la importancia que siempre le he dado a los
medios de comunicación. Siendo investigadora me parecía terrible
que alguien, luego de muchos años de trabajo, escribiera un libro para
que lo leyeran sólo cuatro personas.
Y creo que también es importante el que haya estudiado Ciencia Política
en Francia, porque estuve en contacto con una sociedad que pone la política
en televisión en forma similar a los ingleses.
J.A.F.: ¿Cómo es esa
forma?
D.M.: Los norteamericanos hacen mucho show con la política, pero
ingleses y franceses desacralizan al poder en televisión. A los políticos
les hacen preguntas imposibles de responder.
J.A.F.: ¿Cómo cuáles?
D.M.: La primera entrevista que hice en la televisión fue a Manuel
Bartlett. Le pregunté si era un dinosaurio, si le daba vergüenza
decir que era del PRI y si quería ser Presidente. A mí me parecían
tres preguntas normales, pero al día siguiente de inmediato me hice la
fama de una entrevistadora agresiva. Esas preguntas, creo, eran las obvias que
la gente le preguntaría a Bartlett, pero en México hay una cultura
que dice que la política es todo un arte de interpretación de
signos, gestos y detalles. En nuestro país la costumbre es que las cosas
no deben preguntarse directamente.
Y aquí debo aclarar que tengo mucha suerte de hacer televisión
en el año 2000, justo cuando hay competencia entre partidos, el voto
cuenta y los políticos saben que se la están jugando cada vez
que aparecen en los medios de comunicación.
No me quiero poner en la piel de ninguno de los periodistas que trabajaron en
los setentas bajo un gobierno que todo el tiempo los estaba censurando. Eso
era heroico.
J.A.F.: ¿Llegas en un buen
momento y eres consciente de que existe ese buen momento?
D.M.: Nunca se me ocurrió que alguien me fuera a censurar o a
decir qué debía preguntar. La única vez que me asustó
la pregunta que hice y lo que me respondieron fue el día en que entrevisté
a la hija del general Gutiérrez Rebollo. Acababan de matar al abogado
de su papá. Le dije de entrada: "la cosa se está poniendo
dura". Ella me respondió de inmediato: "Qué bueno que
me lo dices. Quiero avisarte que es posible que me maten en los próximos
días y si lo hacen el responsable es el Secretario de la Defensa Nacional".
Entonces me angustié. Sentí que cualquiera que quisiera dañar
al Secretario de la Defensa podría atentar contra la vida de Teresita.
Le llamé a Ciro y le conté lo que había sucedido. La entrevista
pasó tal cual.
J.A.F.: ¿El día que
le hiciste esas 3 preguntas a Bartlett consideraste que era una buena idea presentarte
en forma audaz?
D.M.: No, yo simplemente pensé las preguntas en la oficina. Estaba
aterrada porque nunca había entrevistado en televisión. Fui con
el floor manager y le pedí que nos pusiéramos de acuerdo para
que Bartlett no sintiera que estaba en un lugar de improvisados.
Para mí lo más importante era que yo sí sabía lo
que quería preguntarle. Eso me dio seguridad. Me olvidé de las
cámaras.
J.A.F.: ¿Se molestó?
D.M.: No. Ese día dio a conocer que quería ser Presidente.
J.A.F.: En unos cuantos meses te has
convertido en un personaje sobresaliente en la televisión. ¿Tienes
un modelo a seguir? ¿Figuras que respetes?
D.M.: Oriana Fallaci, que ahora me parece muy fuerte. Y en Francia me
gustaba ver un programa que se llamaba Siete sobre Siete.
J.A.F.: ¿Mexicanos?
D.M.: En ocasiones es interesante el trabajo de López Dóriga,
no te puedo decir de nadie más.
J.A.F.: ¿El haber estado fuera
de México te da una perspectiva especial?
D.M.: Creo que tiene la ventaja de la desacralización, que ya
te mencioné antes.
Viví en un lugar donde se da la alternancia en el poder. A mí,
por ejemplo, no me dan miedo los políticos, pero creo que muchos entrevistadores
sí les temen. Cuando estoy con los políticos frente a cámaras
me parece que tienen la obligación de rendir cuentas y que yo debo hacer
las preguntas para que lo hagan.
J.A.F.: ¿Se parecen los políticos?
D.M.: No, son diferentes.
J.A.F.: ¿Es difícil
hacerlos hablar?
D.M.: En el programa Entre Versiones era más fácil entrevistar
a gente de la oposición porque estaban sedientos de espacios, en cambio
los priístas no querían decir las cosas porque tenían la
cultura de que no había necesidad de hablar, que incluso era peligroso
si lo hacían.
Las ganas de hablar son fundamentales en una entrevista. El peor error es buscar
a alguien para entrevistarlo cuando sabemos que está imposibilitado para
hablar. Por ejemplo, si mañana invito a José Woldenberg, el presidente
del IFE, será muy difícil porque él es una autoridad que
no se puede patinar en una declaración.
