Por José Antonio Fernández
La serie El Encanto del Águila
producida por Televisa ha obtenido tres galardones que le
reconocen su luminosa calidad:
• Mención Especial en el Festival Pantalla de Cristal
por Extraordinaria calidad de recreación histórica.
• Premio Ondas, Mejor programa de televisión.
• Premio Rey de España por su Cuidada realización y por su
contribución en la divulgación de la historia al gran público.
Sus productores, Bernardo Gómez, Vicepresidente
Ejecutivo de Televisa, Leopoldo Gómez, Vicepresidente
de Noticias, y Pedro Torres, productor que sabe siempre dar
dimensión mayor a todos los proyectos que caen en sus manos,
lograron realizar una miniserie de calidad internacional.
No repara la historia con mayor detalle lo que sucede con las
vidas íntimas de los protagonistas de la Revolución Mexicana, lo
que sin duda le habría aumentado el punch entre la audiencia. La
decisión fue centrarse en contar paso a paso lo que fue
sucediendo en la lucha que metió a nuestro país en la
modernidad.
El Encanto del Águila es una serie que bien puede ser
utilizada para que niños y jóvenes conozcan un retrato del
México revolucionario. Notable es el trabajo de vestuario,
también de peinados, maquillaje y dirección de arte. Todo el
equipo hizo su labor con el más alto nivel. La fotografía luce
prácticamente escena por escena: cada secuencia es un fresco
que habla por sí mismo.
El Encanto del Águila es una miniserie que cumple
cabalmente con todas sus obligaciones: la recreación histórica es
brillante, tiene en la atmósfera -que logran con la suma de todos
los valores de producción- su poder mayor.
Sus productores se esmeraron en todo momento por no
producir una telenovela. Los escenarios son reales y los
personajes también, la pantalla tiene fuerza a cada instante.
No hay exabruptos ni melodrama en la dirección de actores de El
Encanto del Águila. La mancuerna de directores, Mafer Suárez y
Gerardo Tort, mantuvieron a raya la acción dramática. Ni más, ni
menos, cada quien en su lugar, cada cosa en su sitio. Cero
exageraciones. No hay sobreactuación, aún cuando los
parlamentos a querer o no toman un color de libro de historia.
En la brevedad de los textos está el secreto. Claro está que
buscaban darle ese sabor realista alejado del oficialismo y la
demagogia. Describen sin polémica lo sucedido.
No es una miniserie de autor, se trata de una producción que se
mueve hasta los límites de la historia documentada. No especula.
Narra El Encanto del Águila la historia de México de 1910 a
1928. Justo los años de conflictos mayores del país en el Siglo
XX marcados por más de un millón de muertos y asesinatos de
todos los caudillos de primera importancia: Madero, Pino Suárez,
Zapata, Villa, Carranza y Álvaro Obregón. Tiempos muy
complicados para la nación que no terminaba de ver una luz que
le permitiera saber bien a bien hacia dónde apuntaba su destino.
También los productores tuvieron cuidado mayor en la
selección del elenco. Apostaron por actores y actrices forjados
en el mundo del cine que han sido reconocidos una y otra vez
por su capacidad dramática: Ignacio López Tarso, Damián
Alcázar, Irene Azuela, Emilio Echevarría, Tenoch Huerta,
Enoc Leaño y Cecilia Suárez dan brillo a la miniserie.
Igualmente hay que destacar que El Encanto del Águila no cae en
ningún capítulo en manos del director, el fótografo o de algunos
de los actores. Se nota el mando de los productores: su objetivo
era realizar una miniserie de la historia que hiciera historia.
Bernardo Gómez y Leopoldo Gómez dejan ver en los
valores de pantalla su decisión: querían producir una miniserie
de carácter serio, muy serio. Así es. Da mínimo espacio a la
crítica.
Reconocimiento especial merecen también los
trabajos de fotografía y realización de sonido.
Realistas ambos, ofrecen esa calidad que va más allá de la
telenovela y toma el sabor de miniserie.
También acompañan a la producción efectos
especiales que fueron colocados en escena sin que
sean perceptibles como falsos a los ojos del público.
Dan veracidad y mayor dimensión a secuencias
y fortalecen la serie entera.
Maquillaje y vestuario forman parte protagónica en pantalla.
Dieron vida a cada personaje histórico como si hubiera vuelto a
nacer. Destaca Ignacio López Tarso que interpreta a un Porfirio
Díaz adulado y omnipotente que a sus 87 años no deja de ser
carismático. Justo al inicio de la serie, el dictador Díaz se retrata
a sí mismo con una significativa frase refiriéndose a su opositor
Madero, a quien en ese momento mantenía preso:
"dejemos a este loco, que se burlen de él en todo el país".
Destaca la miniserie de forma subrayada el valor de los
revolucionarios, tanto de hombres como de mujeres. Sabiendo
que arriesgaban su vida, enfrentaron a un poder que ciego no
vio que hundiría al país en un baño de sangre.
Por ser una producción pensada para transmitirse por televisión
y no en salas, sus realizadores no hicieron lucir todavía más el
tamaño de la producción. La pantalla de televisión guarda sus
exigencias a diferencia del cine: imágenes más cerradas son
obligatorias para mantener la atención del espectador, en este
caso a lo largo de 13 capítulos.
• Valdría la pena una reedición de El Encanto del Águila con el
objetivo de proyectarla en salas como película. Sería muy bien
recibida por el público.
• Realizaron la miniserie con cámaras Sony CineAlta de CTT.
• Por su afán didáctico, serviría le coloquen fechas y lugar en
cada texto explicativo.
Miniserie El Encanto del Águila
Producción: Televisa / El Mall
Productores Ejecutivos: Bernardo Gómez / Leopoldo Gómez /
Pedro Torres
Productores Generales: Francisco García / Yolanda Ocampo /
Gerado Tort
Directores: Mafer Suárez / Gerardo Tort
Directores de Fotografía: Juan Carlos Lazo / Esteban de Llaca /
Emiliano Villanueva
Guionistas: Ximena Escalante / Caitlin Irwin / Jano Mendoza /
Carlos Pascual
Jefe de Edición: Héctor Laso
Director de Arte: Carlos Herrera / Música Original: Luis
Cárdenas
Supervisión de Efectos Especiales: Gabo Kerlegand
Supervisor de Imagen: Pedro Kóminik
Supervisora de Vestuario: Lorena Pérez Alvaradejo
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