J.A.F.: ¿Pero los políticos
siempre viven en esa raya de qué decir y qué no?
D.M.: La plática fluye cuando los políticos toman una postura
y defienden votos, pasados o por venir.
J.A.F.: ¿Cuál crees
que sea la tarea de un noticiero de televisión hoy?
D.M.: Pensé eso cuando planeábamos el noticiero. Creo que
ante la cantidad abrumadora de información que hay en el ambiente, nuestra
labor es darle a la noticia un contexto, un peso y todo aquello que le podamos
agregar para que sea significativa para el que nos ve.
Por ejemplo: si hablamos de campañas políticas, no sólo
debemos decir lo que hacen cada día, hay que poner en pantalla información
sobre quiénes son, quiénes los rodean, cuáles son sus semblanzas,
su pasado, qué piensan. Nuestra tarea es jerarquizar las noticias de
manera que se vuelvan relevantes y significativas.
No son tantas las noticias que hay que saber todos los días. Si atropellan
a una persona en la esquina por un mero accidente, no es tan importante como
para transmitirlo por televisión. Pero si a esa persona la atropellaron
porque hay un problema de seguridad en la ciudad y eso sucedió por un
enfrentamiento, entonces hay que ponerlo en el noticiero y hablar del asunto
para volverlo relevante y que la gente se entere.
Hay que informar lo que la gente debe saber.
J.A.F.: Casi ningún noticiero
hace entrevistas en vivo, pero ustedes sí. ¿Cuál es la
razón?
D.M.: Las entrevistas son un riesgo para un noticiero porque pueden resultar
demasiado largas y aburridas, por eso no las hacen. No es tan fácil manejar
personas muy importantes en tiempos cortos en el estudio. Nosotros lo hacemos
porque creemos que el público debe conocer a esos personajes y saber
lo que piensan.
J.A.F.: Está de moda que muchos
conductores de radio y televisión opinen. Me llama la atención
que preguntas mucho y opinas poco o casi nada. ¿No te gusta opinar?
D.M.: No es mi función dar mi opinión, lo que debo de hacer
es preguntar. ¿A quién le importa lo que yo opino? (Y lo digo
en serio). Es mejor invitar a protagonistas y especialistas, que han estado
toda su vida sobre el tema, para que yo les pregunte y ellos opinen. Creo que
mi postura o mi opinión, finalmente, está implícita en
los temas que se tratan, las preguntas que se hacen y el orden que siguen. No
hay necesidad.
J.A.F.: ¿Hay gente que percibe
que en el Canal 40 tienen debilidad por gente que confronta al poder como los
huelguistas de la UNAM... el Mosh?
D.M.: No es verdad, lo que pasa es que en el Canal 40 sí los entrevistamos
y en otros lugares no aparecen.
J.A.F.: Salvo excepciones notables,
en México los conductores son los que llevan el papel protagónico
y las conductoras van detrás. Tú estás a la par de Ciro
en el noticiero. ¿Crees que hay riesgo de que con el tiempo tu papel
protagónico caiga?
D.M.: Me mueve lo que creo. Mi objetivo de vida no es salir en la tele,
sino qué hacer en la tele que me parezca interesante. El noticiero es
una oportunidad maravillosa y un privilegio de estar justo aquí en este
momento que vive el país.
Si yo sintiera que en pantalla sólo soy la dama de compañía
de Ciro, de inmediato tomaría la decisión de irme porque ya no
sería emocionante ni de mi interés. Pero no percibo ese peligro.
J.A.F.: Me dices que lo importante
para tí es qué hacer en la televisión. ¿Qué
quieres hacer?
D.M.: Sin duda algo de calidad, y quiero jugar ese rol del conductor
que es el buscar siempre que la gente se entere de eso que debe saber.
Si tú revisas un periódico de los cincuentas puedes observar que
las noticias se daban en unas cuantas páginas porque todo lo decidía
un pequeño grupo al que yo llamo la corte, como en tiempos de Luis XIV
en Francia. ¡Qué importaba lo que opinara la gente! Estábamos
en la infancia política.
Pero hoy que la gente importa porque empieza a decidir a quien dar su voto,
entonces las cosas cambian.
J.A.F.: ¿Crees entonces que el juego máximo
es el voto?
D.M.: No se si sea el juego máximo, pero si lo que quiere un partido
es tomar el poder o que vuelvan a votar por él para que siga gobernando,
entonces no pueden dejar del lado a la opinión pública. El ciudadano
es un elector potencial al que le llega información todos los días.
Y no sabemos muy bien cuál es el impacto de la televisión en el
elector.
A mí me gustaría que la gente que ha visto el noticiero vote el
día de la elección con base en lo que piensa de cada uno de los
contendientes.
No se trata de que nosotros les ayudemos a votar, sino que les presentemos las
opciones todas las noches con información que sea suficiente y relevante
para que puedan tomar una decisión pensada.
Lo nuestro es un servicio.
J.A.F.: Es la primera vez que escucho
a una conductora relacionar en forma abierta el voto con la información
de los noticiarios.
D.M.: Me decías que Gutiérrez Vivó te había
comentado que los medios tienen poder, y estoy de acuerdo con él. Los
medios tienen poder porque hoy la opinión pública sí cuenta.
Nosotros, como medios de comunicación, vamos agarrados de la mano en
el proceso porque la sociedad se manifiesta a través del voto y de otros
medios para acotar, presionar y decidir. Si la opinión pública
no contara, los medios tampoco contarían. Por eso antes su importancia
era más para entretener.
J.A.F.: ¿Cómo jerarquizar
las noticias en tiempos en los que la raya entre la vida privada y la pública
en ocasiones se pierde?
D.M.: La vida privada deja de serlo en el momento en el que tienes influencia
sobre la vida de todos los demás. Un ejemplo: si el candidato es alcohólico,
es urgente decirlo. Otro ejemplo: si se sabe que tiene un amante, pues eso puede
guardarlo en su vida privada a menos de que afecte a la vida nacional.
Nunca damos noticias sin pensarlas. No lo haremos nunca para llevarnos el rating.
J.A.F.: Pero el rating es la opinión
pública.
D.M.: Yo no voy a buscar el escándalo sólo para ganar rating,
y si en tres meses aquí piensan que hay que hacer otra cosa porque no
tenemos rating suficiente, están en su pleno derecho.
J.A.F: El noticiero del 40 tiene un
tono elitista...
D.M.: No estoy de acuerdo. No creo que los temas de la política
sean elitistas. Aquí hemos tratado temas como la huelga de la UNAM, la
carestía, la modificación de la policía. Me horroriza que
me digas que es elitista. ¿Por qué lo crees?
J.A.F.: Tengo la impresión
de que su formato lo es. Creo que cubren muy bien la problemática con
invitados expertos, pero no veo a la gente común en su pantalla que es
la que podría hacer el enlace de la comunicación. No veo que tú
y Ciro salgan a la calle, en fin, es sólo mi impresión.
D.M.: ¿Pero dónde se decide cómo se va a mejorar
el nivel de la población? Aquí lo que intentamos es informar a
la gente de los temas que son más relevantes en su vida.
J.A.F.: ¿Tú labor como
conductora del noticiario es descubrir?
D.M.: Sin duda hay que tratar de descubrir para encontrar el tema, la
personalidad, el punto. Pero también el asunto es hacer recuentos, porque
hoy es común que las cosas se olviden.
La noticia no es sólo lo que pasa cada día, es necesario ubicarla
y hacer un periodismo de investigación. Yo he ido a las reuniones de
los huelguistas con las autoridades de la UNAM y eso me permite hacer la pregunta
importante a la hora del noticiero. Tengo que estar informada para saber qué
cuestionamientos poner sobre la mesa.
En televisión hay que estar preparado para cubrir espacios porque siempre
pueden darse imprevistos que te obliguen a hablar sin mayor planeación.
J.A.F.: Es común que algunos
entrevistados no respondan lo que les preguntan. ¿Qué hacer con
ellos? ¿Consideras importante repreguntarles?
D.M.: La entrevista es la repregunta, pero a veces es más importante
pasar a otra cosa para no quedarse en ese tema. El político puede querer
no pasar al siguiente tema, porque él sabe que tienes la limitación
del tiempo. Como son sólo unos cuantos minutos en cada entrevista, entonces
la evaluación hay que hacerla en el momento y decidir si te quedas, insistes
o buscas otra respuesta.
J.A.F.: El Canal 40 empezó
en una casa de las Lomas donde nada se parecía a un canal de televisión.
Aquí, en el piso 40 del WTC de la ciudad de México, ya están
instalados, tienen dos estudios, oficinas llamativas. ¿Todo esto los
hace cambiar?
D.M.: Si te refieres a que estamos pasando a la comodidad, te diría
que no. Seguimos con el mimso espíritu, tratando de hacer cosas con profesionalismo.
Somos un equipo joven.
J.A.F.: ¿Esto que haces es
pasión?
D.M.: Te gustan las frases y quieres que te dé definiciones. Yo
lo que te puedo decir es que no trabajaría de las 10 de la mañana
a 12 de la noche todos los días si no creyera en esto, si no me emocionara.
J.A.F.: ¿Cuál es tu
compromiso?
D.M.: Es tratar de preguntar aquello que la gente quiere saber, eso que
a la gente le gustaría preguntar.
J.A.F.: ¿A qué te dedicarías si
no hicieras televisión?
D.M.: Daría clases, eso me gusta mucho
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